Y ya está bien, creo que han pasado muchas cosas estos días y necesito dar tiempo a que todas estas nuevas ideas y sensaciones se aposenten en mí. En parte siento miedo a lo que vendrá cuando acabe con este plan (la verdadera acción, el momento de poner toda la carne en el asador), pero por otro lado, me digo que después de esta revolución profunda de mis ideas, y después de la forma en que estoy actuando en estos últimos días (hoy he hecho un montón de cosas, la verdad), algo ya ha cambiado en mí, y lo único que tengo que hacer es sostener este cambio. Y confiar en mí.
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Puesto que esta idea en concreto y ahora mismo es importante para mí (reconozco que me cuesta emprender ciertas tareas como ir al gimnasio porque no lo considero fácil y cómodo), he decidido hacerme mis pequeñas "vitaminas para la mente". En tres hojitas pequeñas he escrito la siguiente afirmación "Sin períodos de incomodidad, no llevarías a cabo ni siquiera la tarea más simple" y los he situado en tres zonas distintas: uno en mi lugar de trabajo, otro en la cartera, y otro en el cajón de la ropa interior, para verlo nada más abrirlo (hoy me he topado como tres veces con el cartel).
No es más que un pequeño cambio, lo sé, pero me está gustando, y me está sirviendo. Realmente os recomiendo que pongáis en práctica este tipo de cosas, o inventaros algo nuevo que realmente os sirva. No vale sólo con leer, reflexionar y tener claras las ideas. El cambio implica actuar. Implica aceptar los consejos de otros y desarrollar los propios. Implica cada día, durante un tiempo, proponerse a hacer algo para estimular nuestra disciplina. Y una vez pasados, por ejemplo unos diez días o dos semanas, evaluar cómo nos ha ido. Se trata de probar, y experimentar, pero desde la actividad.
En resumen: gobierna tus hábitos o ellos te gobernarán a ti. via |
El tema del día de hoy, tiene mucho que ver con esto de los hábitos y los cambios. Vamos a hablar de esa creencia tan común que dice que no se puede cambiar. Que las personas, en esencia, son como son y no cambian. Que uno se parece a su padre, a su madre, a su abuela, a su tío, a su hermano mayor, y esto no tiene remedio. O bien que uno habría podido cambiar antes pero ya es muy mayor para hacerlo. Según esta regla, el que es perezoso o inactivo, tenderá a ser perezoso o inactivo siempre; el que es poco paciente, es que ha nacido así y no puede ser de otra manera; y el que es tímido de nacimiento podrá disimular su comportamiento pero no cambiar completamente.
Como podréis suponer a estas alturas, después de todos estos días intensos de reflexiones, esto es una trampa. Lo cierto es que las personas cambian, constantemente. Pero parece que no lo vemos, o no lo queremos ver, porque siempre seguiremos escuchando este mantra de la imposibilidad de ser diferentes a lo que somos si nos lo proponemos. A poco que penséis, encontraréis algún ejemplo drástico de esto: una persona que era muy afín a un partido político y luego se fue al bando contrario; una persona que era muy recta y muy exigente, y la maternidad le aportó un lado tierno; una persona que renegaba de sus padres y ahora está trabajando en la empresa familiar; una "buena chica", estudiante y responsable, que se enamora del hombre equivocado y se introduce en una espiral destructiva de fiestas y alcohol... Hay cambios para bien, y cambios para mal, pero en cualquier caso las personas siempre tenemos la oportunidad de cambiar, y además ocurre constantemente.
Yo he cambiado varias veces en mi vida. De hecho, en los últimos años he cambiado hasta tres veces de firma (hecho que sólo personas muy cercanas a mí conocen, y que nos provoca la risa). Pensando un poco más, soy capaz de recordar muchos más cambios: de peque me gustaba mucho el invierno, luego preferí el verano, y ahora no sabría con cuál de los dos quedarme; antes nunca dormía la siesta, no lo necesitaba, y ahora raro es el día que no me hecho un ratito; odiaba el café y ahora forma parte de mi día a día; pensaba que el éxito era llegar muy lejos y ahora veo que consiste en ser feliz, etcétera, etcétera.
Los cambios siempre ocurren. Pero una cosa fundamental, y que no se puede olvidar, es que siempre vienen desde dentro, nunca desde fuera. Yo debo querer cambiar, y además este proceso he de hacerlo yo. Sea conseguir más autodisciplina, o ser más extrovertida, nadie puede hacer el trabajo por mí.
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A veces puede resultar tremendamente frustrante ver a un ser querido que sería mucho más feliz si realizara algún cambio y sin embargo no puede hacerlo, o no quiere. Lo mismo sucede en el caso contrario: las personas de nuestro entorno pueden repetirnos una y otra vez la misma cosa, instigarnos a hacer algo de un modo diferente, a actuar, pero si nosotros no elegimos por nuestro propio criterio ese cambio, ellos nada pueden hacer. Y encima, sobreviene la culpabilidad por la frustración de los otros.
A veces me digo que la forma más fácil de encarar esta frustración propia o ajena, es no exigiendo nada. Escuchar, simplemente. No esperar que nadie cambie, porque sólo en él está la elección. Y decirle esto sinceramente a las personas que, con toda su mejor intención, nos dicen que debemos cambiar.
