Nunca me ha importado la espera de una o dos horas en la estación, porque así me permito dar una vuelta tranquilamente por las tiendecitas (aayy, paso de largo por Accesorize porque estoy en modo ahorro, pero cuántos bolsos y pendientes no me he comprado allí), tomar algo, o leer indolentemente una revista.
Como no llevo nada para leer durante el viaje y en el rato de espera, voy al kiosco a ver las novedades de este mes. Y... ¡¡uoooo!! Las primeras revistas que veo son el TELVA y el VOGUE novias que acaban de salir!!
Bueno, ya sé que es una tontería, pero me enternecí un poco. Cogí ambas revistas en mis manos. Las hojeé lo suficientemente rápido como para que no me llamara la atención el de la tienda. Hace un par de años, también tuve que ir a Madrid a un asunto que ni recuerdo, estaba sola, y me compré una revista de bodas en esta misma tienda. Desde luego, no fue la única. Ya he contado varias veces en el blog mi flechazo con las revistas de boda, disfruté mucho leyéndola y yendo a las tiendas periódicamente a ver si había novedades. Así que todo esto me trajo buenos recuerdos (sigo pensando ¿y a qué fui a Madrid yo aquella vez...?)
Uno puede pensar ¿merece la pena pagar por una revista cuando hay tantos blogs gratuitos que se pueden visitar, llenos de inspiración? ¿Cuando existen preciosas revistas de boda on-line, perfectametne maquetadas? ¿Cuando se pueden visitar los portales web de estas mismas revistas...?
Pues bueno, eso es como todo... Si estás esperando un tren en la estación de Atocha, y dando una vueltra distraídamente, y pasas a un kiosco, y ves la revista, y sonríes pensando en tu boda, y piensas en el rato tan bonito y tan "rosa" que vas a pasar, definitivamente sí, no hay nada como una revista clásica en su papel couché.
Sí, vale, esto también se puede conseguir con el smartphone... ¡pero venga ya, no es lo mismo! Leer en el móvil es mucho más incómodo para la vista por el tamaño de la letra, las fotos y la luz de la pantalla, y además elimina todo el proceso romántico de elegir-comprar-transportar-hojear. Ais... hojear... sobre todo, ese ruidito de ir pasando páginas, tan especial que hasta lo han incorporado a los e-readers.
Por ponerle un fin a esta historia, os contaré que no me llevé ninguna de las revistas. En parte, como es lógico, porque no tengo ninguna boda que organizar que me requiera "coger inspiración". Y por otro lado... bueno, creo que la principal "labor" que nos hacen a las novias las revistas o los blogs de bodas, más que coger inspiración (que llega un punto en que una ha decidido todos los detalles) es permitirnos ilusionarnos un poco. Encandilarnos en nuestro estado de novias. Claro, voy a casarme, ¡voy a comprarme esta revista!, está diseñada específicamente para mí, soy una novia. Por eso mismo, a mí a veces me parece un poco extraño volver a pasar por eso.
Cuando iba sentada en mi asiento del tren, me volví a acordar de las revistas. Recuerdo que pensé "joer, debería haberme comprado una, no iba con la idea pero ya que las he visto...". Porque había sido un día un poco difícil y necesitaba algo fácil, bonito y poco intelectual para leer. Porque estoy en esa parte del mes sensiblona. Porque hubiera sido guay recordar un poco. O porque habría encontrado inspiración para seguir hablando de bodas en el blog. Motivos no faltaban...
Así que me he dicho a mí misma que la próxima vez que esté en la estación y sienta el impulso de comprar una revista de bodas (no tengo que pensarlo, tiene que surgir), me voy a dar el gusto. Y me voy a ir después a la cafetería de enfrente a tomar un capuchino con mi revista (otra cosa que tampoco hice esta vez, vaya una espera rancia). Y si me dicen que si me caso voy a responder que sí, que en abril del año próximo, y voy a sonreír emocionada y todo. Voy a realizar el pack completo :D
Y luego llego a casa, vengo al blog y os cuento qué me ha precido todo esto. Seguro que "con ojos de casada" los reportajes y editoriales de boda se ven muy diferentes...
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