viernes, 27 de abril de 2012

La boda y mi forma de ser...

Queridas seguidoras,

Llevo días queriendo escribir una entrada en el blog, pero claro, los deberes de la luna de miel me dejan poco tiempo disponible... :-)

Aunque me gustaría escribir una entrada correcta, meditada y densa, me temo que hoy todo irá en versión borrador: no tengo tiempo de nada más, y la salita junto a la recepción del hotel no es el lugar más adecuado para pararme a pensar y a compartir mis inquietudes más profundas... Pero siento que tengo que dejar unas palabras. Me lo debo a mí, y os lo debo a vosotras.

Que por cierto, gracias, gracias, gracias por todos vuestros comentarios y por acordaros de mí en mi día B. Y ahora... ¿por dónde empiezo?

Ufff.... creo que este es un post un poquito difícil... La verdad, he tenido unos días confusos después de la boda. No ha sido todo realmente como pensaba. Y no sé si en este lugar tan concurrido y con el poco tiempo disponible, podré ordenar adecuadamente mis ideas.

Pero va, voy a dejar que las palabras salgan de mí aunque sea sin orden...

Empecemos por el principio, por la frase más oída en la vida de una mujer ¿ha sido el día de mi boda el más feliz de mi vida, el día de mis sueños?

No.

No, no ha sido así. Me adelanto un poco y he de decir que el día me ha decepcionado un poco. Pero ahora mismo, hoy por hoy, lo digo sin acritud; con un poquito de pena, pero ya superada del día post-boda en el que me dije: ¿y esto ha sido todo?

El día de mi boda se ha pasado rapidísimo. En esto coincido con todas las novias del mundo, creo yo. Pero aparte de eso... aunque el día empezó perfecto, yo con un estado de ánimo positivo, feliz y risueño (¿os podéis creer que realmente llegó el día Y ME DABA IGUAL el tiempo que hiciera? me daba igual la lluvia, el frío, el viento...). Pero cuando llegué a la iglesia... no sé cómo explicarlo pero creo que desconecté de mi. Me pareció vivir el día como desde fuera, como si no fuera realmente la protagonista. Me había trabajado tanto las lecturas y las canciones de la iglesia que, el leerlas o escucharlas, no me sobrecogió. No hubo factor sorpresa, sabía lo que iba a venir.

La gente me felicitó por todo, me dijeron que fue una ceremonia preciosa y una boda posterior muy divertida pero ¿sabéis qué? Yo no lo sentí de la misma forma. Para mí fue lo esperable. Y me da un poquito de pena decir que no tuve ningún "momento trascendental" en mi boda. Sí, en un momento dado me emocioné, y sé que me sentí feliz porque me veo en las fotos y estoy radiante (yo, que me considero cero fotogénica, ese día me daba igual posar).

Es una sensación extraña: es como si mi mente y mi cuerpo fueran por dos lados distintos. Mi mente se había empeñado en sentir una y mil cosas, estaba presionada de antemano por experimentar maravillosos sentimientos de gloria como había leído en los blogs y en los foros; y no, esos momentos no llegaron. Pero mi cuerpo, de alguna forma ajeno a los delirios de mi mente, sí que se manifestaba de forma positiva. Salgo guapísima en las fotos (no es falsa modestia, es que es cierto; si no tengo pudor en reconocer que no sentí lo que esperaba, tampoco he de tenerlo en admitir este tipo de cosas), todo el mundo me dijo que parecía super feliz y que mi novio y yo estábamos super enamorados...

Realmente es algo extraño. Pero es cierto que el día de mi boda me decepcionó en parte. Y una gran parte de culpa también la tuvo el catering encargado de servir el evento. Yo, que soy un persona perfeccionista, y que miro más las cosas que salen mal que las que salen bien (una parte de mi carácter que había obviado hasta este momento y con la que tendría que haber hecho un trabajo previo), me sentí totalmente defraudada por el servicio y la comida que nos dieron. De calidad  inferior a la que yo había esperado, y desde luego alejado de la prueba del menú. He de decir que cuando coges un menú más caro de lo normal porque quieres que todo tenga ese grado de sofisticación que buscas, y luego te encuentras algo que no está mal pero que tampoco llama la atención, te sientes en parte decepcionada.

