miércoles, 2 de enero de 2013

Operación autodisciplina: apuntes previos

Como decidí ayer, día uno de enero del año 2013, hoy comienzo mi operación autodisciplina reflexionando un poco sobre este concepto con ayuda del libro que ya os comenté. Se trata de ver qué características psicológicas o de la personalidad hay detrás de esa falta de organización y compromiso con nuestros objetivos, y el por qué postergamos todo hasta que no queda más remedio (ayyyyy, mi pecadillo particular). Iré intercalando las ideas y contenidos tratados en el libro con mi visión personal, y me temo que el resultado será un post bastante largo y denso, que requerirá cierta autodisciplina por mi parte para escribir y ¡por vuestra parte para llegar al final! Creo que es un buen entrenamiento para el día de hoy ¿no? :-)


1. Todos tenemos una parte dentro de nosotros mismos, que llamaremos Hyde, que no quiere la autodisciplina y que opera a nivel inconsciente, con lo que a veces no nos percatamos con sus efectos.

La primera idea de la que se habla en el libro, y que domina toda la introducción, es que existe una parte de nuestra personalidad, a la que el autor denomina Hyde (haciendo una similitud con la novela de Stevenson de la que todos hemos oído hablar y muy pocos realmente han leído) que no quiere autodisciplina y que intentará sabotearnos cada vez que nos propongamos prosperar en esta cualidad. Según el autor, este Hyde es como un niño interior rebelde que quiere el placer inmediato y no comprometerse con las cosas (creo que toda yo soy una Hyde en potencia la mayor parte del tiempo, jejeje). Puesto que esta parte no quiere la autodisciplina, hará lo posible para apartarte de ella, concretamente utilizando cinco tipos de técnicas que te harán de desistir de tus objetivos.

Estan son: 1. el cinismo (tu parte Hyde utiliza esta técnica cuando te dice: "vaya estupidez querer aprender autodisciplina de un libro o de un blog, ¿en qué estás pensando?) 2. el negativismo (ejemplo "en tu vida tienes varios problemas insuperables, no te gusta tu trabajo, tu casa es demasiado grande para mantenerla en orden, eres demasiado perezosa para hacer ejercicio, todo esto no servirá de nada") ,  3. el derrotismo (que consiste en pensar que algo no vale para ti aunque sirva al resto del mundo, tipo "la autodisciplina es una cualidad útil, y estos truquitos le irán muy bien a los demás, pero en mi caso seguro que no funcionará"), 4. la evasión ( que te incita a dejar estos "juegos psicológicos" y hacer algo más fácil, como leer una revista de moda o ver la tele) y 5. la postergación (ejemplo: "todo esto está muy bien, es genial, quiero mejorar mi autodisciplina pero mejor... lo hago mañana, hoy no es momento").

La verdad, cuántas veces no hemos logrado nuestros objetivos porque una parte de nosotros nos ha saboteado con estas frases de "ahora mismo no puedo, no tengo tiempo", "nunca voy a conseguirlo" o "a mí no me hace falta mejorar, estoy bien así". Por ejemplo, no vamos al gimnasio y decimos sencillamente que "no tenemos tiempo", cuando sí lo sacamos para ver la televisión. O la casa necesita una limpieza profunda y decimos que "está bien así" aun cuando sabemos que el orden nos alentaría y nos haría sentir más en paz. O queremos dejar nuestras compras compulsivas y hemos leído a algunas chicas que han conseguido racionalizarlas (la operación armario, de la que os hablé en el pasado post), pero sin embargo nos decimos que "eso ha funcionado bien para ellas, pero no para nosotras porque..." y nos inventamos un montón de excusas. Y respecto a comer más sano, o dejar de fumar, siempre hay un momento mejor que el presente para acometer la acción de empezar: mañana, la semana que viene, después de las fiestas, después de los Carnavales, después de...

Así que coincido con el autor en que estas cinco técnicas manipulatorias inundan mi día a día y que antes de plantearme cumplir mi objetivo, debo ser consciente de todos estos mensajes y actitudes negativas que me estoy transmitiendo sin darme cuenta. Y una vez que me haya dado cuenta de estas afirmaciones, tendré que neutralizarlas. Para ello, en el libro se proponen cinco tipos de antídotos para cada una de estas situaciones.

