Nos compramos un vestido bonito, unos zapatos preciosos que luego nos harán un daño tremendo (las mujeres nunca aprendemos), vamos a la pelu, nos juntamos en casa de los futuros novios, les acompañamos a la ceremonia, al restaurante, nos encontramos con las familias o los amigos, damos besos y más besos, hacemos sorpresas, deseamos lo mejor a los novios... Y todo ese ritual que llevan las bodas resulta un tanto peculiar verlo desde fuera, cuando hace poco lo has estado viviendo desde dentro... Desde lo más dentro. Desde el papel de novio o novia.
Vamos, que las primeras bodas a las que acudes después de casada evocan unos sentimientos singulares.
No sé si a las demás os habrá pasado, pero a mí sí. Recuerdo las últimas bodas a las que acudí como mujer prometida. Entonces estaba como loca preparando mi boda y buscando inspiración, y en ciertos momentos de la ceremonia y la celebración, se me despertaba en el estómago un gusanito de emoción, y me decía: "ay madre, ¡que dentro de nada soy yo la que estará viviendo todas estas sensaciones!". Había veces que me emocionaba hasta tal punto que luego, en casa, me era muy difícil conciliar el sueño, hasta tal punto que en una ocasión acabé llorando (esto es verídico 100%). Las últimas bodas a las que acudes como prometida son algo muy bonito y emocionante.
Y ahora... bueno, ahora todo es distinto. Tremendamente distinto. Porque mi "gran día", mi "día B", ya ha pasado y no va a volver. Y eso hace que te encuentres en la boda de los demás con una lluvia incontrolable de sentimientos: por un lado un poquito de nostalgia, porque tu día ya pasó; por otro un torrente de recuerdos, que te hace comparar cada momento de la boda a la que estás asistiendo con la tuya propia; por otro un entendimiento de las situaciones que está pasando la novia. Y al final, cuando se acaba todo y los invitados se van a sus casas, recuerdas que para los novios es el principio de ese especial viaje de novios que quisieras repetir, ¡qué envidia!
En fin... ir a bodas ajenas cuando la tuya ha sido hace poco es menos agradable que ir a otras bodas cuando la tuya está por llegar. Y remueve ciertas emociones que quizás preferirías tener encerradas: como la incómoda sensación de que en tu boda no disfrutaste lo suficiente, o el deseo imposible de que ojalá pudiera repetirse la boda para cambiar las cosas que no te gustaron (tu look nupcial, la ceremonia, los invitados, el sitio de celebración, la música, las sorpresas...).
Todo el mundo sabe que esos pensamientos no llevan a ningún sitio (por mucho que pienses en el pasado, no podrás cambiarlo ni permitir que vuelva). Pero creo que lo sano no es reprimir estas emociones, sino liberarlas. Creo que es sano admitir que sentimos un poquito de nostalgia en bodas ajenas, que todavía tenemos una espinita clavada por las cosas que no salieron del todo bien en nuestro día, que nos dá pena que la ocasión de llevar un precioso vestido blanco y estar hermosísimas ante los ojos de todos nuestros seres queridos se haya esfumado para siempre... Y esto lo digo yo, que de niña no era una especial enamorada de las bodas. Puedo imaginar estos sentimientos amplificados para aquellas que siempre soñaron con este momento.
Entonces ¿qué, qué hacemos? ¿Estamos condenadas a sentir esta melancolía del "día que ya pasó" el resto de nuestras vidas? Yo pienso que estos sentimientos se pasarán, con el tiempo. Que será como esa sensación agridulce de cuando recordamos nuestros años de instituto o de universidad: por un lado sentiremos el ligero dolor del tiempo pasado, pero por otro la felicidad de que hayan existido.
Aunque en mi opinión, lo más importante de todo, es no centrarnos en estos tiempos pasados felices y pensar en el futuro. Confiar en que el futuro nos traerá momentos muchísimos más maravillosos. Confiar en que lo mejor está por llegar (¿verdad, D.? ;-) ).
