jueves, 30 de agosto de 2012

Ilusión (2ª parte)

Tras haber escrito un post titulado "ilusión" hace algunos días, y muy en parte gracias a vuestros comentarios y experiencias personales, he decidido retomar este tema, que creo que tiene mucha miga para las novias (y para las que estéis en pleno proceso, así descansáis un poquito de ver vestidos, velos, zapatos, ramos de flores y mil detallitos más).

¿Qué es la ilusión? ¿Por qué nos gusta? La ilusión es esa mezcla de esperanza, emoción, excitación, sueños, dulzura, amor... Es una sensación que nos hace levantarnos por las mañanas con una sonrisa, hacer planes y proyectos, sentirnos frescas y entusiasmadas. Para una novia, la ilusión es sentirse guapísima, vital y enamorada. Recuerdo que, por un lado, esperaba ilusionada el día de mi boda, quería que llegase YA para vivir cuanto antes lo que tanto había pensado. Pero por otro lado, me daba pena perder ese estado de ilusión, dejar de buscar cosas por Internet, abandonar la que había sido mi afición favorita durante meses.

Porque organizar una boda al principio nos parece complicadísimo y un auténtico rollo (con la mano en el corazón, ¿quién no ha pensado alguna vez: "me voy un día a las Vegas y me caso, y adiós complicaciones"? Pero luego, una vez que tú y tu pareja os metéis en los preparativos, y las cosas van saliendo poco a poco, todo el proceso te llena de una satisfacción enorme.

Flores, regalos, lista de invitados... ¿me dejo algo?
Otra cosa que suele sucedernos a las novias es que nos encanta compartir nuestros pensamientos, nuestros hallazgos bodiles (por ejemplo, un maravilloso tocado en Etsy, invitaciones de fábula, o regalitos originales para los invitados) y nuestros sentimientos. Puede ser con nuestra vecina de enfrente, que se casa, con una amiga, o a través de las redes sociales, en foros, blogs, etc. El ansia de compartir, de dar y recibir información y consejos, es una parte más de la ilusión, y hace que esta crezca, crezca, crezca.

La verdad que recuerdo ratos muy bonitos pasados con la lectura de varios blogs, la escritura del mío, y con los foros.Y también con esas novias (ya os he dicho que he ido a más de una boda este año) que iban a casarse este mismo año que yo. Vamos, que me encantaba hablar de bodas, a mí, que creía estar fuera de ese ambiente completamente. Y una vez que pasa la boda, pues esa complicidad especial no se pierde (de hecho, puede ser que precisamente por compartir tu boda acabes conociendo a gente maravillosa), pero no es lo mismo...

También tengo un recuerdo muy especial de cuando me acercaba al kiosko a comprar una nueva revista de bodas: recuerdo que veía las portadas, me emocionaba, y me parecía que mientras caminaba de camino a casa la revista estaba saltando en la bolsa y me decía "¡léeme, léeme, léeme!". Mi parte favorita de todas estas revistas de boda eran las crónicas, todas con fotos preciosas, con cosas "reales" (aunque la mayoría estaban lejos de un presupuesto normal,  todo hay que decirlo) y palabras que transpiraban felicidad.


via

En fin, como este puedo contaros uno y mil momentos de ilusión, de esa emoción anticipada que produce pensar en nuestro día B, y lo especial que es compartirlo con otras personas. Pero en realidad el motivo que me ha impulsado a escribir este post no es sólo que esa ilusión está muy bien, y que todos esos momentos vale la pena vivirlos. Lo que realmente quiero decir, y espero que lo recordéis cuando pase vuestra boda, es que se puede recordar esa ilusión sin caer en la nostalgia. Mirad, yo casi no lo creía, ¡y ha sido así!

Es decir, vale que al principio vais a pasar algunos días (puede que incluso algunas semanas), pensando en la boda y en todo lo maravilloso que sucedió o que no sucedió. Quizás la primera boda que asistáis después de la vuestra sea un momento extraño: aún está reciente el que fue vuestro día y podéis echar de menos ese dulce protagonismo. No creo que haya que luchar contra estos sentimientos, si aparecen, supongo que son normales. Creo que si no oponemos resistencia, acabarán diluyéndose tarde o temprano. Quizás también sea nostalgia, o envidia, la primera sensación que experimentéis cuando viváis los preparativos de otra novia: lo bien que os lo habéis pasado, las cosas que habéis compartido, lo ilusionadas que estábais. Hasta aquí, todo normal.

Una pequeña depre post-boda es normal, no os preocupéis.