Contra el cinismo, la solución es tener fe en que las cosas pueden funcionar y no caer en la trampa de rechazar todo lo que no sea perfecto (pues no hay nada que lo sea). Es decir, un libro de autodisciplina o un blog personal naturalmente que no es perfecto, pero eso no implica que no te ayude a mejorar o a reflexionar: No sirve de nada cerrarse en banda y adoptar una actitud sarcástica o autosuficiente respecto a lo que escuchas de otros, pensando que nadie tiene autoridad para enseñarte nada. Es mejor ser flexible, pensar que las cosas nos pueden ayudar, que hay gente, métodos, libros que tiene algo valioso que decir o enseñarnos...

Contra el negativismo, naturalmente, el remedio es una actitud positiva. Ver el vaso medio lleno en lugar de medio vacío. Pensar que en nuestra vida, a pesar de las limitaciones, tenemos margen de maniobra y elección. Quizás no tenemos control sobre ocho horas de nuestro tiempo, o diez, pero podemos elegir qué hacer los fines de semana, o por la noche.

Contra el derrotismo, el antídoto es creer en nuestras capacidades, en que podemos obtener beneficios de los consejos de otros, que lo que ha servido para los demás, servirá para nosotros también. Si una persona puede triunfar, o ser organizada, o hacer cualquier cosa que nos provoque admiración, no hay motivo para pensar en que nosotros no podremos conseguirlo.

Contra la evasión, el antídoto correspondiente es la capacidad de mantener la persistencia en nuestro objetivo, y el perder el miedo a la auto-examinación que puede conllevar todo este proceso. Para mí, este es un punto clave. Muchas veces nos da miedo saber qué hay dentro de nosotros que nos está imposibilitando alcanzar nuestros sueños, o ser de determinada manera que nos gustaría ser. Puede ser que sea una exigencia desmedida, o miedo a defraudar, o perfeccionismo insano, o inseguridad que llevamos arrastrando hace años. Mirar hacia adentro da miedo, porque podemos encontrarnos con cosas dolorosas, pero lo importante en este punto es persistir, no desalentarse, no evadirse. Claro que es más fácil navegar un rato por Internet que preguntarnos por qué no podemos comprometernos con cumplir ese sueño que nos persigue durante años. Y por otro lado, hay ciertas personas a las que les disgusta enormemente pensar sobre estos temas de autoconocimiento. Estas personas se cierran en banda cuando escuchan que detrás de ciertas acciones, sentimientos o síntomas pude haber alguna causa psicológica, y entonces descargan toda su artillería cínica-negativa: "pero qué tonterías son esas, qué estás diciendo, qué es eso de una parte interior llamada Hyde que nos sabotea. Todo eso es absurdo y no tiene ni pies ni cabeza, yo me siento perfectamente a gusto conmigo, aunque no me guste preguntarme". Otras personas simplemente no soportan oír una opinión contraria a la suya o algo que esté fuera de sus esquemas y automáticamente se sienten amenazadas y se ponen a la defensiva (yo siempre he pensado: ¿qué hay de malo en escuchar opiniones contrarias? Puedes aprender más cosas y cambiar de opinión, o puedes reafirmarte aún más en tu postura y con más argumentos).

Y por último contra la postergación, ese mal inevitable que me trae por la calle de la amargura, pues obviamente la solución es no ceder ante los mensajes tentadores de nuestro inconsciente (que si estamos trabajando nos dice que paremos y escuchemos música un ratito, y si estamos a dieta nos pone en la mente la imagen de una tarta suculenta) y persistir en hacer lo que nos habíamos propuesto. Pero lo que realmente me anima respecto a la postergación es esta frase que el autor deja caer al final del capítulo, que dice "una vez que comienzas a usar tu nuevo conocimiento sobre la autodisciplina, realmente disfrutarás haciendo cosas a tiempo en vez de postergarlas. Créelo." Pues yo, como soy muy positiva y tengo mucha fe en este proceso, voy a creerlo a pies juntillas. Porque nada me parece más maravilloso en mi vida ahora mismo ¡que disfrutar no postergando las cosas!