Otra cosa que me resultó un poco agobiante fue el momento de repartir los detalles de boda y recibir las felicitaciones. La verdad es que estuvo todo un poco desorganizado, también porque los del catering no se ocuparon de llevarlo todo correctamente. Estuve como una hora sin parar de hacer cosas, y sintiendo que las cosas se me iban de las manos...

Y bueno... llegó la barra libre, me divertí, vi a la gente pasarlo genial (cierto, creo que mi boda sólo fue un poco insulsa para mí, todo el mundo me dijo que estuvo llena de sentimientos y detalles) y me animé un poco.

Pero acabó el día y me dio pena... de que todo hubiera pasado, de no haberlo disfrutado lo suficiente. Pensaba que sentiría alivio cuando pasara la boda, y pensé que esperaría ilusionadísima la luna de miel.

Y sentí penita del final, algo que no esperaba. Y sentí que me estaba centrando en los aspectos que menos me gustaban, que mi carácter perfeccionista me estaba aguando un poco la fiesta. Y también sentí que eso que te dicen de "disfruta el día todo lo que puedas" es un consejo bienintencionado pero difícil de cumplir. ¿Alguien sabe, acaso, como "se disfruta"?

Desde luego, para disfrutar una tiene que dejar su mente tranquila, no obcecarse en disfrutar, fluir simplemente. Y para una mente analítica como la mía, es difícil.

Vaya... menudo rollo que os he plantado aquí de repente. Y sin fotos ni nada para digerirlo mejor XD Aprovecho para decir que, en principio, no voy a colgar ninguna foto del día de mi boda en el blog, y siento si os decepciono. Pero desde mi punto de vista, estoy abriendo tanto mi corazón, he dicho tantas cosas, que no podría pensar que alguien que me conociera de lejos supiera tanto de mí.

Así que, en resumen... mi boda fue muy bonita, me encanta ver las fotos de ese día, pero tuve varias decepciones, y creo sinceramente que no la disfruté como hubiera debido. Han tenido que pasar unos días para que esa afirmación no me duela tanto. Y he tenido que relativizar, y centrarme en lo positivo: mi atuendo era perfecto, mi gente se lo pasó genial, y mi marido y yo hemos apostado por una vida juntos. Y el resto... son cosas que pasan en la vida.

Y la boda me ha permitido conocerme a mí misma. Conocer partes de mi carácter que no había considerado. Por eso he titulado este post "la boda y mi forma de ser". Y sí, presumo que este blog se autodestruirá o se reeditará dentro de muy poco, porque hoy sólo quiero vaciar mis sentimientos...

A las que os casáis dentro de poco: no os agobiéis con disfrutar, es algo que cuanto más lo piensas y más lo intentas menos lo consigues. Pensad que si sois exigentes y perfeccionistas, ese día lo seréis también (no cambia una porque esté preciosa y vestida de blanco); y no os voy a decir que os centréis en lo positivo y no en lo negativo porque es algo que nadie puede decirte, una tiene que trabajarlo.

Acabo este post recordando que, aunque en mi boda no haya ningún momento trascendental para rememorar el resto de mi vida, sí que he tenido más de uno en los días de antes, mientras preparaba mi boda. Y me digo que... que la boda ha sido un día, hiper acelerado, pero todos los preparativos me han durado meses, y he vivido recuerdos tan bellos en algunos momentos que me han hecho llorar. Llorar profundamente, como no lloré en la boda. Pero sí a causa de la boda.

