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viernes, 5 de septiembre de 2014

Aquí de nuevo. Destapando a Miss Chloe



Bueno ¿qué?

Siete meses sin escribir en mi (querido) blog. Y sin despedirme... Un post sobre figuras chorras de novios y ¡voilà! ¡desaparecí!

Desde luego, no ha sido por falta de ganas, ni por desconexión con el mundo bodil (hace ya más de dos años que me casé, pero aún sigo acudiendo a bodas, y parándome delante del escaparate de Pronovias, y paseando un ratito por mi blogroll). Ha sido por falta de tiempo. Porque no me daba la vida, con tanto trabajo y tantos proyectos.

La verdad que a principios de este año tenía grandes expectativas para mi blog. Cambiar el diseño, mejorarlo. Reescribir antiguos post que ya se habían quedado desfasados y algunos con muchos links rotos. Escribí con más asiduidad (¡me propuse un nuevo post cada lunes!). Darme más a conocer. Hasta en pensé publicar mis fotos de casada en mi segundo aniversario, para "librarme" un poco de este anonimato que cada vez empiezo a ver más absurdo...

Y resulta que el año que más claro lo tengo, es el año en el que dejo de escribir. Y dejo en un stand-by el blog sin decir ni adiós...

No hay cosa que más he reprochado a esos blogs que seguía y que de repente se quedan en el vacío, que el hecho de que no apareciera ni un triste post de despedida. Ni un "ha pasado esta etapa, lo dejo" o un "termino este blog pero puedes seguir leyéndome en...". Así que hoy he decidido volver a este espacio tan especial, y por el momento para decir tres cosas...

1. Que voy a seguir escribiendo, que no quiero dejarlo, que quiero seguir discutiendo sobre encajes, zapatos, flores, fotógrafos, tendencias, pero sobre todo, EXPERIENCIAS. Porque no puedo evitarlo, me identifico con cada novia, antes, durante y después de la boda, es como si dijera "todo eso lo he vivido yo" y quiero escribirlo y hablar de ello.

2. Que el motivo por el que he estado tan alejada de este blog es porque he empezado con unos nuevos estudios, que me ha supuesto no sólo un nuevo proyecto en la red (esta vez, una web un pelín más profesional) sino además perfilar lo que puede ser mi nuevo trabajo. Ser coach profesional.

3. Que creo que he llevado al extremo el ser celosa de mi intimidad, y ocultarme tras un seudónimo (que no niego que me guste). No me apetece poner mi foto, mi nombre y el lugar donde vivo aquí, pero si quieres saber quien soy en la vida real, puedes visitar este enlace y enterarte de todo. De mi nombre, mi nuevo rumbo profesional y ver mi cara en la vida real (que lo de las figuritas de novios que tengo en el perfil ya está un poco pasado).

Ay, qué a gustito me he quedado. Y qué bien sienta la vuelta a casa...

Querida novia, recién casada, casada a secas o romántica empedernida, si este era tu sitio, lo seguirá siendo. Y mil gracias por estar ahí...

¡Hasta pronto!

lunes, 13 de enero de 2014

Las doce cosas que mi yo actual le diría a mi yo de novia


Quisiera empezar el año con un post "contundente". Tengo otros en borradores (entre ellos, la crónica de una boda preciosa que me mandaron hace un par de meses), pero quería para este primer artículo del año algo muy personal y que resumiese lo poco o mucho que he aprendido desde que empecé mi andadura como novia.

Hace tiempo que empecé esta lista de consejos, recomendaciones o como lo queráis llamar. Ya he dicho alguna vez que no es conveniente seguir a ciegas los consejos de los demás, pues cada uno partimos de diferentes situaciones, y lo que es una ayuda para unos puede ser una contraindicación para otros (por ponerlo en forma de metáfora: se puede dar agua a un sediento, pero no a alguien que se está ahogando). Así pues, tomaos esta lista como lo que una amiga, en un momento de charla personal y sin intentar cambiaros de idea, os diría si le plantearáis esta interesante pregunta:

¿qué cosas tu yo actual le diría a tu yo de hace meses, cuando eras una novia?

lunes, 2 de diciembre de 2013

Casarse por amor

Y esta vez resucito una entrada del primer día que comencé el blog (26-08-2012), sobre algo de lo que se habla muy poco en los blogs de boda pero que es precisamente la clave del asunto: que nos casamos para dar un paso más, para comprometernos, para hacer de nuestra unión no un asunto meramente privado y romántico, sino algo oficial. Es decir, que casarse tiene un significado romántico o emocional, y también un sentido digamos "legal" o social.

Por supuesto, hacer una boda bonita y con detalles, que conviertan ese día [del "paso oficial"] en inolvidable para nosotros y también para nuestros invitados es importante, y es hermoso.

No es superficial engalarnarnos a nosotras y al lugar de la celebración, y hacer invitaciones bonitas, y tener un vídeo de boda precioso, en absoluto. Pero quizás sí roza lo superficial olvidarnos durante los meses de preparativos del trasfondo del asunto, y no hablar sobre ello. En este post que titulé en su día: ¡me caso! Pero esto... ¿qué significa? expongo algunas de mis opiniones. Particularmente, me alegra haberlo tenido claras ciertas cosas desde el principio, pero admito que, en más de un momento de locura bodil (y blogueril), parece que este motivo pasó a un segundo plano. Hoy por hoy, sé que no importa. No importa si un día te obsesionas con los broches de los zapatos de tu atuendo de novia si al día siguiente te ríes de ello. No importa si un día discutes con tu novio por algo relacionado a la boda y al día siguiente lo renegociáis y os reconciliáis. No importa si algún día te parece lo más importante del mundo que pongan un partido Barça-Madrid el día de tu boda (hablo con conocimiento de causa...) si cuando pasa el tiempo lo recuerdas con cariño.

Y al final, no importa si tu boda no sale exactamente como tú esperabas si cuando acaba la fiesta piensas: en este momento (ojala "el resto de tu vida" pero si no en el momento presente), estoy donde quiero estar.