2. Nuestro inconsciente no es un monstruo que hay que combatir.

Acerca de la naturaleza de ese Hyde o insconsciente rebelde de nuestra personalidad, el autor hace una matización importante, y es que no hay que verlo como un enemigo que hay que combatir, o una parte de nosotros contra la que hay que luchar, y esto a mi entender es fundamental. Con frecuencia, los mensajes que recibimos acerca de la fuerza de voluntad y la disciplina parece que atienden a "domar" a un ser inmundo, o luchar contra un ser que busca nuestra perdición. Son mensajes, a mi entender, demasiado negativos, que hace equiparar a nuestro niño interior, o nuestra parte más relajada y festiva con algo que hay que extirpar, contra lo que hay que luchar con todas nuestras fuerzas.

Reflexionando un poco sobre esto, creo que para mí mantener la autodisciplina precisamente es tan difícil porque lo asocio a la idea de perder algo fundamental en mí que no quiero perder: la alegría, la creatividad, la flexibilidad, el espíritu festivo y relajado que no concibe normas sino que busca el placer... Estos son rasgos de mi carácter que me gustan, y siempre he asociado
erróneamente la rigidez y la ausencia de alegría con ser una persona disciplinada y organizada. Y ahora entiendo que no tiene por qué ser así.

Se puede tener ese niño interior rebelde y hedonista (¡me niego a perderlo, bajo ningún concepto!), y dejarlo salir en todos esos días festivos en que nos permitimos no hacer nada; pero desde luego, tenemos que convertir a esa parte de nosotros (a ese Hyde) en aliado, en las horas de trabajo o cuando estamos inmersos en un proceso importante. No se trata de "luchar contra nosotros mismos" (nuestra pereza, nuestro espíritu rebelde, nuestra capacidad de postergación) porque en ese caso estamos creando un conflicto dentro de nosotros y dividiéndonos en dos bandos. Se trata de "ayudarnos a nosotros mismos" a conseguir nuestros objetivos, disciplinando adecuadamente a nuestro Hyde.

3.- Los mensajes positivos:
 
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Para anular los mensajes negativos de Hyde, esos que nos dicen que es una tontería ponernos ciertas metas, que no lograremos lo que nos propongamos, o que dejemos eso para el día siguiente (o para nunca), un remedio inmediato es el de ser dirigirnos mensajes positivos. El autor cita que estos mensajes deben tener tres características básicas: ser positivos, específicos y en tiempo presente.

Hablarse a uno mismo, si puede ser en voz alta, es una forma de cortar de raíz todos estos mensajes limitadores que pueden asaltarnos durante el día. Por ejemplo, mientras estoy escribiendo este artículo, que me está costando bastante ciertamente a nivel mental y de tiempo, he tenido varios deseos de parar o levantarme, o dejarlo a medias (por no contar otros momentos en que me he dicho: bah, esto no importa; dejemos la autodisciplina y volvamos al tema de las bodas). La "autoconversación dirigida a la acción" que propone el autor, implica decirse, cada vez que aparezca uno de estos mensajes de nuestro rebelde inconsciente, lo que estamos haciendo o queremos comenzar a hacer, en tiempo presente, a fin de que esta idea cobre fuerza frente a las otras ideas tentadoras. En mi caso, sería: "Ahora estoy trabajando en este artículo sobre autodisciplina". Y repetírmelo hasta que esta frase sea mucho más fuerte que la cháchara mental que me dice que es mejor que me levante a comer algo, que ponga música, que pare un momento y dé una vuelta por los blogs, etcétera.

Hay que expresar siempre la petición en el presente es decir "trabajo o estoy trabajando" y no en el condicional "tendría que trabajar" o en el futuro "voy a trabajar, me pondré a trabajar". Asimismo, el autor recalca que es peligroso decirnos a nosotros mismos, cuando se trate de una tarea que tenemos pendiente "debería hacer esto" o "tendría que", pues le estamos dando a no hacer esa tarea cierta carga culpabilizadora, y además estamos enfatizando que en ese momento no tenemos el control sobre nuestro comportamiento (puesto que no estamos realizando esa tarea que deberíamos estar haciendo, sino otra). En lugar de decir "debería trabajar más/perder peso/comprar menos/leer más" o lo que sea, la frase ideal sería: "ELIJO trabajar más/perder peso/ comprar menos... etcétera.".