Y eso hoy me consuela y me hace pensar que todo este camino ha merecido la pena: el blog, los preparativos, el compartir experiencias de novia, el sentirme una novia... Y a la vez, todo esto me hace ver que es natural que sienta un poquito de pena al ver que el día ha pasado y que no ha respondido a mis expectativas: soy humana, y hay sentimientos contra los que es mejor no luchar y aceptarlos simplemente.

Un beso grandísimo a todas las que hayáis conseguido llegar al final de esta entrada.

Hasta pronto.

sábado, 21 de abril de 2012

Mi último post de soltera...

Me caso... no en un mes, ni en una semana, ni en un par de días sino... ¡¡en unas horas!!

¿Estoy nerviosa? No, ahora mismo no. Los nervios también están provocados por los preparativos, y a estas alturas, más le vale a cualquier novia tener todo preparado...

¿Estoy cansada? Sí, la verdad. Esta noche no he dormido bien, y se suma a las anteriores que tampoco he dormido nada (hay novias que la noche de antes duermen como un bebé, yo desde luego no soy una de ellas). Pero bueno, confío en que la tensión y la ilusión serán suficientes para no darme cuenta del cansancio.

¿Estoy feliz? Sí, me siento muy bien. Tengo ganas de dar este paso, y la verdad es que ayer no paré de recibir sms de ánimo y cariño, por no hablar del blog...

Así que, queridas mías, me despido con esta breve nota en lo que será mi último post de soltera. Dentro de quince minutos tengo la pelu... Pero me apetecía dejar plasmados estos sentimientos de primera hora de la mañana del día B.

¡Besos, besos, besos!

jueves, 19 de abril de 2012

Por fin...

Por fin...

¡Un momento libre en esta semana ajetreadísima!

Llega el lunes y hay tantas cosas que hacer... Y hay una que sobrevuela tu cabeza, por encima de todas las demás, que es: necesito un momento para mí, para relajarme, para no hacer nada, para observar un poco desde fuera este revoltijo que tengo en el estómago... y al que ya me estoy acostumbrando :)

¿Y cómo he conseguido un ratito libre en esta semana de locura?

Delegando en cosas. Si no es imposible que hubiera llegado a todo. Mis padres me han recogido el vestido de novia, mi hermana la ropa interior (dejé el suje para unos arreglos), y mi novio se ha ido a llevar cuatro cositas básicas a nuestro nuevo piso. Así he conseguido un poquito de tranquilidad.

Renunciando a cosas. Tenía un super tratamiento de belleza facial esta tarde, que me hacía mucha ilusión. Pero también tenía que ultimar otras cosas, dejar mi casa preparada, acabar mi pedicura... Y el tratamiento de belleza es en otro pueblo, que está a una hora de coche. Así que al final, sopesando pros y contras, he decidido cancelarlo. De todas formas, lo radiante que estará mi cara dependerá más bien de la felicidad y la relajación que sienta en ese momento que de hacerme hoy, deprisa y corriendo, y sin disfrutarlo (debido al estrés) este tratamiento.

Así que chicas... Es posible llegar a todo y conseguir un momentito de tranquilidad dando prioridad a cosas y pensando que, por muchas cosas que haya que hacer, es absolutamente necesario sacar un ratito para nosotras mismas. Para estar tranquilas...

Un ratito para sentirnos las novias afortunadas y enamoradas que queremos ser.

Como veis, hoy he publicado dos artículos, uno de ellos lo escribí hace dos noches, de madrugada, y he querido publicarlo para que veáis el contraste con mi situación de hoy, mucho más relajada, después de haber aplicado mis recetas de "delegar y renunciar" :-)

Muchísimas, muchísimas gracias a todas por vuestros comentarios. Los he ido leyendo a ratitos estos días, pero en ese momento zen, me voy a dar el lujazo de reclinarme en el sillón y volverlo a releer y a disfrutar como lo he hecho con vuestra oleada de cariño.

Como me dijo Lady Wedding en un comment, creo que sería una crueldad dejaros sin saber qué tal ha ido mi boda; así que aunque no ponga fotos, os haré saber que todo ha ido bien y que al final todo lo que durante estos meses he preparado de la boda, incluso todo lo que he sentido, ha merecido la pena.