Ya comenté una vez en uno de esos "post guerreros" que hago de vez en cuando (aquí), que soñar conque nuestra boda será el día más feliz de nuestras vidas, es un pasaporte directo a una depresión existencial. Porque cuando consideremos que el día más feliz de nuestras vidas haya pasado ¿qué motivación tendremos para que pase el resto? Es como aquellos que dicen que la juventud es el momento más feliz de nuestras vidas; cuando se pasa y llegamos a los treinta, por ejemplo ¿entonces qué nos queda, qué alegría de vivir?
Hay que pensar que las mayores sorpresas aún estar por venir, que los días mejores siempre nos aguardan, y que irán siendo superados por otros días aún mejores. Pero si algún día estamos un poquito más sensibles y nos invade esa nostalgia de la que he hablado, como puede ser en la boda de otra persona después de la nuestra... bueno, pues tampoco pasa nada. Admitamos nuestros sentimientos y vayámonos a dormir con una sonrisilla sensible en los labios. Eso sí, esta vez al lado de nuestro maridito, y eso es algo que nadie nos puede quitar.
¿¿Y vosotras, mujeres casadas?? ¿Qué tipo de sentimiento habéis experimentado cuando habéis acudido a la boda de otra personan cuando han pasado pocos meses desde la vuestra? Siempre me interesa vuestra opinión, pero en este punto, muy especialmente... ¡Feliz semana!
Imágenes: Whimsical Colorado Wedding, via ruffledblog.
Buenos días Miss chloé!!!
ResponderEliminarDe verdad que tus entradas últimamente me están viniendo al dedillo...
Y es que este fin de semana he estado en la despedida de soltera de una amiga de toda la vida. Es a la primera que acudo tras mi día B y no puedo evitar pensar qué sentimientos me invadirán en su boda...
Tu reflexión me viene estupendamente para ponerme en situación pues imagino que será exactamente así, pues a falta de un mes para la boda no puedo evitar recordar cómo estaba yo a un mes de la mía, qué sentirán, cómo llevarán la ultimación de detalles, del viaje, de regalos...
Cuando pase te contaré...
Un besoteeeee
ital
Pues... mi experiencia no es del todo parecida. Me casé el 12 de mayo de este año y he ido a ¡tres! bodas después de la mía.
ResponderEliminarSí es cierto que a veces se compara y he tenido pensamientos del tipo "anda, eso ni se me ocurrió y es bonito", pero la mayor parte del tiempo pienso y siento dos cosas: que cada boda, pese a ser esencialmente lo mismo, es muy diferente y me encanta observar qué y cómo decide cada uno expresarse, y que ¡yo también me casé! Todavía siento sorpresa y alegría por la decisión de dar el paso, por cómo fue; en un buen momento, de una forma fácil, sencilla y bonita. Es algo que ni añoro ni quisiera repetir, más bien lo veo como algo afortunado que tuve la oportunidad de compartir... y a otra cosa, mariposa.
También es verdad que no soy yo muy de nostalgias ni de buscar mucho ese tipo de emociones en mi vida. Creo que soy más bien de vivir la cotidiana; una boda una vez en la vida me parece que es la cantidad (máxima) que mi cuerpo me pide :-) Satisfecha, pues!
ay yo tb lo volveria a repetir mil veces!!!!
ResponderEliminaren realidad yo vivo las bodas de los demas mucho mas ahora, pq se por lo que estan pasando y se la ilusión que han puesto en organizarlo todo!
bss
pia
yo tuve tres este año ya!!! jejejjeje
ResponderEliminary de momento no hay mas a la vista!!! me enccantan! son tan románticas..!
un besote preciosa!
si te animas, pásate a visitarme!!!
self-dressed.blogspot.com
ahora entiendo porque me gustan a mi tanto las bodas, no me he casado aun!!
ResponderEliminarYo he acudido alguna boda más,al final acabo comparando y tengo la suerte de pensar que la mía me gusto más.Claro,que alguna cosilla se podría cambiar,pero forma parte de las anécdotas y si no ya no sería igual.
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