Es preciso que tomemos nuestras acciones como lo que verdaderamente son, ELECCIONES que hacemos a todas horas. Incluso cuando nos dejamos llevar, estamos eligiendo "dejarnos llevar"; y cuando dejamos la decisión a los otros "estamos eligiendo que elijan los demás". Nunca nos libramos de elegir. Y ser conscientes de esto nos hace sentirnos más responsables con lo que hacemos y asumir las consecuencias de estas acciones. Por ejemplo, si un día elijo no hacer las tareas domésticas y pasarme un par de horas viendo un programa de televisión, tendré que cargar con las consecuencias positivas y negativas que se deriven de ello: el piso estará sucio y yo habré pasado un buen rato (o no) frente a la televisión. Ha sido mi elección y como tal soy responsable de las consecuencias que haya podido tener esta acción. No gano nada culpándome, ni cargándome de lo que "debería haber hecho", sino que simplemente he de ser consciente de las consecuencias que tienen mis elecciones.


4. ¿Qué es la autodisciplina? Mi descubrimiento.

Veréis, en un momento dado el autor sugiere que definamos lo que es para nosotros autodisciplina, antes de leerlo. Yo lo he hecho en voz alta y ¿sabéis que? Esto es lo que he dicho: "Autodisciplina es la capacidad de elegir hacer en cada momento lo que más nos conviene".

Para mí ha sido todo un descubrimiento personal esta afirmación. Porque estoy identificando autodisciplina con hacer LO QUE MÁS ME CONVIENE. Y esto implica que estas cosas siempre, siempre serán beneficiosas. Es decir, que ser disciplinada no me convertirá en una persona amargada, rígida, fría, sin creatividad, sino todo lo contrario. Pues hacer "lo que más me conviene" es una prueba de profundo respeto hacia mí misma. Como me respeto, y me quiero, y me valoro, voy a hacer lo que más me conviene, a corto, medio y largo plazo. No lo más fácil, no lo más sencillo, no lo que me dicte la inercia, o la televisión, o la sociedad, o los demás. Lo que más me conviene. O sea, lo mejor para mí.

Creo que este enfoque es importante. Y me gusta saber que de algún modo "lo he descubierto yo", aún sin haber terminado de leer toda la introducción del libro (cosa que voy a hacer a continuación).

Ahora mismo, te aconsejo que te pares un momento: ¿qué te parece lo que he dicho hasta ahora? ¿Crees que estas tácticas subconscientes de negativismo, derrotismo, postergación, etc. funcionan en tu caso? ¿Todo esto te parecen tonterías o consejos básicos que puedes adaptar para ti? (importante: creo que no se trata de creer en todo al pie de la letra si a ti no te parece lógico; si algo necesitas adaptarlo, ¡hazlo ahora!). ¿Cuál es tu visión personal de la autodisciplina y por qué te parece difícil en tu caso cumplir con ciertos objetivos, aun sabiendo que te convienen?

(Hacemos una pausa... Nos hacemos un cafecito o un té y pensamos en todo esto... y yo mientras acabo de leer la introducción y os cuento los nuevos descubrimientos).


5. Entendiendo la autodisciplina.

Bueno, pues ya he finalizado de leer la parte introductoria. En la última parte, el autor explica lo que él considera que es la autodisciplina y cuáles son sus causas. Pero sus causas verdaderas, y no lo que nosotros a menudo determinamos. La falta de ambición, la falta de motivación, la incapacidad para organizarnos y gestionar el tiempo, la indecisión, la pereza y la tendencia a postergar las cosas, no son causas de la autodisciplina sino síntomas. No son la raíz del problema. Y algunos os preguntaréis, bueno ¿y entonces cuáles son las causas, pues? Pues estas se se encuentra en distintos MIEDOS (miedo al éxito, miedo al fracaso, miedo al riesgo, miedo al rechazo y miedo a la mediocridad) que actúan bloqueándonos, e impidiéndonos por tanto hacer lo que estaba entre nuestros objetivos. En los días posteriores, se profundizará en cada uno de estos miedos, por tanto de momento dejo este punto aquí, pero he de decir que el enfoque es muy interesante. Yo siempre había pensado que había personas "con fuerza de voluntad", y otras que no, y que llegar a ser una de estas personas del grupo 1 exigía vencer tentaciones como la pereza o el placer inmediato, pero no había metido en la ecuación al miedo. Y empiezo a vislumbrar que los miedos latentes y no detectados están ahí, y bloquean esa enorme cantidad de energía que podría estar disponible para cumplir nuestras metas...