¡Un besazo!

martes, 17 de abril de 2012

Un momento sólo para mí...

Llevo dos días absolutamente frenéticos.

No he conocido cosa igual desde que mi novio y yo "nos metimos" en esto de la boda. Dos días sin parar; preparando cosas, con tratamientos de belleza varios, hablando con distintas personas... Uffff... ha sido un no parar y he de decir que al principio no conseguía dominar el estrés. He estado dos noches en que me ha costado muchísimo dormir... Espero no seguir así, porque si no, ¡mi maquilladora tendrá que hacer milagros para que no me salgan ojeras!

¿Y sabéis qué? Que lo que me estresa no es tanto el tiempo que empleo en hacer las cosas, sino el tiempo que me falta para mí. A solas. Para pensar, relajarme, divagar, escribir... Yo no me relajo en el salón de belleza, aunque me estén dando el masaje facial más bueno del mundo. Me agrada, me parece placentero, pero estoy pensando en mis cosas, recordando, haciendo listas mentales de cosas que hacer. Lo que de verdad me deja tranquila, es saber que tengo un ratito para mí misma. Para NO HACER NADA. Para permitirme el lujo de navegar a la deriva por Internet, escribir mis tonterías, mirar al techo y no tener ningún pensamiento en concreto.

Y estos días todo ha sido "tengo que..." y "tengo que...". No soy una persona acostumbrada a esto, lo reconozco. No estoy acostumbrada a tener días tan rígidos y ver que hay tareas que querías acabar en un día y que no te ha dado tiempo. Ahora mismo, me gustaría tener absolutamente todo lo de mi boda listo ¡pero no es así! Y en realidad, sé que dará tiempo a todo. Pero... lo que no sé es si dará tiempo, en mis últimos días de soltera, a tener un ratito sólo para mí. Para disfrutar de la dulce espera... Para mirar al techo e imaginar una vez más cómo será mi día: cómo estaré vestida de novia, maquillada y peinada (aún no me he visto con estas tres cosas al completo); cómo será ese momento de complicidad en mi casa con mis amigas; cómo será la ceremonia que hemos preparado con tanto cariño (bueno, admito que esta parte ha sido principalmente mía, mi novio ha delegado en mí); cómo será la sesión de fotos; y la entrada al restaurante; cuán preciosa será la mesa de dulces que hemos preparado (con tarta fondant incluida); cómo quedarán mis meseros en las mesas; si me escribirá mucha gente en el libro de firmas; cómo será la decoración de todo; y qué tal lo pasaremos en la comida y en la barra libre...

Me encantaría tener una tarde libre lo que queda de semana... pero ya es absolutamente imposible. Así que voy a hacerme a la idea de disfrutar este estrés como sea, ¡es lo único que me queda!

Besitos...

Nota del 19-4: Como veis, en mi post de hoy, al final he conseguido ese momento para mí ¡yuju!

viernes, 13 de abril de 2012

Personalizando el libro de firmas

Una de las primeras cosas que compré para mi boda, cuando aún quedaban como seis meses, fue el libro de firmas. Me gustan las palabras escritas, las dedicatorias, los pensamientos sobre papel. Me encanta escribir y leer, y me apasionan los cuadernos bonitos. Tengo que controlarme cada vez que voy a una tienda y los veo, ahí, llamándome: cuadernos con tapas preciosas y hojas color beige, deseando ser escritas.

Uno de los cuadernos bonitos que tenía en blanco lo utilicé como agenda de bodas. Apuntaba ideas, direcciones, y empecé lo que yo llamé "mi diario de novia"; hasta que al poco tiempo empecé el blog y dejé mi diario analógico inacabado. Eso sí, mi agenda de bodas la llevo siempre conmigo, y cuando estoy en casa siempre la tengo a mano, hojeo lo que he escrito una y otra vez...

