Bueno, pues
¡ya estamos en septiembre! Aunque durante el mes de agosto he seguido trabajando, porque las vacaciones las tuve allá por julio (tan lejos me parece ahora que ni me acuerdo), estas semanas de atrás, con los calores, los planes varios y eso de que casi todo el mundo está de vacaciones, me he tomado el trabajo relativamente relajado...
Ahora empiezo a
ponerme las pilas, pero lejos de entristecerme, creo que me motiva. Primero, porque ya no soy la única que estoy trabajando el mes de agosto (¡ja!, lo sé, soy mala, pero mal de muchos...). Segundo, porque ya no hace tanto calorrrrr, que está muy bien para las noches de juerga y los días de piscina, pero para trabajar sin aire acondicionado sólo con un mísero ventilador, pues no. Y tercero, porque creo que la mayoría de nosotros seguimos interiorizando el calendario escolar, y septiembre nos recuerda a estrenar cosas (reconozco que me gustaba la vuelta al cole porque ¡nos compraban tantas cosas bonitas!) a cambios deseables, a nuevos retos...
Septiembre me entristece y me motiva a la vez; este año como lo estaba deseando pues más lo segundo que lo primero. Además,
es mi primer septiembre en compañía de mi maridorrrr, lo cual lo hace mucho mucho más apetecible. Si os digo un secreto, estaba deseando que llegaran los primeros fríos por la noche para poder acurrucarme junto a él, porque en verano con todo el calor, no me lo permite.
Para las casadas, o las no-novias, septiembre es un mes de proyectos fundamentalmente laborales, y seguro que también en el hogar (ya sabéis, cambio de armarios, limpieza profunda, planteamiento de reformas en casa) pero para las novias...
¡septiembre es todo un comienzo!