Ya os comenté que creé en mi agenda de bodas, un apartado llamado "diario de bodas", en el que iba escribiendo de vez en cuando cuáles eran las emociones de ese momento. Precisamente leer una de estas entradas hace un par de días despertó en mí todas estas reflexiones sobre la ilusión y tal. Por ejemplo, un día de septiembre del año pasado me decía: "Pienso en el día de nuestra boda y estoy satisfecha. No será una boda de diseño para las revistas, pero será una boda un tanto diferente al o que estamos acostumbrados, personal, llena de detalles, participativa, divertida... y sobre todo, llena de amor. Además, ese día es ólo el preludio de un maravilloso viaje juntos (¡bendita luna de miel!) y vivir juntos, al fin. ¿Cómo no puede salir bien un día tan hermoso?" Dentro del blog, en la categoría "mi cuenta atrás", escribí mensualmente mis sensaciones desde seis meses antes de la boda (a las que os gusten los sentimentalismos, os recomiendo echarles un vistazo; si no, mejor manteneos lejos).

En fin, al margen de que las expectativas se hayan cumplido en mayor o menor grado (algo que no podemos controlar perfectamente, por mucho que queramos), esa ilusión que hemos mantenido durante determinados meses forma parte del pasado, y como pasado, no se puede cambiar. Estará ahí. Y esto es algo no bueno, ¡buenísimo! Estos son buenos recuerdos a los que siempre se puede recurrir, que siempre nos podrán arrancar una sonrisa.
Quiero que penséis en el día de vuestra boda como un largo viaje, donde al llegar al destino se acaba todo. Como en todo viaje por etapas, no importa tanto el sitio adónde se va como el trayecto mismo. Puede que haya obstáculos, puede que os llevéis decepciones de gente cercana, pequeños disgustos, puede que alguna cosa no sea tal y como la imaginábais. Pero vuestra actitud ilusionada, y vuestro comportamiento vital y comprometido, están ahí, estuvieron ahí. Disfrutar de los preparativos debe ser la norma. Si en algún momento una novia se siente abrumada en esta etapa, que pare, tome un descanso y delegue si es preciso. El viaje es demasiado bonito como para pasárselo haciendo cosas y ajetreada sin mirar por la ventana.



via

Y una vez que haya pasado nuestra boda y todo el período de preparativos que supone, vale la pena reflexionar y decirnos a nosotras mismas ¿de dónde viene esta ilusión? Muchas contestarán: "de la boda, de lo que para nosotras significa" pero realmente esto no es correcto. La boda, casarse y el amor, son estímulos. Son los que nos despiertan la actitud. Pero la ilusión no viene de fuera. Yo no puedo llegar y decirle a una persona: "toma, tres tazas de ilusión, que te vas a casar". Si esa persona no es capaz de sentirla, ni yo ni la boda podemos imponérsela.

Es decir, que la ilusión y ese afán por hacer cosas que se nos despiertan con la boda, son de nuestra cosecha. Lo hemos creado nosotras mismas. Por ejemplo en mi caso, había acariciado muchas veces la idea de escribir un blog. A raíz de los preparativos de la boda, di el paso. Y ahora que ha pasado todo, me gustaría mantenerlo, porque es algo que me gusta. Pero no ha sido "mi boda" la que ha escrito el blog, la que ha pasado horas pensando en artículos y en cómo escribirlos. He sido YO quien ha hecho eso.

Sois vosotras la que le ponéis esta guinda a vuestros días, las manualidades no se hacen solas (para las que gustéis de los DIYs), las ideas no están fuera de vuestras cabezas, la organización de todo no llega por arte de magia.

Y puesto que somos nosotras quienes hacemos todo eso, no hay ninguna razón para pensar que, una vez terminado el día B, todas estas facultades que teníamos desaparecerán misteriosamente. No es posible que un mes antes de la boda una persona sea activa, ilusionada y creativa y un mes después se haya convertido en una persona apática. Simplemente, necesita encontrar una nueva motivación que haga despertar estos sentimientos de nuevo.

Yo creo que es algo así como el amor: si alguna vez hemos amado a alguien, aunque en ciertos momentos nuestro amor esté en sus horas bajas, o hayamos sufrido un fuerte desengaño, volveremos a hacerlo. Es como montar en bicicleta, o conducir, que nunca se olvida, aunque pasemos años sin hacerlo.

Así pues, la ilusión es lo mismo, chicas: no se olvida cómo ilusionarnos, si lo hemos hecho una vez, volveremos a hacerlo cuando encontremos el estímulo adecuado.

Y no sé para vosotras, pero para mí, esto es un tremendo consuelo... y un chute de energías cuando más lo necesitaba ¡voy a comerme el mundo! :-)

2 comentarios:

  1. Ya te lo dije, pero fue tu blog el que me inspiró para hacer el mío, y son post como este los que lo consiguieron, te vuelcas y lo das todo en cada post y eso se nota. Aunque ya te hayas casado no lo dejes, porque desde luego has nacido para ello, me encantan tus reflexiones y como expones tus ideas respetando siempre las que son contrarias a la tuya.

    www.mipequenodiariodeboda.blogspot.com

    ResponderEliminar

¡Gracias por tu comentario!

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...