Casarse es muuuucho más que cumplir la fantasía de los quince años de verse con un vestido de princesa e irse de vacaciones a un lugar de ensueño. Casarse es afianzar una relación. Es perder el miedo a hacerlo legal. Es unir a dos familias y dos grupos de amigos en una celebración que (snif! lagrimita) nunca más volverá a repetirse. Y casarse puede ser el primero de muchos proyectos compartidos en la pareja, y también una oportunidad para "pasar" de lo que digan los demás, y hacer lo que realmente deseas. Casarse, a algunas personas (entre las que me encuentro) conlleva experiencias muy interesantes y hace madurar.

martes, 29 de octubre de 2013

La pareja, por Sergio Sinay

Que el vínculo de pareja es singular lo sabemos todos, aunque no nos hayamos detenido mucho sobre esto. Y como este blog va de bodas (y esto no sólo consiste en que "todo quede bonito"), y por ende, de matrimonios, creo que es un buen lugar para lanzar esta reflexión y después dejar algunas opiniones:

La pareja fundacional concentra y condensa la matriz de las relaciones humanas. En ningún otro espacio como en ella dos personas quedan desnudas (aunque se tapen y disfracen de mil maneras) y “condenadas” a vincularse, del modo más maravilloso, amoroso, empático, trascendente, creativo y nutricio o de la manera más perversa, psicopática, manipuladora, egoísta, utilitaria y estéril. Con nadie más cada una de ellas podrá experimentar, como primicia y en entero ejercicio de su responsabilidad, la certeza del amor del modo en que este lazo lo permite. En ningún otro vínculo el ejercicio amoroso es el resultado de una elección efectuada en absoluta paridad, en igualdad de condiciones, de tú a tú.

El amor de los padres hacia los hijos es (en toda su riqueza y trascendencia) el amor de alguien que creó al otro. El amor de los hijos a los padres es, en el inicio (y mientras la actitud de los padres abone el vínculo) el amor de alguien hacia quien lo creó y de quien necesita para sobrevivir. Existe el amor de la amistad, único y especial, pero está a salvo de convivencia y proyectos comunes. Las parejas que honran al amor con su modo de convivir, mejoran el mundo.

(Fragmento del libro “Sanar la Pareja” por Sergio Sinay, Ediciones B)


Sydney griswold photography

viernes, 30 de agosto de 2013

Releer

En un mundo donde la información disponible es, por definición, infinita, (puesto que a la cantidad abrumadora de información que ya existe, hay que sumarle la cantidad abrumadora de información que se crea nueva cada día), parece una bobada releer lo que dicen los demás o volver sobre lo escrito por una misma.

También pasa con los libros. Hay quien dice que con todas las obras maravillosas que existen en la literatura universal, más los tantos libros estupendos que salen nuevos cada año, qué sentido tiene volver a los viejos párrafos conocidos.

Este argumento tiene toda la lógica, por supuesto, y sin embargo... para mí releer, ya sea viejos artículos de blog que tengo guardados en "mis favoritos", viejos recortes de revistas, o viejos libros, tiene todo el sentido.


binzamar.tumblr.com
Puesto que hay tanta, tantísima información en forma de blogs, libros, manuales, folletos, etc. la aspiración de leer siempre cosas nuevas para dejar menos por descubir me parece un tanto ingenua. De todos modos, leyendo cada momento nuevas cosas no llegaríamos ni a leer el 0,05% (por decir algo) de todo lo que existe, ¿para qué instigarnos tanto por la novedad, pues? Aun leyendo cada semana de nuestra vida un libro nuevo, (una maravillosa combinación de clásicos, novela actual, ensayo y libros técnicos, por ejemplo) no llegaremos a cubrir ni de lejos todo el espectro de obras existentes e "imprescindibles". Nunca habremos acabado realmente. La tarea de leer y buscar información es hoy día, más que nunca, interminable.

domingo, 25 de agosto de 2013

Temporada de bodas

Septiembre es la nueva temporada de bodas.

Es un mes aún cálido, y luminoso, pero no tanto como sus predecesores julio y agosto, en los que aguantar con el maquillaje sin derretir y el peinado sin deshacer por el sudor es todo un reto...

Para mí este año, septiembre es mi temporada de bodas particular, nada más y nada menos que asisto a cuatro bodas diferentes, y a diferencia del año pasado, las cuatro bodas muy muy cercanas: buenas amigas y familiares muy directos.

En estos días, estoy ciertamente con los preparativos de la boda, aunque no sea la mía: ultimando las últimas compras (puesto que tengo ya varios atuendos de boda, sólo he necesitado un par de zapatos y un nuevo vestido que ha sido toda una ganga), pidiendo cita en las peluquerías, organizando (y disfrutando) despedidas de soltera, poniéndome deacuerdo con mi marido para nuestros trajes (me encanta que su corbata vaya a juego con mi vestido) y sobre todo, compartiendo con las novias sus preparativos y desvelos sobre el gran día.

viernes, 2 de agosto de 2013

Y tras la desconexión... reflexiones

Queridas lectoras,

Hace unos días (que al final se han convertido en meses) desaparecí del mundo virtual, pero fue sólo figurado. Hice una especie de "ayuno de blogs" que no resultó tan ayuno como yo pretendía (como a los cinco días, me introduje en un huequito de mi tiempo en algunas páginas web, jejeje), pero que me ha servido para darme cuenta de algunas cosas importantes que no quisiera olvidar.

Por otro lado, me encantó recibir en mi cuenta de correo comentarios positivos y llenos de ánimo. Sé que algunas de vosotras estáis con vuestras bodas, y mirar blogs y revistas virtuales de boda es parte del proceso (así que seguid haciéndolo, sin pasar nunca el límite de lo que gusta a lo que es adictivo), pero para las que estéis un poco saturada con vuestro trabajo o con vuestra vida, igual es momento de desconectar un poco. Desconectar de la avalancha de información para conectar con lo cotidiano.



¿De qué me he dado cuenta en este tiempo?

Para empezar, he tenido dos días de trabajo en este período altamente productivos. Pero de verdad. Han sido horas y horas dedicadas a mi tarea, y eso me ha dado un subidón de energía que... al llegar la noche, en esas dos ocasiones, estaba plena de felicidad. Dios mío, me he dicho, ¡esta sensación es mucho mejor que el placer inmediato que me producen mis escapadas a Internet!

Eso sí, es cierto que a pesar de esos momentos de subidón, aún estoy revisando mi tendencia de postergar, a dejarlo todo para última hora, y a ver en ciertas cosas un esfuerzo inmenso que luego, me doy cuenta, que no es tanto. Pero hoy, más que hablar de autodisciplina, me gustaría comentar algunas cosas importantes de Internet, de cómo yo lo veo.

Para empezar, opino que leemos demasiada información. Sí, definitivamente. Demasiada. No necesitamos, ni remotamente, saber tanto.

Repito. Toma aire y medita mis palabras. LEEMOS... DEMASIADA... INFORMACIÓN. No...

no necesitamos saber tanto.

Buscar tanto.

Introducir tanto en nuestras cabezas.

(¿que pasaría si ahora mismo, en vez de seguir leyendo, apagases el ordenador y te quedaras mirando al vacío? Seguramente, que conectarías un poquito más contigo mism@. Igual lo que necesitas no es leer mis pensamientos, sino escuchar los tuyos, o igual parar de pensar... Pero si te gusta lo que hay aquí escrito, sigo).

domingo, 2 de junio de 2013

Tras cuatro días de vacaciones

Ese pequeño placer de llegar un domingo a casa, después de haber pasado el finde fuera de ella, y encender el ordenador que aguardaba mi regreso.

