Alguna se pondría histérica al decirlo. Yo no. En parte porque tengo listas y preparadas el 95% de las cosas, y sé que el 5% restante no hay más remedio que hacerlo las últimas dos semanas (última prueba del vestido, confirmar la lista de invitados, colocar las mesas y llamar a todos los proveedores para recordarles que se acerca TU BODA, por si lo habían olvidado, que algunos no me han dado señales de vida...).
Pensé que a falta de un mes todo sería más de color de rosa. No es gris, pero tampoco es tan ideal como lo había imaginado... Y no por mí, o por mi pareja, sino por circunstancias fuera de nosotros. Ha habido malos momentos en estos dos últimos meses para que haya bajado de esa nube en la que solía andar subida. A veces, soy lo bastante fuerte o egoísta para aislarme de la realidad y volver a subir ahí... es lo que intento, una vez y otra. Aislarme de la circunstancias externas, pensar en mi gran día, en mí guapísima, en una ceremonia preciosa y una fiesta sin igual; pensar en que no hay nada más para mí que mi boda, porque sólo se es novia una vez en la vida, y a mí ya me quedan días...
Al menos, mi novio está conmigo. Él y yo, juntos, como la pareja que seremos. Hoy a falta de menos de un mes me gustaría brindar con él por los buenos momentos de estos preparativos, pero también por los malos. Por las desilusiones, por las decepciones, por los conflictos familiares que me persiguen, por las malas noticias, por el estrés, por la indecisión.
Juan Antonio Capó, en Flickr |
Brindo por la superación de los malos momentos. Porque hace apenas unos días incluso me planteé seriamente renunciar a mi boda... Sí, como lo oís, ya no podía más. Y porque luego pensé "voy a casarme, porque lo merezco y porque, sea una fiesta más o menos alegre, más cercana o menos a lo que yo había soñado, quiero ser la esposa del que ha sido mi novio durante tantos años".
Tengo unos estados de ánimo difíciles estos días. Sentimientos de felicidad, y también sentimientos agridulces. Podíamos estar en casa todos felices y emocionados, y sin embargo hay un ambiente turbio y espeso. Pero hoy quiero brindar por todo esto... Quiero aceptar todo esto... Quiero brindar por los buenos momentos de preparativos, que los ha habido. Por la gente que se ha ilusionado conmigo y me ha apoyado. Y aun con todos los conflictos, quiero que llegue ya ese día, mi boda, porque quizás lo viviré con un sentido distinto. Como le dije a mi novio:
"Cuando te vea ese día, yo entrando a la iglesia, plantado al final del pasillo, lo primero que pensaré será Dios mío, a pesar de todos los obstáculos estamos aquí... A pesar de todo, vamos a casarnos. Y entonces creo que me olvidaré de todo y me centraré en nosotros. Quiero pensar que en ese momento cobrarán sentido todos los malos momentos de estos últimos dos meses, porque tú y yo seremos más fuertes como pareja, y porque toda esta travesía de dificultades hasta el día de nuestra boda nos harán disfrutarlo más... y disfrutar más del idílico viaje de luna de miel que nos espera".
Menos de un mes para nuestra boda. Me quedo con los buenos momentos... y después de brindar, entierro los malos. Me olvido de ellos. Por egoísta e inapropiado que pueda parecer. Porque creo que, aunque a mi alrededor los ánimos estén revueltos, merezco sentirme como una novia feliz y afortunada en este último mes de preparativos. Y luego, Dios dirá...