domingo, 6 de enero de 2013

Autodisciplina. DÍA 3

Bueno, hoy estoy un pelín desanimada.

Principalmente porque ayer me fue imposible completar mi "operación autodisciplina". Me dije que haría todo lo posible por no saltarme ni un día, pero ayer sencillamente no encontré el momento.

Por la mañana compras, y el resto del día compromisos para felicitar las fiestas, tomar algo, ver a la familia, a ciertos amigos, etcétera, etcétera. Y ayer, mientras pasaba la tarde-noche , me acordé muchas veces de mi libro de autodisciplina, mi blog y mi plan. Si hubiera tenido un ratito libre, me habría escapado a casa un par de horas a completar mi tarea pendiente, pero realmente no fue posible.

No obstante, lo primero que he hecho hoy al levantarme, y tras ver el sorteo del Niño (¡40 euros más en mi poder! jeje), es leer el capítulo correspondiente al día 3, del que os haré un resumen muy breve a continuación. Y de verdad que será breve, pues soy consciente que el "día 2" de la autodisciplina me salió un post muuuuuy largo, posiblemente demasiado.

Ya traté el miedo al fracaso y el miedo al éxito, como limitadores potentes de nuestra capacidad de autodisciplina. Este día el miedo a tratar es el MIEDO AL RECHAZO.


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El capítulo trata sobre la conocida necesidad de satisfacer a los demás. Y esto se vuelve neurótico cuando tratas de satisfacer a todo el mundo, tarea que resulta del todo imposible. Para cada cosa que hagas, tendrás una parte de la gente a tu favor y otra en contra. Quien tenga una opción de vida determinada, quizás verá con malos ojos o con recelo tu caso, si es la opción de vida contraria. Si eres de un equipo de fútbol, un partido político, una religión o fan de algún personaje famoso, siempre tendrás entre tus enemigos al irreconciliable "contrario".

Esto que suena obvio a nivel racional, es muy difícil de asimilar a nivel emocional. Todos tememos sentirnos rechazados y criticados. Y por ello, tratamos en mayor o menor medida de satisfacer a los que nos rodean. Creo que el problema no es que nos guste caer bien y sentirnos integrantes de un grupo, pues esto es perfectamente normal y comprensible. El problema es cuando el miedo al rechazo guía nuestra vida. Se vuelve una fuerza incontrolable, dominante. Y sobre todo, se vuelve una fuerza subconsciente.

Y creo que como ya he ido reflexionando estos días, los miedos subconscientes son los más paralizantes de todos, pues no nos permiten darnos cuenta de lo que nos ocurre, y se enmascaran en otros actos que aparecen como síntomas, pero sin que podamos determinar la causa.

"El miedo de perder el favor/la preferencia/la aprobación con la familia, amigos, empleadores, compañeros de trabajo, o sociedad es uno de los bloqueos más comunes para el establecimiento y la persecución de los objetivos personales."

Cuando hemos sido rechazados, vivimos la situación con sentimientos de tristeza, humillación, insuficiencia e incapacidad. La verdad es que no me resulta nada difícil recordar ocasiones en que he sentido estos sentimientos de sentirme incapaz, diferente a los demás, y al final, paralizada.

"La ansiedad prolongada siempre genera sentimientos de insuficiencia/incapacidad e inferioridad, que por su parte crean una actitud derrotista. Tal actitud impide la posibilidad de auto-disciplina"

Luego está el caso de aquellos que anteponen siempre los deseos de los demás a los suyos propios. Cumplir las exigencias y satisfacer a los demás es prioritario respecto a cumplir sus propias exigencias y deseos. Y como en esta vida todo es limitado (el tiempo, el dinero, el esfuerzo), dedicarse en su mayoría a hacer más fácil la vida de los demás, resta energía para cumplir con uno mismo. No somos omnipotentes, no somos personas superpoderosas que podemos con todas las exigencias de los demás y encima estar completamente disponibles para nosotros mismos. A veces tenemos que elegir. Y eso pasa por decir "no" de vez en cuando. Y desde luego, perder el miedo aterrador a que sea a nosotros a quienes digan que no. Un rechazo a nuestra proposición o nuestra tarea, no significa un rechazo a nosotros mismos, es preciso diferenciarlo.

En realidad, este capítulo tiene muchos puntos comunes con el miedo al fracaso, por eso no me excederé más en consideraciones, sino que pasaré directamente al ejercicio... Vamos, tomad lápiz y papel y empecemos.


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Como en anteriores ocasiones, se trata de recordar tres experiencias pasadas, mejor si son de la niñez o de la adolescencia, en que hicimos algo que no queríamos hacer, o no hicimos algo que queríamos hacer. Nuestro comportamiento debía estar basado en un miedo al rechazo de nuestros padres, amigos, profesores o la sociedad. Se estima un tiempo de quince minutos para hacer el ejercicio, y es necesario escribirlo, no sólo pensarlo. A mí me gusta más escribir a mano, porque la menor velocidad que se tiene facilita la introspección, pero podéis hacerlo como queráis. No sigáis leyendo, reflexionad y escribid vuestras experiencias, ¿Ok?

******* 15 min. después *******

Me ha costado un poco hacer este ejercicio, me siento un tanto bloqueada. Supongo que porque no estoy tranquilamente en mi hogar, y también porque estoy un poco cansada de ayer por la noche.

No me ha sido difícil encontrar tres escenas de miedo al rechazo en la infancia y adolescencia, porque creo que es durante esta etapa cuando más vulnerables somos a las opiniones de los demás sobre nosotros.