Así que sabiendo mi amor por los libros manuscritos, un libro de firmas tradicional en mi boda no podía faltar. Por un momento, e influida por las nuevas ideas, pensé en sustituirlo por un árbol de los deseos o un árbol de huellas. Lo reconozco, son mucho más chic y decoran más.


Un árbol de los deseos muy rústico y dulce. via

El "wedding thumprint tree" de moda via

Pero luego la cordura vino a mí: yo lo que quiero cuando pase mi boda son las palabras de los invitados en un album bonito, que pueda tener en la estantería de casa... Y después de haber visitado decenas de páginas de proveedores, me decanté por un libro de firmas romántico y discreto en tonos marfil y vainilla (que curiosamente hace juego con mis invitaciones). Concretamente es este:


Y me encanta... Los he visto mucho más elaborados, tipo scrapbook, con colores vistosos, con encajes y perlas, a juego con el cojín de las alianzas... Pero el que estaba hecho para mí, era este (esto es como el vestido, chicas).

Y desde el principio, también tuve claro que, aunque el libro era bonito, necesitaba darle mi toque personal. Y eso es lo que he estado haciendo esporádicamente desde hace semanas (soy una persona bastante dispersa, y aunque tengo ideas a todas horas, tardo siglos en llevarlas a la práctica, y suelo hacerlo "a trozos", con semanas o meses de separación entre tarea y tarea).

Por si os interesa, os escribo esquemáticamente en qué ha consistido mi particular (y sencilla, sabéis que los DIY no son lo mío) personalización del libro de firmas:

1) Cambiar la fotografía de la portada por una de nosotros dos, en el mismo tamaño, en color sepia pero muy saturado.

2) En la primera página impar (es decir, la que te encuentras cuando abres el libro), hemos puesto en el centro nuestro sello personalizado (ver post). Simplemente.


via

3) En la segunda página impar, va pegada nuestra invitación de boda.

4) En la tercera página impar, hemos puesto un texto agradeciéndoles a los invitados su asistencia, y animándoles a dejarnos un mensaje (que puede ser un deseo, un consejo, sus impresiones sobre ese día...). Como sabéis, he intentado ser sentimental sin caer la ñoñería, mi trabajillo me ha costado :)

5) A partir de la cuarta página impar, y en todas las páginas impares en la esquina inferior derecha, va nuestro sello.


Similar a esto. via

6) Para darle un toque más romántico y artesanal (y en esto aún estoy a medias), he puesto cinta de raso y puntilla de encaje junto a la parte de cada página que va cosida. En lugar de esto, perfectamente se puede poner como cenefa decorativa papel adhesivo con un motivo decorativo que nos guste, una tira de fieltro o una tira del rollo de colores que se usa para decorar. Lo que pasa es que a mí el encaje me parece que da un toque más vintage, más fino...


Detalles de encaje, rosas y perlas en la portada. via

Aunque yo no lo he hecho, creo que también quedaría precioso intercalar alguna foto entre las página, frases, dibujos, u otros recuerdos de la boda: un trocito de la liga de la novia, la minuta del menú, el programa de ceremonias...


Preciosa idea. via

Mi idea es que el libro de firmas esté situado en el restaurante en una mesita propia sobre un atril y junto a un farolillo blanco (parecidos a los que pongo en este post). Me gustaría poner al lado una pizarra con la frase "déjanos tu mensaje", y algunas velitas. Se quedará ahí durante todo el cóctel y parte de la comida, pero a la hora de los postres, no me quedará más remedio que pedir que lo pasen por las mesas, porque seguro que más de la mitad de la boda ni ha reparado en su presencia :)

Y a partir de ahí... a esperar que muchos invitados se animen y nos dejen sus buenos deseos, pero esto ya no depende de nosotros.

