viernes, 29 de marzo de 2013

Una propuesta de canción para el primer baile

El primer baile... las luces bajan su intensidad, la gente se arremolina alrededor de los novios, los primeros compases suenan mientras los recién casados se abrazan y se miran a los ojos.

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lunes, 25 de marzo de 2013

Cosas imprevistas que traen las bodas.

Un año… Hace un año quedaba menos de un mes para mi boda (post como este, me ponen una sonrisa en la cara). Menos de un mes para ese gran día con el que había estado soñando unos meses atrás. Menos de un mes para un día en que mi vida daría un cambio evidente, tanto físico como emocional. Pasaba de estar soltera a casada. De vivir en varios pisos diferentes, y en casa de mis padres en los tiempos muertos, a vivir junto a mi marido. De tener una alta dosis de independencia, a tener una dosis media de independencia (pero un poquito tiene que quedar siempre).

Hace un año, además, empezaba un difícil período familiar por razones que no vienen al caso. Y también empezaba una incipiente búsqueda de identidad, mi verdadera identidad, por un lado porque en el período de los preparativos me había conocido más a mí misma que en meses anteriores (cosas inesperadas que traen los preparativos), y por otro porque mi futuro laboral empezó a ser incierto. Me quedé en paro un par de meses antes de la boda (cosa que, francamente, me vino de perlas), y empecé con un trabajo radicalmente diferente unos tres meses después. Los cambios siempre "remueven" cosas dentro de nosotros.

Así pues, este último año ha sido más convulso de lo que hubiera esperado en principio. Convulso y a veces doloroso. Cambiante e impredecible. Un año donde en muchas ocasiones me he preguntado ¿quién soy? ¿qué hago aquí? ¿es esto lo que anhelaba cuando era jovencita? ¿cuál es mi verdadera pasión? ¿cuál mi verdadero talento? Y la más importante de todas, que va surgiendo conforme una se acerca a cumplir treinta años: ¿qué es lo que quiero hacer con mi vida?

 

sábado, 23 de marzo de 2013

Zapatos de novia ¿qué hacer con ellos?

Mis zapatos de novia están palideciendo en el armario... Y a veces pienso que me gustaría hacer algo con ellos.

Veréis, cuando yo pensaba en mis zapatos de novia, me imaginaba unos muy bonitos y cómodos a la vez, con plataforma y hebilla, y en algún color que no fuera de la gama del blanco al marfil. De todos los zapatos de novia de color, mi sueño eran unas maravillosas sandalias doradas (dorado y con glitter) o en color nude (¿hay acaso un color más delicado y perfecto?). Algo parecido a estas doradas de Jimmy Choo:
Jimmy Choo
O estas monísimas (y parece que comodísimas) de MiuMiu

miércoles, 20 de marzo de 2013

Sobres para invitaciones DIY

Me acabo de topar en el facebook de una amiga con una idea fabulosa.

Es un tutorial muy sencillito sobre cómo hacer sobres con las páginas de tus revistas favoritas (de moda, decoración, paisajes ¿y por qué no de bodas?).

Sé que a algunas al comprar las invitaciones os dan los sobres a juego, pero en otros casos el conseguir los sobres adecuados (en cuanto al tamaño, color, tipo...) puede ser una auténtica odisea. ¿Por qué no hacerlos y que queden así de chulos?



domingo, 17 de marzo de 2013

Aprendamos de los chicos

Han pasado casi casi once meses desde que me casé. No diría que es mucho tiempo, pero tampoco es poco. Once meses o un año es el tiempo suficiente para decir "qué rápido se ha pasado" pero también para ver la boda desde una cierta distancia.

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Los sentimientos postboda se han apaciguado. Ya no aparecen apenas esos sentimientos de nostalgia por no poder repetir un día que ya pasó, o por no poder cambiar cosas, o al recordar esa tremenda ilusión que yo diría que es lo mejor que puede pasarle a todas las novias (nunca lo diré lo suficiente: novias, ilusionáos todo cuanto podáis en los preparativos, sed felices, cursis, vitales, compartid experiencias, dejaos mimar, estad enamoradas y preciosas).

Ahora veo las bodas con otra perspectiva. Con más madurez, diría yo, si es que es posible sentir "madurez" acerca de las bodas. Sigo viendo blogs de bodas de vez en cuando, más que nada por no perder el hilo argumental de este blog, y porque a veces me gusta ver cosas bonitas. Y aunque algunas veces encuentro cosas originales y útiles, en otras ocasiones soy capaz de ver "los horrores" que puede presentar esta industria bodil demasiado interesada en los detalles más minúsculos y en el bonitismo.

viernes, 15 de marzo de 2013

Un reality para la sobremesa: tu casa a juicio.

Soy una loca de los realities. Especialmente los que emiten después de comer, en ese período de tiempo en que las facultades mentales están algo más disminuidas, y apetece ver algo ligero y entretenido, y a ser posible que se pueda comentar con el acompañante (muchas veces se ha dicho que la tele dificulta la comunicación, pero yo he comprobado que existen programas que pueden abrir interesantes debates que de otro modo no hubieran surgido).