Los domingos a partir de las nueve de la noche, son para mí, los blogs, Internet y la tele, todo ello junto en el salón, y mi maridín en el sofá de al lado. Juntos, pero no revueltos, cada uno a sus cosas. Mirándonos y diciéndonos algo de vez en cuando. Para ciertos momentos, también estar juntos así está muy bien. ;-)

He llegado a casa después de haber pasado cuatro días fuera, en la playita (no hacía excesivo calor, pero por dios, qué bien hemos estado). Era un viaje de ocio con pareja y amigos; la mayor parte del tiempo hemos estado sin parar de hacer cosas, pero por suerte, ha habido ciertos breaks durante el día en que he podido desconectar y pasar ratitos sola, frente al mar o leyendo una novela.


miércoles, 22 de mayo de 2013

¿Hacer caso a los consejos de los demás?

Diariamente todos damos y recibimos consejos. Nos guste o no, a todos nos encanta compartir nuestras experiencias e inculcar a los demás nuestras "perlitas" de sabiduría. Y cuando alguien nos llega y nos dice: "¿sabes, aquéllo que me dijiste hace tiempo...? Tenías razón", nuestro ego sube a límites insospechados.

Qué voy a decir yo, si este blog y tantos otros hablan sobre consejos de bodas y relaciones (y últimamente, consejos de todo tipo, que hace meses ya que aquí la temática se ha expandido mucho).




Llevo cierto tiempo pensando en esto de los consejos a los demás. Últimamente leo varios blogs sobre psicología, minimalismo, productividad, y en general way of living. Blogs en los que sus autores vierten diariamente una gran cantidad de reflexiones y consejos. Algunas veces sus enseñanzas o sus experiencias coinciden con las mías. En este caso, no hay lucha interna posible, me reafirmo en mis convicciones. Pero en otros casos, lo que proponen estos autores es radicalmente distinto a lo que estoy haciendo en esos momentos.

Y entonces me pregunto ¿Estoy haciendo algo mal? ¿Debería cambiar esto? ¿Debería pensar de otra forma?

viernes, 22 de febrero de 2013

El momento adecuado

El momento adecuado probablemente nunca llega si nos esforzamos en buscarlo.

El momento adecuado para casarse. Para tener hijos. Para amueblar nuestra vivienda. Para empezar nuestro propio negocio.

Bueno, os preguntaréis, ¿y a cuento de qué todo esto...?

Resulta que el otro día compramos un vinito rosado más caro de lo habitual. Capricho de la mujercita de la casa, vaya. Una vez en casa, nos preguntamos ¿cuándo lo abrimos? ¿El próximo mes-aniversario, para un cumpleaños, una ocasión especial? Resulta que igual llega esa ocasión, ese "momento adecuado" y surgen otros planes, y el vino rosado se queda triste y solo, esperando en un rincón. Igual en nuestro próximo cumpleaños, aniversario, o día de celebración variado, estamos tan exultantes que nos olvidamos por completo del vino...

¿Y entonces cuando...?

via

Hago un guiño y me digo que el momento adecuado puede ser hoy. Porque estamos juntos, porque nos apetece. No hay nada especial que celebrar (bueno sí, ¡que estamos vivos!) o es un momento trascendente de nuestras vidas.

Y me digo que si lo fuera, si en algún momento se produce uno de esos instantes en que te sientes conectada al universo, o inmensamente feliz, o eufórica, o enamoradísima, o te empiezas a reír y no puedes parar (¿no os ha pasado? pequeñas burbujas de sabiduría o felicidad que ni sabes de donde vienen), quizás no tengamos una botella de vino para celebrarlo. Pero en realidad tampoco hará falta. La grandeza de ese momento bastará por sí sola.

Así que cariño, ¿por qué no aderezamos esos momentos "buenos pero no maravillosos" de la vida, con una cena, vino, salida nocturna o plan descabellado? Abramos ese vinito hoy. Estamos tranquilos y serenos, estamos juntos. Quien sabe lo que pueda pasar tras la descarga de alcohol...


Juassss... XD via

Así es la vida. Que a veces los caprichos no acompañan a las celebraciones o a los momentos vibrantes, pero posiblemente pueden ser el preludio de los mismos... ¿no os parece?

Como cuando una se pinta los labios de rojo un día cualquiera, y le sucede algo fuera de lo común; o cuando sales desganada a tomar unas cañas con los amigos y no regresas a casa hasta la madrugada.

El momento adecuado es justo cuando te lo planteas. Ni más ni menos. No se puede prever, no se puede racionalizar. Pero en cierta forma, se puede estimular que surjan "momentos adecuados" todos los días. Basta con atreverse a algo diferente, concederse cosas, llevar a cabo planes que no haríamos por pereza.



via (tumblr, princesse-a)


En mi caso, esto viene marcado por empezar una botella de vino que no sabíamos cuando abrir.  :-)

¿Brindáis conmigo?

domingo, 17 de febrero de 2013

Las bodas... ¿nos preocupamos demasiado?

Hace unos días escribí el post que llevaba deseando escribir... digamos que desde hace unos meses, después de casarme. Lo titulé lo que no se dice, que es una forma de decir aquéllas cosas que importan y de las que no se habla. Por un lado, porque en un mundo repleto de bonitismo, fantasía e idealismos extremos como es el mundo de las bodas, este tipo de cosas parecen no tener cabida.

A raíz del post, surgió un debate bastante interesante en los comentarios, y que a mí, al menos, me hizo pensar. Por mi parte, es estimulante que en los comentarios se aprecien distintos puntos de vista: tanto las que me "dais la razón" porque habéis experimentado todos estos sentimientos, como las que los veis un poco propios de novias neuróticas :)

Como ya he dicho alguna vez, a todas las que comentáis os agradezco mucho que me hagáis pensar. Que me pongáis un poco al límite de mis ideas. Durante todos estos días he tenido una pregunta flotando delante de mí...

¿Le damos "demasiadas vueltas" a todo lo que rodea a las boda? ¿Nos damos las novias demasiada importancia? ¿Por qué? ¿Son los sentimientos demasiado extremos?

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Yo por mi parte, os apunto algunas conclusiones a las que he llegado después de "dejar reposar" estas preguntas en mi mente.

viernes, 8 de febrero de 2013

Lo que no se dice

Ayer estaba hablando con una de mis mejores amigas... del blog. Hace un tiempo, y como ella me había confesado un secreto importante, sentí el impulso de revelarle el que era mi secretillo. Ella se casó tres años antes que yo, pero realmente pensé que no entendería muchas de las cosas que yo escribía aquí. Pensé que vería chocante que una persona intelectual y poco dada a este tipo de cosas, escribiera un blog de bodas (aunque ya es un poco miscelánea), y que habría algunos post que tildaría como cursis o irrelevantes.