¿Y vosotras? ¿Tenéis libro de firmas, pensáis personalizarlo? ¿Alguna otra idea sobre cómo adornar el libro de firmas, dónde colocarlo o cómo hacer que la gente se anime a escribir?

jueves, 12 de abril de 2012

Tras la segunda prueba del vestido

Esta vez .

Tras una primera prueba decepcionante, en la que salí llena de dudas y con el ánimo por los suelos, ayer el vestido me quedaba perfecto, lo único que me han tenido que retocar ha sido un centímetro en el bajo. Estaba guapa, era MI vestido. Y lo digo con convencimiento.

Eso sí, no he sentido mariposas en el estómago, ni un escalofrío, ni me he emocionado hasta las lágrimas. Tampoco me he sentido la mujer más feliz del mundo. Solamente ocurrió algo lejano a esto allá en septiembre, cuando me lo probé la primera vez e iba buscando vestidos de novia (aquí). Supongo que los nervios de estos últimos días aplacan las emociones.

Pero me sentí contenta, y aliviada, cuando la dependencia subió la cremallera, abrochó los botones y vimos que me quedaba... perfecto. Esta vez sí.

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No iba peinada para la ocasión, no iba maquillada, y aún así me vi guapísima... y me vi muy yo. Y sentí que no, que no me había equivocado, que si hay un vestido que ha de sentarme bien, y hacer sentirme a la vez elegante y espectacular, es este. El mío.

No, no me apresuré en su día. No me he equivocado. Mi intuición no me falló. Encontré... mi vestido.

Siento que, a mi altura, mi constitución y mis rasgos, este es el vestido más idóneo. Y como he dicho antes, y a muy pocos días de la boda, esto es un gran alivio. Y al menos, es una buena señal.

Ahora ya sólo queda ir a recogerlo y esperar al día... Esa mañana ajetreada en la que tendré que levantarme muy temprano, ir a la pelu, maquillarme, ir a casa, comenzar a vestirme, y esperar que vengan mis amigas para terminar de arreglarme.


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Luegos unas fotos (uff, le temo a este momento, no soy nada fotogénica y creo que voy a sufrir...) y tras eso andando para la iglesia. Y allí... el momento de recorrer el pasillo ante el resto de invitados, con la marcha nupcial de Wagner a dos voces, y al final de la alfombra roja... el novio.

Lo reconozco, me encanta esta parte: la de la sorpresa de las personas la primera vez que te ven. Es que iempre es una sorpresa ver a una novia por primera vez, jamás antes ha llevado un atuendo ni remotamente parecido (al menos yo). Ese día es el único en que eres una NOVIA, por dentro y... por fuera.

Me gusta pensar que encantaré a mi novio, que me verá deslumbrante y que luego nos harán una foto como esta, porque no podrá contener su pasión. :)

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Ya no hay tercera prueba del vestido. Sólo esperar al día B y... no engordar ni adelgazar hasta entonces ;-)

martes, 10 de abril de 2012

¿Cómo es posible que...?

¿Cómo es posible que aún no me haya casado, que me queden poquísimos días para hacerlo, y que sin embargo me sienta "más distante que nunca" de mi propia boda?

No ha llegado mi día B y tengo la extraña sensación de que ya ha pasado...

Podría argumentar que la emoción de descubrir mi nuevo hogar, hacer mudanza y redecorarlo, ha superado a la de la boda...

Pero no, no lo creo. Alguien que un día se decide a abrir un blog de bodas, después de haberse comprado varias revistas y haber dedicado un mínimo de... ¿2? horas diarias a buscar por Internet como una posesa todo lo relacionado con este mundo, no puede cambiar de un día para otro una ilusión por otra.

Quizás los acontecimientos de los últimos días... Quizás que queda tan poco que mi cabeza, para no ponerme nerviosa, prefiere no pensar en nada relacionado con la boda...


Me encanta este retrato. Y esos guantes... via

Esta semana también hemos aprovechado para avanzar algunas cositas: hemos confirmado los invitados, decidido las canciones que sonarán en los "momentos clave" del banquete, y hemos decorado y guardado los detallitos de los hombres. Nos queda, entre otras cosas, el apasionante (¿?) mundo de colocar las mesas de los invitados...