Estoy enganchada al canal Divinity hasta un extremo que mi maridito denonima un tanto adictivo. Primero fue la serie "Entre fantasmas" (between ghosts, como le decía de coña a mi amiga inglesa; ése era el título legítimo y no Ghost's whisperer), con la que cada día reflexionaba sobre los asuntos pendientes que tenemos que resolver en esta vida antes de morir (so pena de vagar para siempre como espíritus y necesitando a alguna Melinda Gordon para comunicarnos con los nuestros). Cada día me emocionaba al llegar al final, la serie me parecía bonita y llena de sentido existencial, en serio. Luego, allá por el verano pasado, me encapriché de los realities de novia, en esa etapa post-boda en la que aún me brillaban los ojitos al pensar en la boda, y en los maravillosos vestidos blancos conque llegamos al altar.

Una vez superé el momento post-vestido de novia, fue el programa "Tu estilo a juicio" el que me enganchó tarde tras tarde, y que me hizo ver la importancia que es tener un estilo personal cuidado (ais, lo que me he reído con las ocurrencias de David Clemmer).

Tengo que decir que estos realities y series, para una persona que tiene una afición particular por analizar el comportamiento humano, y por extraer pequeñas lecciones de vida de las situaciones más insólitas, como yo, son una fuente de sabiduría práctica. Quizás por eso me doy el gustazo de verlos sin remordimiento; total, como voy a aprender... ;-D

En estos momentos, uno de mis programas freak  preferidos de la sobremesa es el reality de "tu casa a juicio" (love it or list it) con mis queridos y conocidos Hillary y David. Qué momento, ese de acabar de comer, ir al sofá y ver unos capitulitos nuevos. Me encantan las intervenciones y ocurrencias de esta pareja, incluso sus comportamientos sobreactuados (David tan competitivo y seguro de sí mismo; Hillary histérica cuando en todas las casas aparecen -¿casualmente?- problemas no previstos). Una llega a conocer tan bien a Hillary y David que desearía irse con ellos a tomar esa copa final que paga el que pierde su apuesta.


miércoles, 13 de marzo de 2013

Detalles de boda solidarios

¿Cuántas veces hemos salido de una boda con un detalle "inútil" que no sabemos dónde colocar, o qué hacer con él?

Desde el blog, he insistido en la necesidad de regalar detalles que tengan alguna utilidad o que sepamos que van a gustar ampliamente (mis favoritos, ya sabéis, son los que "se gastan" sea algo comestible, jabones, velas, gloss para las chicas...).

Pero podemos ir un poquito más allá, y regalar algo verdaderamente diferente, y que refleje el compromiso de los novios con hacer de este mundo un lugar mejor . Porque ¿qué mejor momento para hablar de compromiso  que una boda, eh? :-)


lunes, 11 de marzo de 2013

Para comenzar bien el lunes

"Un sueño posible, un proyecto personal de vida, es la mejor herramienta que podemos tener a nuestra disposición para comenzar cada día con una sonrisa, con una esperanza, porque sabemos adónde queremos llegar, porque hemos trazado un camino para recorrer y porque tenemos la certeza de que más allá de que el pasado nos haya deparado conflictos, fracasos y pérdidas, el presente nos está dando una nueva oportunidad para demostrarnos que todo es posible y que estamos capacitados para ser responsables de nuestro destino y dar cabida a nuestros sueños."

Extraído de: "Apuesta por ti", Walter Dresel.


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He sacado este extracto de un libro que he estado hojeando el fin de semana. El libro no ha llegado a engancharme, porque creo que estos libros de autoayuda a veces simplifican todo demasiado, y no tienen en cuenta que nuestros miedos en ocasiones son demasiado grandes como para captar el mensaje positivista de este tipo de libros. Por otro lado, lo de "autoayuda" va bien cuando la situación la puedes manejar, pero en otros casos necesitas ayuda y sentirte arropado para empezar a levantar cabeza...

viernes, 8 de marzo de 2013

"No me gusta posar, ¿qué hago?"

Seguro que algunas de vosotras tenéis esta pregunta molesta flotando por vuestras cabecitas.

Las personas que tienen una gracia natural para seducir a la cámara, y que no se sienten incómodas posando o dejándose llevar por el momento, no tendrán ningún tipo de problema el día de su boda. Mucho menos esas personas fotogénicas, que siempre salen bien aunque estén despeinadas u ojerosas (¡¡arrgghh, tengo amigas así!!), y que una como servidora odia secretamente por este motivo.

Porque yo, queridas, me encuentro más bien en el lado contrario. En el lado de las que ante las fotos hacen un gesto raro o un guiño desfavorecedor. Y en el lado de las que dicen que, por lo general, al natural están mucho mejor... Para mi tranquilidad, hay personas que opinan esto mismo, que las fotos no me hacen justicia, lo cual me hace sentir mucho mejor.

Meses antes de la boda tenía esta pequeña preocupación en la cabeza: de poco servirá un buen fotógrafo y un buen videógrafo de bodas, si yo por lo general "suelo salir mal" en las imágenes estáticas o en movimiento. Además, a mí siempre me ha dado mucha vergüenza posar ante las cámaras... Soy de ésas que cuando va a ver las fotos y el vídeo de novia a casa de una amiga, se siente incómoda cada vez que aparece en las fotos o hablando-riendo-bailando ante la cámara.

lunes, 4 de marzo de 2013

¿Quién limpia esta casa?