En mi círculo de amigas, cuando era pequeña, había que hacer ciertas cossas aunque no te gustasen, simplemente porque lo decía "la líder" del grupo, o porque no podías quedarte atrás, a riesgo de perder la estima de las otras. Luego, hubo una etapa en la que yo estaba más gordita de lo que estoy en la actualidad, y sufría cierto rechazo por ello. Y recuerdo que por un lado pensaba que me gustaría perder peso y estar más guapa, pero por otro... creo que inconscientemente me daba miedo descubrir que podía mejorar mi apariencia y el rechazo podía seguir existiendo. Cuando tienes un motivo al que achacarle las cosas es más sencillo lidiar con ellas que cuando no lo tienes, y empiezas a vincular el rechazo a tu persona entera, y ver muchas cosas de ti que te gustaría cambiar y no sabes cómo.

Mi última experiencia con el rechazo, es no haber hecho algo que querría haber hecho, como lo es haber tenido una amistad con el chico que me gustaba (y al que yo gustaba, por cierto), por miedo a que después, "cuando me conociese en profundidad", me rechazase.

Lo cierto es que sí, el rechazo está ahí, los demás pueden considerar que somos desatentos, caprichosos, egoístas, poco interesantes, poco agraciados o lo que sea. Pero huyendo de nuestras oportunidades de hacer cosas y diciendo que sí a todo, lo cierto es que tampoco nos evitaremos el rechazo de las personas en ciertas situaciones. Es una tarea imposible satisfacer a todo el mundo en todo momento. Requiere una gran cantidad de energía y tiempo el pensar cómo hemos de actuar ante cada persona, para no ser rechazados por ellos. Energía que podría ir destinada directamente hacia nosotros.

Cuando temo al rechazo, me siento cansada y abatida, y sin ganas de hacer nada. Esto se acaba hoy. Satisfacer a todos es imposible, al igual que lo es prever cómo reaccionarán ante nuestras actuaciones (puede que nos sorprendamos y ciertas personas no rechacen lo que decimos o hacemos).

No me gusta que me rechacen, pero si lo hacen, el mundo no se acaba. Siempre tendré personas que me están brindando su apoyo incondicional, y en las que me apoyo día a día. Sé perfectamente cuáles son sus nombres y dónde están.

¿Y vosotras? ¿También tenéis miedo a la desaprobación de los demás? ¿Hacéis o dejáis de hacer cossas por lo que los demás opinen de vosotras? ¿Cuál es vuestra solución?

Feliz día de Reyes ;-)

8 comentarios:

  1. Buff! El ejercicio de hoy me ha costado a mí también.

    Sinceramente, cuando he empezado a leer el post he pensado que no iba conmigo, que yo no temo ser rechazada. Pero mientras meditaba para hacer el ejercicio, me he dado cuenta de que sí existe ese miedo en mí aunque sólo en relación con personas muy concretas y allegadas.

    Sufrí rechazos durante mi niñez y mi adolescencia, pero me resultaron bastante indiferentes porque no valoraba a quienes me rechazaban de la forma en que valoro a estas personas.

    No voy a seguir divagando aquí por escrito porque esto puede ser eterno, pero sigo pensando en el tema.

    Todo esto está resultando muy instructivo.

    T.

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  2. A mí me ocurrió lo mismo. Pensaba que este era el miedo que menos iba conmigo de todos. Pero mientras hacía el ejercicio, descubrí una sensación demoledora de cansancio y pasividad, justo lo que siento antes de empezar ciertas tareas y me dije: vaya, parece que hay mucho miedo al rechazo inconsciente en mi día a día...

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  3. ¡Qué cantidad de cosas estamos descubriendo! ;-)
    ¿Puedo preguntarte en qué "ciencia" desarrollas tu investigación? Si la respuesta puede poner en peligro tu anonimato, entenderé que no contestes (es pura curiosidad).
    T

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  4. Jaja, claro que puedes preguntármelo! Estoy haciendo el Doctorado en Medio Ambiente, así que mi tesis está dentro de ese ámbito. Ahora la que siente curiosidad soy yo: ¿cuál es tu "ciencia"?

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  5. jejejeje!! Yo me estoy doctorando en Derecho y, concretamente, mi tesis se incardina en la rama financiera y tributaria (con esto de la crisis no hacen más que cambiarme las leyes...¡desesperadita me tienen!)

    T

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  6. Vaya!! Si que es un tema de actualidad, sí! Me ha sorprendido mucho la rama de tu tesis; la verdad es que los de ciencias estamos muy acostumbrados a ver artículos y tesis en nuestro ámbito, y se nos olvida que hay mucha investigación también en otras áreas ("las Letras" en general), como la tuya. ¿Y cómo lo llevas? Por lo que comentaste de que se acababa tu beca, ya estarás en las últimas, ¿no?

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  7. Es un post excelente, me ha encantado.

    He hecho el ejercicio y para mi sorpresa, también he notado bastante cansancio mientras buscaba en mis recuerdos "juveniles" experiencias de rechazo... Deduzco que eso significa que cada vez que siento cansancio es porque estoy temiendo a esto mismo?

    Saludetes.

    W.

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  8. Ummmm... no es que sea una experta en psicología ni nada de eso, pero creo que podría ser bastante probable. Cada vez estoy más segura de que la "falta de fuerza de voluntad" es en realidad un freno que nos ponen distintos miedos, creo que el miedo al rechazo es uno de los más (sino el que más) poderosos.

    Gracias por tus palabras. Espero seguirte viendo por aquí!

    Abrazos.

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