Siguiendo con las características de esta capacidad llamada disciplina, según el autor se asemeja a un músculo que se ha de ejercitar con el tiempo, y la mayoría de nosotros la tenemos tan debilitada por el simple hecho de que, la mayor parte del tiempo durante nuestra vida, nuestros padres, profesores y jefes nos han dicho lo que teníamos que hacer. Entonces, nosotros hemos obedecido cuando no hemos tenido más remedio y punto. No hemos tenido la oportunidad de autorregularnos, de entrenarnos.

Por otro lado, la autodisciplina implica vencer nuestras resistencias a la acción. Esos miedos de los que hablaba. Y por tanto, no se trata de conseguir "hacer lo que debería hacer", sino de conseguir "hacer lo que una parte de mí mismo no quiere hacer". Esto resuena en mí de un modo particular: "hacer lo que una parte de mí mismo no quiere hacer..." Cuando nuestras emociones tiran por un lado, nuestro intelecto por otro, nuestros deseos por otro y nuestro miedo nos bloquea, entonces la autodisciplina debe emerger y, como un líder o jefe de un grupo, poner a las distintas partes de nosotros mirando en la misma dirección. Hacer que Hyde quiera colaborar. Que lo que hacemos por obligación sea también fuente de disfrute. Vencer ese miedo a la página en blanco, o al que dirán, o al rechazo, o no hacer algo porque el resultado no va a ser perfecto.

La autodisciplina, para el autor de este libro es: "la habilidad de dirigir y regular todas las partes de nuestra personalidad de modo que en en vez de que seas inmovilizado por un conflicto interior, todos tus elementos psicológicos trabajen juntos en la misma dirección: hacia tus objetivos conscientemente elegidos". Pues lo que verdaderamente resulta lógico, es que uno acabe haciendo lo que momentos antes ha determinado que era importante en su vida, conveniente, y no al revés (que acabe postergando las cosas importantes, y emplee el tiempo en algo que no es una prioridad). Como yo apunté antes, hacer en cada momento lo que más me conviene es una prueba de respeto hacia mí misma, y debo intentar averiguar por qué una parte de mí no quiere hacer eso que me conviene.
 
 
Así pues, ya no se trata solamente de hacer listas con objetivos cada día, de los premios y castigos, de sentirnos culpables o desmoralizados por ser víctimas de la promesa del placer inmediato. Se trata de detectar cuáles son esas resistencias o miedos que nos hacen entrar en conflicto, para después quitarles ese poder tremendo que tienen sobre nosotros.
 
Mañana es el día 1 de esta operación. Como dije en el post anterior, no me he leído el libro previamente. Sólo sé que está pensado para llevar a cabo en diez días, y que existen algunos ejercicios prácticos que he de hacer, pero no tengo ni idea de qué tipo serán.
 
Por mi parte, me siento contenta de haber terminado de escribir este largo artículo, a pesar de que el resultado se aleja de la perfección. Pero si aspiro a hacerlo perfecto no lo haré nunca. Si habéis llegado hasta el final, creo que también tenéis ganas y voluntad de mejorar, y os felicito igualmente.
 
Para cualquier pregunta, reflexión, experiencia personal o cualquier cosa que queráis compartir, ¡utilizad los comentarios! Estaré encantada de leeros, y de que me acompañéis en este particular camino ;-P
 

1 comentario:

  1. Vaya! Se ve muy interesante, voy a leerlo con más calma...

    Escribo para desearte un feliz año, fue tu primer fin de año como casada??? Si es así ojalá y la hayas pasado maravillosamente :)

    Saludos!

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