Pero sin embargo, mi blog le gustó. También los artículos de consejos, actitudes y de preparación de la boda. Oh, sorpresa.

Y me dijo algo que me ha hecho romper este silencio de varios días con respecto al blog y ponerme a escribir esta mañana, nada más levantarme. Y es que el blog le estaba ayudando mucho a descubrir que ciertos sentimientos que ella había tenido (y de los que nunca habíamos hablado, por cierto, y eso que como buenas amigas tenemos conversaciones profundas de vez en cuando) yo los había pasado también. Y que por tanto era "normal" sentirse o pensar de ciertas formas.

Me dijo que comparte mi postura de que no todo es tan maravilloso ni tan bonito como lo cuentan por ahí. Porque no nos engañemos, la gente, por lo general, sólo hablamos de lo bueno, de lo maravilloso. Y a veces, incluso, exageramos un poquito. O mentimos. Todo lo que sea para ocultar a los demás o a nosotras mismas (esto me parece sin ninguna duda lo peor) la decepción, el dolor, nuestras dudas o la angustia.


via: Whateveryouwantmetodo (tumblr)

miércoles, 23 de enero de 2013

Exceso de bonitismo


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Creo que el ver cosas bonitas todo el día por Internet puede tener efectos perjudiciales para la salud. Y que la fiebre de lo dulce, handmade y pastel, está llegando demasiado lejos. No sé si soy yo, que últimamente estoy poniendo pequeñas perlitas de minimalismo, tradicionalismo (el valor de lo tradicional, vamos) y practicidad a mi vida; o que este exceso de bonitismo que al principio acogí con los brazos abiertos, como todas las que empiezan en esto de los blogs y de Interné, me ha acabado saturando hasta mi límite.

No nos engañemos...

* Un envoltorio bonito es una buena presentación para un regalo, pero no deja de ser un envoltorio bonito. Yo no pagaría por ello. Y sí, a mí lo que me importa es lo que hay dentro. Y no me pongas dentro de un envoltorio currado un handmade inútil (por ejemplo, un calientamanos, que hoy mismo lo he visto por Internet y no sabía lo que era!), porque no. Además, últimamente tengo una fiebre un poco más ecologista que de costumbre, y no me gusta tirar nada, ni el papel de regalo. Y si me haces un envoltorio precioso, me sentiré culpable si lo tiro, me incitarás a guardarlo y no quiero más trastos en casa :-(
Preciosos, geniales, pero... ¿qué hago con los botones y lacitos? ¿los guardo, los tiro?

* Un café con pastas, o con tarta, o con cupcake, se toma más apaciblemente en un entorno bonito y cuidado, hasta ahí de acuerdo. Pero si vas a cobrarme 10 € por la broma, me voy al bar de enfrente y por lo mismo, me como un menú del día. Y por 12 euritos, más, aquí en mi ciudad, tienes un menú diario elaborado, con vajilla bonita, camareros majos y mantel de tela.

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* Los DIY son perfectos para pasar una tarde lluviosa y para entretener a los niños. Sobre todo los DIY de decoración (guirnaldas, cuadros, esculturas, telas...) Pero yo reflexiono y me pregunto... si cada semana haces un DIY, o dos, acabas el año con cincuentra "trastos" que no dan para decorar un piso como el mío de 60 metros cuadrados. ¡No sé dónde los metéis todos! Luego aparte estaría la categoría de los DIY que yo no sé para qué sirven una vez que ha finalizado el proceso de crearlos, que es lo divertido del proceso. ¿Tal vez para venderlos a los demás? Me quedo con los DIY que customizan prendas de ropa, o reciclan cosas que ya no queríamos. Los otros, puro ejercicio manual...


Calientamanos :-O (¿alguien lo ha usado alguna vez...?)
* Las bodas bonitas y llenas de detalles son perfectas para verlas en las revistas y dan mucho juego a los fotógrafos. A la hora de la verdad, no nos engañemos, como invitado lo que uno busca en una boda es pasárselo bien. Está claro que un decorado especial ayuda e impresiona, sobre todo al principio, y por eso hay que currárselo un poco o pensarlo mínimamente. Pero a partir de las doce de la noche lo que importa por encima de todo es la diversión: gente, música, animación, bebida, jolgorio...

Decorar con jaulas, flores y velas colgantes un jardín como este es algo maravilloso, sin duda; pero ¿tienes presupuesto? ¿es posible? Lo bonito y espectacular en una boda no es gratis, haz números y valora... via
* Si me invitas a un cumpleaños, ponme jamón del bueno, quesito, patés ricos, aperitivos con tomate y un sushi para dar ese punto exótico. Y por supuesto, vino, cava o similares Deja los pop-cakes, los cupcakes, y los derivados n-cakes para el postre, pero para el postre nada más (y batidos de fresa, nooo, por favor).

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* Me gusta la ropa y los complementos, pero que parezcan los de una adulta o al menos los de una joven treintañera. El crochet, colores excesivos, fimo, flores, mariposas, color rosa o muñequitos de fieltro... déjaselos a otra. Dame piedras, cuero, encaje, y una pizquita de sofisticación.

Accesorios de fimo. Son monos, pero yo NO me los pondría. via
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* Lo que entra en la categoría de bonitismo, tirando para el "rollo maleni" no es elegante. Es cursi. Y si te gusta lo cursi, pues adelante, pero apechuga con ello. Cute, mono, dulce, guay, rico, no son más que eufemismos modernos de ñoño.
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Resumiendo, y ya más un poquito en serio:

Las cosas bonitas nos alegran la vida, en momentos puntuales nos inspiran y nos dan pequeñas bocanadas de placer. Buscarlas y rodearse de ellas es, hasta cierto punto, una opción razonable (hace veinte o quince años, en un mundo práctico y donde Internet no era usual, decir esto habría sido subversivo).

Hoy por hoy, siento que nos hemos pasado al extremo contrario, y parece que el envoltorio es más importante que el contenido, la presentación que el sabor, el entorno que la celebración, y las cosas "inútiles" más que los grandes proyectos o las ideas profundas. Hay un exceso de superficialidad y bonitismo en la red que a mí, a veces, me agota y me dan ganas de agarrarme de los pelos y gritar. Quiero algo más. Más arte. Más elegancia. Más profundidad. Más realismo. Más sinceridad y menos falsedad. Más calidad. Más contenidos interesantes. Más misterio...