No, realmente no hemos desconectado de la boda (aunque eso sí, doy gracias todos los días por haber sido una novia precavida y que a día de hoy me queden sólo unas poquitas cosas por hacer y decidir, consejo estrella ¡todo lo que puedas hacer antes, házlo!).

¿Entonces...? ¿Por qué esa sensación de alejamiento, por qué esa falta de ilusión que antes me sobraba? Hace algunas semanas yo era feliz simplemente porque era una novia y estaba organizando mi boda. Ningún acontecimiento era capaz de hacerme "bajar de la nube"? Y creedme, ahora mismo no estoy mal; estoy relajada, muy muy segura del paso que voy a dar (me atrevería a decir: más segura que nunca) pero no me siento exultante, ni con ese punto justo de cursilería que a toda novia nos encanta...



Será que durante estos últimos días no he hablado lo suficiente sobre bodas :) O puede ser que... haga mucho tiempo que no me haya visto como una novia. Con mi largo vestido blanco, con todos mis complementos, o con una prueba de peinado.

Si esto último es una razón para estos sentimientos de distancia, entonces tengo el problema medio solucionado porque ¡mañana es la segunda (y supongo que última) prueba de MI vestido! Ya os conté (aquí) que la primera fue un poco decepcionante, y eso que iba con muchísimas ganas. Quizás mañana, que voy más tranquila, salga del probador llorando de la emoción ¿no?

En cualquier caso, escribir este post ha sido una especie de medicina. De inmediato, me siento mejor. Y me siento más cerca de mi boda, que era lo que quería. Ya tendré tiempo de pasar página en un mes, cuando haya vuelto de la luna de miel; hoy por hoy, quiero seguir disfrutando o viviendo a secas, los pormenores de preparar una boda. Quiero seguir preguntándome: ¿cómo será el día B, cuando... (me levante por la mañana, me estén vistiendo, entre a la iglesia, juremos los votos, nos hagamos la sesión de fotos, lleguemos al restaurante, hagamos el primer baile...)?



Sí, definitivamente reencontrarme con el yo de mi blog de bodas, ése que sólo mi futuro y las amistades virtuales conocen, ha sido una muy buena idea. ¡Seguiré alimentando estas actividades los días que me quedan!

martes, 3 de abril de 2012

Los zapatos de novia no se ven

Hace unos días escribí una entrada sobre un pequeño gran descubrimiento: que existen (y bien extendidos que están) adornos para personalizar los zapatos más sencillos. Y entre mis zapatos sencillos destacan los color blanco roto que formarán parte de mi atuendo de novia.

Mis zapatos son cómodos, de piel, con una línea que me gusta, además estaban muy bien de precio; pero siempre había pensado que eran un poco sosos. Quería añadirles algo que les diera personalidad (por mí, los hubiera forrado enteramente de glitter dorado, pero quizás hubiera sido pasarse...) sin que fuera permanente, y cuando vi los broches para los zapatos pensé: voilà!!

Y mirad, tenía casi-casi pedidos unos de ellos.

Pero no sé si van del todo con el estilo de mis zapatos, que son abiertos de la parte de los dedos, de piel y con un colorcito un poco oscuro...

Cuando fui a la primera prueba del vestido, observé que los zapatos no se me veían nada de nada. Ni siquiera al andar (el cancán siempre va por delante, impidiendo que la falda se meta entre las piernas). Fue entonces cuando me pregunte... ¿y merece la pena darle más vueltas? ¡los zapatos de novia no se ven!

Quien lleva unos Louboutin o unos Manolo Blahnik para su boda, supongo que lo hará para tenerlos de fondo de armario porque lucirlos ese día, poco. A no ser que te levantes el vestido y te eches una de estas fotos que tan de moda están entre los fotógrafos de boda, los zapatos es que no se lucen nada nada.