Creo que no me equivoco si digo que uno de los motivos más frecuentes de las peleas entre parejas que conviven juntas es la limpieza y el orden en el hogar. (Hola cariño, ¿me lees? Sí, hoy voy a hablar de uno de tus temas preferidos... va sin acritud -que conste que en este caso yo soy la parte "desastre" y mi marido la parte pulcra)

Desde luego es un tema delicado. El hogar es el sitio en el que, o bien pasamos la mayor parte de nuestro tiempo (si contamos dormir) o bien en el que nos sentimos más identificados. Todo el mundo necesita sentir que tiene un territorio suyo, que en algún lugar del mundo "se siente como en casa", que tras un viaje o un día de trabajo "regresa a su hogar". Ya sabéis el conocido refrán: como en casa en ningún sitio. Doy fe.

Una de las manifestaciones de lo importante que es para todos vivir en un hogar que sintamos como nuestro, es el esfuerzo económico e intelectual que se hace al decorar una casa (que muchas veces se lleva a la par que se organiza la boda). Nos pasamos horas pensando en cómo pintar las paredes, qué muebles elegir, qué cuadros, qué telas, qué texturas, qué tipo de iluminación. Los artículos y revistas sobre decoración, tendencias e incluso DIYs para el hogar abundan por todos lados. Los novios antes de la boda corren como locos de un sitio para otro buscando los artículos perfectos (yo lo hice después). Nuestro hogar es importante.

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Pero la realidad es que una casa bonita y con un diseño esmerado sólo va a resultar realmente acogedora bajo dos supuestos: 1) si ese estilo tan cuidado va con nosotros, refleja nuestra personalidad, nos ha resultado divertido al elegirlo y 2) si está limpia y ordenada.

La mejor casa del mundo, la más grande y con los objetos más valiosos, podríamos desecharla si está hecha una pocilga. Un piso pequeñito y mono, con pocas cosas, podría ser objeto de un enamoramiento si lo vemos ordenado y pulcro.

Limpiar es una de esas tareas que, nos guste o no (y a la mayoría no nos gusta, lo sé) forma parte de nuestra rutina diaria, como comer, asearnos, trabajar o dormir. No podemos vivir sin limpiar, sencillamente (a no ser que nos limpie otro, pero en este caso tendremos que pagarlo). Podemos estar un día, dos, y hasta una semana o más sin barrer el suelo, pero pásate un par de días sin fregar un plato o recoger la ropa de tu habitación que tu salud emocional peligrará seriamente.

Lo malo de limpiar, aparte de las molestias que supone si consideramos la tarea desagradable, es que es algo que exige un esfuerzo permanente. Cada vez que cocines, debes fregar y recogerlo todo. Si un día te matas a planchar, eso no quita que a la semana no tengas que volver a repetir esa memorable experiencia. Es así de duro (o no), y tenemos que admitirlo... Pero creo que puede haber ciertos consejos y trucos que pueden hacernos la experiencia de limpiar un poquito más grata. Y quisiera compartir los míos con vosotras, y si encontráis algo más que añadir, lo podéis compartir en los comentarios:

1. La primera cuestión es QUIEN limpia la casa. De ahí vienen la mayoría de los problemas. En general, los hombres son más proclives a verlo todo menos sucio y a escaquearse. Es importante hablar con nuestra pareja y plantearle dos cosas: en casa, nadie "ayuda a" o "colabora" (qué típico cuando he hablado con algunas amigas y conocidas escuchar: oh, mi marido es buenísimo, me ayuda mucho con la casa). Ehhh.... ¿¡perdona!? Los dos trabajáis (a veces, incluso ella trabaja más horas) ¿por qué te conformas con que te haga la compra y cuatro cositas más? 

Considero que este punto debería estar clarísimo para las parejas del siglo XXI (¡novias, sacad el tema con vuestros futuros maridos!): si los dos trabajan, y aproximadamente las mismas horas, las tareas SE REPARTEN. Sin más. Nadie ayuda a o colabora con. En el caso de que los horarios de trabajo de uno sean más cortos o flexibles que los del otro, entonces se podría llegar a una negociación, y que uno de los dos asuma más el peso de la casa durante la semana.

Pero los fines de semana, festivos y vacaciones... se supone que los dos libran de sus respectivos trabajos, por tanto ¿quién tiene que ayudar a quien? No caigamos en la tremenda injusticia de las generaciones anteriores, cuando la mujer, ama de casa, trabajaba religiosamente los 365 días del año, mientras que el hombre que era el supuestamente "trabajador" tenía, al menos, un día a la semana libre y algunos días más al año. ¡¡No, no y no!! Monto en cólera interior cada vez que acudo a una cena familiar en Navidad y veo a los hombres disfrutando de las bebidas y los aperitivos, y a las mujeres preparando, cocinando y recogiéndolo todo después. ¿Acaso no es un día festivo para todos?

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