Lo bonito nos embellece la vida, y ensalza las cosas. Pero las cosas porque sean bonitas no se transforman en otras cosas distintas. Una cuchara, seguirá siendo una cuchara por muy customizada que esté. Un decorado bonito, seguirá siendo un decorado bonito y no la fiesta. Un envoltorio, seguirá siendo algo que oculta lo que hay dentro, y que habrá que desechar. Un cartel con una fotografía y una frase inspiradora, es un cartel, NO es la inspiración, no es el impulso interior motivador. Mantengamos cada cosa en su sitio y sepamos diferenciar ¿no?


Mira el cartel durante un año y no habrá cambios. Párate y reflexiona sobre lo que dice, alejada de la imagen y la pantalla, y los verás florecer. via

P.D. Entendedme, me hacía falta un post un poquito más cañero de lo normal después de tanta euforia-disciplina. X-D Y por cierto, la operación autodisciplina continúa... me quedan cosas aún muy interesantes del libro y otros materiales. Seguid atentas...

lunes, 31 de diciembre de 2012

Un consejo de fin de año para novias

El año que viene tengo ya varias bodas muy, pero que muy cercanas.

A veces, cuando me piden consejo sobre la organización de la boda, les sugiero que miren blogs y revistas (tengo que morderme mucho la lengua para no decir: ¿sabes qué? hay un blog llamado "una boda convencional" en el que tienes artículos muy compactaditos sobre flores, decoración, reflexiones y demás, jeje, ya sabéis que mi blog es top secret). También les digo los típicos consejos: que sean ellas mismas, que no se transformen, que hagan la boda que quieran los novios, que si tienen que ceder ante algo con sus familias que sea desde el cariño y no desde la imposición, que pongan todo bonito, que no se pongan nerviosas, que lo hagan todo con antelación (no hay nada de malo en tener las alianzas de la boda o los detalles elegidos seis meses antes) etcétera, etcétera.

En fin, se pueden dar tantos pequeños consejos... Cada una de nosotras, a poco que pensemos, tendríamos muchos consejos y sugerencias para ayudar a una novia dudosa o estresada. Pero en el caso de que una persona nos dijera: por favor dame un consejo, sólo uno, el que tú consideres principal, el que sea mi brújula durante todo el proceso de organización de la boda, ¿que diríais? ¿Cuál sería ese "consejo estrella" de la organización de las bodas que nunca habría que perder de vista?



En mi caso, y tras haberlo pensado con detenimiento, creo que la respuesta sería esta:

Fíate de tus sentimientos, y de tus estados de ánimo. Si quieres saber si estás haciendo algo bien mira como te sientes: si te hace sentir bien, es que está bien. Si la organización de la boda o algo en concreto te confunde, te hace sentir mal, te agobia, te estresa... Entonces tienes un problema. Las bodas no son para angustiarse o pasarlo mal sino para vivirlas con ilusión y júbilo. Párate de nuevo y observa. ¿Hay algo que estás pasando por alto, te estás traicionando a ti misma, quieres hacer algo pero te da miedo decirlo? Peléate con quien te tengas que pelear. Cambia una cosa. O cámbialo todo. Quizás en realidad no te quieres casar. Quizás sí, pero de otra forma o en otro momento. Quizás sí pero con otros invitados. O quizás sí que te quieres casar pero... con otro novio :-(

Simplemente eso: fíate de tus emociones, que son las que te van a guiar en todo el proceso, si en tu interior todo está bien, y estás disfrutando del proceso, la boda va viento en popa. En serio, las bodas no son para estresarse ni mucho menos amargarse. Cambia cosas, simplifica, reflexiona, date un descanso, pero no te agobies.

Tan simple a la vez y tan complejo ¿no os parece?

Si sientes que te estás bloqueando, párate y piensas qué haces mal o qué te molesta en concreto. ¿Es el hecho de que sientes que no estás decidiendo lo que quieres? ¿Le estás dando demasiada importancia a detalles minúsculos? ¿Sientes que con tanto preparativo tu novio y tú no pasáis juntos el tiempo suficiente? ¿No sabes cómo decirle a tu madre que tu vestido favorito es ese que ella ha dicho "pfff, qué feo"? ¿Estás abrumada ante la cantidad de opciones que se te presentan ante un asunto particular, por ejemplo el vestido o los zapatos? (cuando algo te guste, NO BUSQUES MÁS, lee sobre "la paradoja de la elección").  Si te encuentras mal y sabes lo que te pasa, aparca un poco la boda y pon remedio a estos asuntos cuanto antes.

Otro punto a considerar es que estos desvelos varios oculten asuntos más complejos. Quizás tardas tanto en decidirte, o estás tan sobrepasada por los preparativos (dos problemas comunes a todas las novias ¿no os parece?) porque hay algo que no funciona. En ti o en el resto. Quizás ese ansia de perfeccionismo oculte una cierta inseguridad; quizás esa búsqueda del detalle disfrace cierta carencia afectiva; quizás esa preocupación oculte que no estás haciendo lo que realmente quieres y estás cediendo antes los demás; y quizás esa tremenda indecisión a la hora de elegir las cosas oculte un poquito de miedo al compromiso... miedo que es normal.

Así que si quieres tener no ya la boda de tus sueños (porque esta depende de muchísimos factores de última hora que no podrás controlar) sino la preparación de la boda de tus sueños (que se puede controlar mucho más y que en definitiva dura mucho más tiempo, seguramente varios meses), hazle caso a tus sentimientos, a tu guía interior, a tu intuición, como lo quieras llamar. Y eso te dará mucha más información sobre tu boda que el creer que tienes, o no, "el vestido perfecto", "el restaurante perfecto", o "la música perfecta" según tal o cual opinión.

Porque ¿qué es "lo perfecto"?

Lo perfecto no es algo que otra persona dice que es perfecto. Lo perfecto es lo que a ti te hace feliz.


via

Nuestra intuición, y nuestras emociones, son sabias. Escúchalas. Hazles caso. Si algo te pinta mal, cámbialo. Si algo te hace sentir tensa, pon remedio. (Recuerdo que la misma semana de mi boda, cuando fuimos al restaurante a ultimar los datos, hubo una cosa que no me dio muy buena espina, un trato sutil que no me gustó, y no dije nada, y la verdad es que luego me arrepentí de no haber sido más firme. Es mejor hacer caso de nuestras sensaciones e intuiciones y actuar a tiempo.)

Hay muchas formas de organizar una boda, mucho donde elegir. Estos meses son bonitos, son especiales, puedes aprender muchas cosas, cosas prácticas de la vida, de tu relación y de ti. Basta con salir de la vorágine de las "decisiones imprescindibles" (que luego ves que no son para tanto) y parar, y centrarte en ti. Y ser feliz. Y ser auténtica. Y ser coherente hasta las últimas consecuencias. Y querer mucho mucho a tu pareja.

Y disfrutar, sobre todo disfrutar...