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La principal misión de los tacones altos, creo yo, es subir centímetros a las novias bajitas como yo. Así que cuanto más cómodos y más discretos puedan ser, mejor. De todas formas, por todas es sabido que las novias raramente terminan el día de su boda con los zapatos con que lo empezaron; se recurre a las clásicas cuñas de color blanco que son comodísimas...

¿Y dónde quiero ir a parar, después de estas observaciones que todas sabéis...? Pues que cuando a una le quedan DÍAS para su boda, todo empieza a clarificarse y ve cuáles son las cosas que realmente tienen sentido. ¿Y por qué digo esto? Porque cuando quedan seis meses para tu boda, por ejemplo, haces una lista enorme de cosas que te gustaría tener y que te parecen imprescindibles: unos zapatos de novia muy bonitos y de color para tenerlos de fondo de armario, una percha personalizada para colgar el traje de novia, unas copas especiales para el brindis, un libro de firmas molón, una lámina con vuestros dos nombres, un perfume nuevo, iniciales de novios (para una sesión preboda, por ejemplo), pomperos para la salida de la iglesia, mil y un artículos para decorar el espacio de celebración y el lugar del convite, etc, etc.


Percha personalizada, via

Pompas a la salida de la iglesia, en vez de arroz via

Es decir, al principio es fácil quererlo TODO, todo lo que vemos en los blogs, en las revistas, en los catálogos. Todo lo que está inventado en cuestión de bodas. Y tienes una idea clarísima de cómo han de ser los complementos: los pendientes, de perlas; el ramo, de peonías; los zapatos, de firma y dorados... Ya expliqué alguna vez que casi todas mis opciones previas se habían incumplido finalmente :)

Pero luego te das cuenta que no es necesario tenerlo todo, sino elegir lo que más te gusta, o lo que tienes más a mano, lo que encuentras. Yo encontré unos zapatos cómodos, bonitos y baratos; iba con mis padres y mi hermana y a todos nos pareció bien. No llevar los zapatos de firma que siempre soñé para "ese día tan especial" no va a suponer ningún cambio sustancial ni en mi look nupcial (que no chicas, que los zapatos no se ven, seriously) ni en mis sentimientos. Ya me los compraré en otra ocasión, habrá muchos más días señalados en mi vida en los que estrenar cosas preciosas.

Del mismo modo, no necesito tener globos dorados para decorar el exterior del restaurante (era nuestra idea inicial), ni mariposas de papel para las copas de los invitados con sus nombres, ni un tocado "de alta costura" (me habría encantado sustituirlo por el velo en el baile), ni que todos y cada uno de los accesorios sea personalizado y diferente. No, no necesitamos tanto... Tanto mi novio como yo, ya hemos elegido suficientes cosas para hacer que nuestra boda sea tal y como la imaginábamos: convencional pero diferente, con muchos detalles, distinta en cuanto al menú y la decoración, con una ceremonia muy cuidada y personalizada y los momentos emotivos justos después del banquete.

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(Creo que dentro de poco voy a dedicar un post no a lo que me he dejado en el tintero, sino a los detalles que hemos elegido para nuestra boda, por si os sirve de inspiración)

Así que bloggers, futuras novias, casadas... Preparar una boda es algo maravilloso, es sumergirte en un mundo de fantasía horas y horas, y al principio queremos tenerlo todo, y comprarlo todo, y que cada mínimo detalle sea especial y diferente... Pero todo no se puede. Y además, es necesario dejar una buena parte de energía para lo que en realidad es más importante: estar serenos, enamorados, felices y relajados para ese día.

Sirva como idea final lo que me dijo el sacerdote cuando le comenté la posibilidad de poner música de fondo de piano durante el momento de nuestros votos: "no, yo no lo aconsejo en absoluto; lo que os vais a decir es muchísimo más hermoso que cualquier música".

Y es que hay cosas que son tan bellas que no hace falta adornarlas ¿verdad?

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