¡¡Feliz año nuevo!!

sábado, 29 de diciembre de 2012

Novias estiradas


A veces me quedo un poco atónita con lo que encuentro en los blogs de bodas y estilo, quizás porque hace tiempo que he aprendido a ver con otros ojos. Podría decir que he aprendido a ver con una mirada más crítica e incontaminada. Ante la foto de una novia cualquiera, y antes de leer el pie de página y ver qué diseñador famosísimo ha hecho el vestido, o el peinado, o el ramo, o lo que sea, me detengo un momento en la imagen y trato de ver qué opino yo de la situación. Y en vez de perderme en los pliegues y los adornos del vestido (que a veces me gustan y a veces no, digan lo que digan los "entendidos del estilo") me concentro en la cara de la novia y la expresión de su cuerpo.

Y entonces a veces me quedo atónita no de lo que veo, sino de lo que leo junto al pie de las fotos o en los comentarios.

Porque donde yo veo a una novia estirada, rígida tal vez, la bloguera y los comentarios se deshacen en elogios sobre las mangas del vestido, la belleza de la novia, o la habilidad del fotógrafo de turno en captar esa imagen. Pero a mí los aspectos técnicos y estéticos dejan de importarme en una novia real (por supuesto, editoriales, desfiles y catálogos de moda quedan excluidos) cuando la veo sin ilusión en los ojos, con un gesto altivo o incluso un poco despectivo. Donde otras ven a una mujer bien conservada en la treintena, yo veo a una novia insegura ante el espejo, que quiere estar perfecta y que no parará hasta conseguirlo, aunque le cueste el sueldo de tres meses o la salud.

Recuerdo muy bien uno de los últimos reportajes de boda que vi hace poco. En mi opinión, la novia tenía cara de lechuga y un cuerpo demasiado delgado para que sea sano. Y cuando me paré a mirar los textos y los comentarios de las personas, sólo encontré palabras para lo estiloso del vestido, lo fabulosa que es tal o cual diseñadora, el buen gusto de la novia, su peinado perfecto, su tipazo, su elegancia natural e innata, lo maravillosa que es ella y su boda... Desde luego que no esperaba encontrar un comentario negativo por pura educación, pero me hice las siguientes preguntas: ¿no es, en cierto modo, mentir, el mostrar y recrearnos en lo fabulosa que es una novia/boda así, cuando en realidad no lo es...?

Desde que he aprendido a ver con otros ojos, este espectáculo me parece tan loco como fascinante, ¿¡dios mío, es que no os dais cuenta!? me dan ganas de comentar a mí seguidamente. ¿¡No os dais cuenta que nada de lo que hay aquí es envidiable!? (bueno, los objetos sí, tal vez). ¿¡No os dais cuenta que esta es una novia estirada, que no hay nada que seguir en ella!? ¿¡Que el mejor adorno para una novia no es un tocado carísimo, sino la dulzura!?

Porque evidentemente las apariencias pueden engañar: podemos ver una boda de ensueño y dos personas que están destrozadas por dentro por cualquier causa. Pero es que hay casos en que las caras y los gestos NO engañan, los que engañan son los textos que parecen obviar todo atisbo de sentimiento y dulzura y nos venden como "ideal" algo fatuo y vacío.

¿Cómo puede ser "ideal" ser una novia estirada? De ésas con el cuerpo rígido de aguantar las emociones y no expresarlas, con un guiño de ligero desprecio e insatisfacción permanente, que aspiran a una vida lo más convencional posible para que todo su entorno las admire e idolatre, y que no dudará en presumir de su felicidad ante todos sus allegados aunque en su interior no exista ni una pizquita de luz.


No estoy hablando aquí de esos matrimonios que pueden salir mal, como ya expresé en el post "De qué sirve una boda de ensueño si...". Porque una novia puede ser maja, y casarse ilusionadísima y a los dos meses caer de su nube de amor al vacío. Estoy hablando aquí de los propios novios, de las personas individuales, de esos novios sssssuper elegantes y sssssuper estilosos que son alabados por los cuatro puntos cardinales del país y cuyas caras reflejan que, efectivamente, es mejor centrarnos en sus vestidos y sus arreglos y olvidarnos de ellos. Porque esas caras, y esa postura corporal no mienten.

No hay un atuendo lo suficientemente especial que haga transpirar dulzura y serenidad a una mujer que no lo es. Los pendientes más puros no embellecen el corazón de una persona. Y las capas y recubrimiento de buen gusto no hacen a una persona mejorar su calidad humana ni un poquito. No disimulan el hastío. No.

Yo lo veo. Me equivocaré muchas veces, pero en otras acierto al completo. Veo cómo son las posturas y los gestos de las mujeres estiradas, ésas para las que la vida es una carrera de acumular objetos sin sentido, los problemas de los demás son incordios y cuyas únicas personas dignas de confianza siguen su mismo código externo. Esas mujeres y esos hombres se jactan de tener mucho estilo, y en el futuro tendrán hijos a los que adoctrinarán desde pequeños para que sigan sus pasos, y a los que comprarán todos los objetos en tendencia, creyendo que así están haciendo lo mejor de lo mejor por sus retoños.

Desde luego, creo que las novias estiradas, por muchos halagos que reciban y mucho que se las admire desde la distancia, tienen su propia cruz interior, y por ello no hago este post para criticarlas a ellas, porque como ya he dicho, llevan su propio "castigo" en sus actitudes. Para mí, de hecho, sería un enorme castigo cargar con la rigidez, la inexpresividad, la estrechez de miras y el deje de amargura que va unido a estas personas. Pero sí que este post supone cierta crítica para esos medios que ensalzan a estas novias, que nos dificultan la visión de lo que es obvio, y que parece que quieren cegar a las mujeres de verdad y ponerles de "ideal" lo que no lo es bajo ningún concepto.

Antes de zambullirte en ciertos textos sobre moda y estilo, mira las fotos. Míralas, míralas bien. Observa la cara, los gestos, el brillo de la mirada, las manos, la postura de los hombros, de las piernas, de la espalda. Observa sin hacer ningún juicio previo. Y advierte lo que ves. Si hay algún punto que te produce espanto, entonces no sigas leyendo, ni alimentes esa cascada de comentarios bienintencionados y alabanzas, pues no le estás haciendo ningún favor a otras novias como tú.


Busquemos la dulzura en las novias... o la alegría, la espontaneidad, el amor, la irreverencia, la pasión, la fuerza, la ternura, la flexibilidad, la jocosidad, el candor... lo que sea menos la rigidez y el desdén, por favor.

Di NO a las novias estiradas. Di SÍ a las novias reales. :-)

Imágenes via MnBride

jueves, 1 de noviembre de 2012

De qué sirve una boda de ensueño si...

a los pocos meses, o al año, o a los dos años, o cuando sea, los marido-mujer que iban a ser eternos, ponen un punto y final a su relación.

Veréis, creo que desde que me casé vivo con este miedo, y supongo que a muchas de las recién casadas os pasará lo mismo. Cuando una ve las estadísticas de divorcio que hay en nuestro país (y ojo, quiero aclarar antes de nada que estoy mucho más de acuerdo con una separación que con atraparse en una relación muerta y tediosa) aparte de desanimarse un poco, se pregunta: ¿estoy segura de querer celebrar una boda? ¿estoy segura de querer prometerme amor eterno con decenas o cientos de personas presentes, con vestido blanco y banquete, con música y flores? Creo que si tienes un blog público, la presión aún es mayor: ¿estoy segura de querer compartir los preparativos de mi boda, mes a mes, y mi fantástico día B, y mi luna de miel, y mis preciosas reflexiones de recién casados, para luego dar la fría noticia meses después de que todo ha acabado?

Como os decía, las estadísticas para las parejas recién casadas no son nada halagüeñas (creo que las separaciones tras el matrimonio andan en un 70%), y seguro que todos hemos conocido relaciones que parecían maravillosas y duraderas y que no han terminado bien (que si quien se queda con el piso, que si has causado dolor a mí y a mi familia, que qué pasa con los niños, que no puedo creer que con lo que hemos luchado esto se acabe, etc. etc). De hecho, y que levante la mano la primera a la que no le ha pasado, mucha gente cuando le cuentas que te casas reacciona con un cínico: "¿sííii? ¿estáis seguros? Pero si hoy en día todo el mundo se divorcia... ¿para qué queréis montar ese circo?" Es una respuesta cínica, sí, pero tristemente real. Y tiene parte de razón: ¿no es acaso exagerado todo lo que "se monta" con la boda, para que luego el matrimonio no dure ni siquiera un año?


martes, 25 de septiembre de 2012

Lo esencial es invisible a los ojos

Con esta frase del Principito empiezo una nueva entrada, robándole algo de tiempo a tantas obligaciones que tengo últimamente (ya comenté en el último post que ando "liada, liada, liada" y no precisamente viendo vestidos de novia y artículos bodiles como hace un año).

La verdad que esta frase ha sido pura inspiración. Esta mañana, mientras miraba algún que otro blog de moda y decoración que sigo últimamente (y es que mientras me tomo el café mañanero me gusta darme el caprichillo de bloguear un poco) la frase me vino a la cabeza, súbitamente: lo esencial no se ve. He estado rumiando la idea todo el día y ahora que saco un ratito me gustaría plasmarla por escrito. Pienso que la apariencia y la belleza exterior obviamente ayudan, y son positivas. Pero no pueden hacer nada si no hay un buen fondo.

 

jueves, 30 de agosto de 2012

Ilusión (2ª parte)

Tras haber escrito un post titulado "ilusión" hace algunos días, y muy en parte gracias a vuestros comentarios y experiencias personales, he decidido retomar este tema, que creo que tiene mucha miga para las novias (y para las que estéis en pleno proceso, así descansáis un poquito de ver vestidos, velos, zapatos, ramos de flores y mil detallitos más).

¿Qué es la ilusión? ¿Por qué nos gusta? La ilusión es esa mezcla de esperanza, emoción, excitación, sueños, dulzura, amor... Es una sensación que nos hace levantarnos por las mañanas con una sonrisa, hacer planes y proyectos, sentirnos frescas y entusiasmadas. Para una novia, la ilusión es sentirse guapísima, vital y enamorada. Recuerdo que, por un lado, esperaba ilusionada el día de mi boda, quería que llegase YA para vivir cuanto antes lo que tanto había pensado. Pero por otro lado, me daba pena perder ese estado de ilusión, dejar de buscar cosas por Internet, abandonar la que había sido mi afición favorita durante meses.

Porque organizar una boda al principio nos parece complicadísimo y un auténtico rollo (con la mano en el corazón, ¿quién no ha pensado alguna vez: "me voy un día a las Vegas y me caso, y adiós complicaciones"? Pero luego, una vez que tú y tu pareja os metéis en los preparativos, y las cosas van saliendo poco a poco, todo el proceso te llena de una satisfacción enorme.

Flores, regalos, lista de invitados... ¿me dejo algo?

martes, 21 de agosto de 2012

Ilusión

Hace un año, yo era una novia ilusionada que organizaba su boda y empezó a escribir un blog.

Sabía que empecé el blog a finales de agosto del año pasado, pero lo que no recordaba bien es que antes de esto, yo había escrito mis primeras anotaciones y sueños en mi agenda de bodas, un cuadernito precioso que compré el mes de abril de ese mismo año, cuando nos prometimos.

Ahí empecé a registrar mis primeras preferencias, en cuanto a alianzas, restaurantes, vestidos, decoracción y otros accesorios. Y comencé lo que llamé "el diario de boda" para que yo y mi novio escribiéramos nuestras impresiones conforme se acercaba la fecha (la verdad que yo escribí mucho más que él, pero también tengo parte de sus pensamientos). Esas primeras palabras, ese deseo de boda que empezaba a nacer en mí, esas ganas de hacer una boda todo lo diferente posible dentro de lo convencional resumen el espíritu conque comencé este blog.

Pero antes que ese deseo se materializase, pasé tooodo el verano buceando por la red en busca de inspiración, ¡horas y horas! Para mí no cabía actividad más urgente ni más importante. De hecho, he tenido que postergar hasta ahora (hasta después de la boda) algún proyecto personal de cierta envergadura, porque aunque mi intención era empezar entonces, me vi arrollada por esta avalancha maravillosa de sentimientos y ganas de hacer cosas para construir mi boda perfecta. Y todo lo demás pasó a un segundo plano.

domingo, 19 de agosto de 2012

Realities de novias en TV

Este verano estoy enganchada a los realities, sobre todo los del canal Divinity: "Me cambio de familia", "tu estilo a juicio" y ¡los de novias!

¿Acaso alguna no sabía que hay realities de novias? Pueesss... ¡sí! ¡Y más de uno! Novias en Atlanta y novias de Bevely Hills, que yo sepa.

Yo los he descubierto este verano, ya después de casarme, y he de decir que me gustaría haberlo hecho antes, cuando estaba en esa nube rosa que supuso la boda, porque así habría alimentado (aún más) mis fantasías sobre el vestido, sobre lo que significa estar vestida de novia...



Tanto el realitiy dedicado a las novias de Atlanta (arriba, el equipo de la tienda) como el dedicado al de las novias en Beverly Hills tienen el mismo argumento: describen el camino que sigue una chica que llega a una de estas tiendas hasta que elige su vestido de novia. La chica en cuestión va a acompañada de su familiares, de sus amigas y alguna incluso ¡hasta de su prometido! (hecho que no les gusta nada a las propietarias de las tiendas). Como os podéis imaginar, el ratito que pasa la chica hasta que encuentra "su vestido" no está exento de dificultades: en algunos casos, la madre es una entrometida que quiere que su hija lleve lo que a ella le gusta y no a la hija; en otros casos, las amigas no dejan de criticar todos y cada uno de los modelitos; y en casi todos los momentos las novias pasan ratitos de duda, de indecisión y al final, si todo ha ido bien... una tremenda alegría.

Casi siempre, al acabar el programa hay un final feliz, lo que se traduce en una novia radiante, emocionada hasta las lágrimas por llevar el que será "el vestido de su boda". Las madres, amigas, compañeras, también acaban llorando. El momento parece tan precioso, tan perfecto, que alimenta esa fantasía de toda mujer de que está viviendo una de las experiencias más maravillosas de su vida.

En algunos casos, son las novias mismas las que lo dicen de este modo: "llevo toda la vida deseando vivir este momento; venir a la tienda a comprarme ni vestido de novia, y después imaginarme la cara que pondrá mi prometido cuando me vea con él".

El equipo de novias en Beverly Hills.

En fin,  son situaciones, palabras y deseos que comparten o han compartido el 90% de las lectoras de este blog. Alimentar estas fantasías o estos deseos no es en sí, malo. A mí me parece entrañable ver las caras de esas chicas que están profundamente emocionadas, que lo viven con tanta intensidad. Para mí, el momento de elegir mi vestido de novia, también fue muy excitante, a pesar de que no lloré ni lo considero (ni de lejos) el más importante de mi vida.

Pero lo que me produce cierto incomodo, cierto sentimiento de ligera repulsa, es la parte perversa que puede haber detrás de todo esto. Las novias acuden a la cita de su vestido como si se estuvieran enfrentando a una de las pruebas más difíciles y decisivas de toda su vida. Y no es así, o no debería. Elegir una carrera profesional, un lugar de vivir, o más aún tu pareja, sí son decisiones trascendentales, que tendrán profundos efectos sobre nuestra vida posterior y por ello es preciso dedicarles tiempo.

Elegir el vestido de la boda es importante, claro que sí; pero si lo pensamos con un poco de raciocinio, ¡no es ni de lejos tan trascendental! Es el atuendo que nos acompañará el día que vamos a ser más fotografiadas. Pero no es cuestión de vida o muerte. Y buscar el vestido "perfecto" es una tarea demasiado complicada, entre otras cosas porque no tendremos medios ni posibilidad de contrastar todos los vestidos del mundo para saber cuál es, efectivamente, el perfecto. Posiblemente nuestro vestido perfecto aún no esté de moda, o se encuentre en la otra punta del globo. Puede ser que debido a nuestro peso el vestido perfecto no nos quede como debería. O puede ser que tenga un presupuesto astronómico. En fin, que el vestido perfecto para nuestra boda, no será técnicamente el más perfecto de todos los que existen, sino el primero que nos haga sentir especiales, el primero con el que nos veamos "como unas novias".


"Vestidito, vestidito, ¿quién es la novia más bella?"

Como truco rápido de novia que ya ha pasado por esta etapa, os diré que sabréis cuál es vuestro vestido cuando una sonrisa radiante se os plante en la cara, y no os la podáis quitar. No siempre se escucha una vocecita interior, como dice la tradición popular, que dice: "ese es tu vestido". No siempre suenan campanas, o nos ponemos a llorar. Pero siempre, sonreímos cuando nos vemos con nuestro vestido de novia y los complementos.

Siguiendo con el tema de por qué considero en parte perverso estos programas, diré que ensalzan una idea que puede resultar muy peligrosa, sobre todo para novias sensibles e influenciables. Y es el hecho de dar demasiada importancia, una importancia vital, al hecho de elegir el vestido de boda o a la boda en sí. Es decir, según estos programas, te pasas toda tu juventud soñando con vivir ese momento. Ese día, eres la protagonista absoluta, tienes derecho a ser mimada, a ser envidiada, a ser adorada. Y cuando pasa ese día... te conviertes en una novia más que como mucho, tendrá derecho a acompañar a otra para que ésta viva "su momento". Y entonces ella será la importante, y no tú. Y así para siempre, por los siglos de los siglos.

A mí este planteamiento me parece algo monstruoso. Es algo así como: sí, tendrás un día en que serás la princesa, la reina, todo el mundo estará por debajo de ti y tú serás la protagonista. Elegirás un traje fabuloso, reiremos contigo, lloraremos contigo. Ese día rozarás las nubes. Puedes prepararte para él durante años. Pero cuando pase ese día... entonces verás lo que es bueno: caerás de ese pedestal sin aviso previo, habrá terminado tu momento de gloria y en el futuro tendrás que conformarte con mirar, con nostalgia, a todas esas mujeres que están pasando por esa experiencia increíble. Pero no desesperes, porque para ellas, la magia durará sólo un día, a lo sumo unas semanas; después tendrá que pasarse a lado de las que viven la experiencia desde la barrera. Su momento dorado también pasará, y puedes regodearte con ello con una insana alegría.





En muchos casos, los mismos trabajadores del programa, critican a una mujer ya casada que acompaña a la novia, porque dá opiniones demasiado negativas (quizás fruto de la amargura que siente) diciéndole "no tiene derecho a aguarle la cita a la novia, ella ya tuvo su momento, ahora es el momento de la novia". Y si esto bien es cierto, repito que ese planteamiento me eriza el vello de los antebrazos. Entonces... ¿sólo tenemos "nuestro momento" una vez en la vida? ¿Debemos soñar con esto antes de que ocurra, y sufrir de nostalgia una vez que haya pasado?

Por este motivo, no me extraña que muchas novias sufran, una vez que ha pasado la boda, lo que se denomina depresión post-boda (en inglés, post-wedding blue). La verdad que hace mucho que tengo ganas de escribir un post sobre esto, porque veo en los foros y en los blogs que es un problema mucho más común de lo que nos parece, pero lo dejaré para una próxima ocasión, que hoy ya llevo un buen rato escribiendo y my darling me ha llamado para cenar.

Y para acabar, una fantasía alocada... Imaginando un mundo muy distinto, creo que estaría mucho mejor montado si en las bodas, o en los preparativos (como lo es elegir tu vestido de novia), los que disfrutaran realmente fueran los invitados. En ese caso, tú sólo tendrías que pasar un ratito un poquito menos agradable el día de tu boda, pero a cambio, pasarías muchos momentos felices en las bodas de los demás, que a fin de cuentas, una acude a muchísimas más bodas que las que celebra. ¿No creéis que estaría mejor así? ;-)

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