"Nadie puede hacer que otra persona quiera cambiar; el deseo de cambio debe venir desde dentro. En resumen si una persona debe cambiar, entonces esa persona primero tiene que elegir, consciente y subconscientemente, cambiar."
La operación autodisciplina es mi cambio. Quiero disponer de esta herramienta, para utilizarla en las pequeñas y las grandes cosas. A pesar de que sé que la elección y las acciones son sólo mías, reconozco que me ayuda el sentirme apoyada, el contar con las experiencias de otras personas, los conocimientos y consejos sinceros. Porque que no podamos hacer cambiar a nadie, no significa que no existan cosas que puedan inducirnos a cambiar. Por ejemplo, mi ayuda es el libro que encontré por Internet, este blog, y el saber que hay personas que me seguías. Todas estas cosas encienden pequeñas lucecitas en nuestras cabezas, aunque a la hora de la verdad, cada uno ha de estar decidido a dar el paso.
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Volviendo otra vez al tema de nuestra personalidad, y por qué somos como somos, por supuesto la forma en que somos hoy no es producto del azar ni del tiempo atmosférico, sino que nos viene determinada por el ayer. No conviene negar esto y lanzarse al vacío diciendo "quiero cambiar y no importa mi pasado" porque a tu subconsciente, lamentablemente, tu pasado sí le importa. Somos lo que hemos sido y aprendido hasta ahora: nuestras experiencias, la forma en que nos han educado, creencias y valores que nos han inculcado.
Los cinco primeros días de la operación autodisciplina, ya examinamos algunas de estas experiencias pasadas que, aunque no fuéramos realmente conscientes de ellas, nos estaban influyendo de forma negativa. Muchas de estas creencias que no nos gustan no las hemos forjado nosotros, sino que nos las han ido imponiendo otros, o las situaciones vitales que nos han sucedido. Podemos decir que no hemos sido responsables de ellas. Pero ahora, como adultos, hemos de hacer algo con estas creencias y discursos aprendidos que ya no nos sirven. Tenemos que cambiar. Y podemos hacerlo.
Sí, podemos. No es necesario seguir atados a actitudes y pensamientos que nos disgustan o que ya no se identifican con nosotros, por mucho que nuestros amigos de toda la vida o nuestra famillia se pudieran molestar por ello. La autodisciplina pasa por saberse libre, primero. Y segundo, por saberse responsable de nuestras vidas. A pesar de que durísimos hechos pasados nos hayan afectado de un modo brutal, a pesar de que tenemos pleno derecho a sentirnos heridos y maltratados por estas experiencias, debemos hacernos responsables de lo que somos hoy. Es mucho más fácil decirlo que hacerlo, por supuesto. Pero la buena noticia es que se puede hacer.
"Por supuesto, quiénes somos y lo que hacemos hoy está relacionado con el ayer. Pero permitir que nuestro ayer determine y dicte nuestro hoy y nuestro mañana es una elección. La parte de ti que no quiere el cambio quiere que tú creas que el pasado es una trampa de acero."
Deteneos en esta frase: el pasado NO es una trampa de acero. El pasado pesa, pero se puede dejar atrás. Y creedme que yo estoy pasando por una etapa en la que el pasado se ha entrometido mucho en mi vida, porque había cosas de curar, porque me he deshecho de comportamientos y creencias que no eran mías, porque me estoy descubriendo a mí misma (sí, a mis casi treinta años). Pero al igual que he descubierto ciertas cosas que me han abrumado mucho, también he descubierto que yo soy mucho más que mi pasado. Que estoy aquí, ahora. Escribiendo. Proponiéndome cosas. Y proporcionándome la grandísima satisfacción de cumplirlas.
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Se trata de aceptar que hay cosas que no podemos cambiar y están fuera de nuestro alcance, pero que existen otras de las que somos plenamente responsables: lo que hacemos con nuestro cuerpo, las relaciones que tenemos y cuyos lazos podemos reforzar o cortar, los libros o películas que podemos ver, las acciones que acometemos fuera de nuestro horario de trabajo u obligaciones familiares, la forma de relacionarnos y tratar a nuestra pareja o hijos... Tenemos cierto margen de acción, y es importante establecer dónde podemos actuar y dónde no podemos hacer nada.
"Aquí no hablamos de aceptar la responsabilidad de situaciones que están de verdad más allá de nuestro control; hablamos de aceptar la responsabilidad de las situaciones que están bien dentro de nuestro rango de influencia. Y si rehusamos a hacer esto, entonces crearemos subconscientemente toda clase de excusas que nos liberen de la responsabilidad de tomar acción hacia nuestros objetivos."
Por tanto, nuestra capacidad de autodisciplina también depende de la responsabilidad que conscientemente asumimos sobre nuestra vida. Si pienso que todo depende de la suerte, del estado, de los demás, o del dinero de que dispongo, estoy poniéndome tantas barreras que es difícil que consiga algo.
Como en otros días, el capítulo tiene una segunda parte en la que se explica una herramienta de poder para reforzar nuestras fuerzas psicológicas positivas. Sin embargo, considero que la reflexión de hoy ya tiene suficiente envergadura para hacernos pensar un rato, por tanto pongo un punto y aparte aquí, y mañana seguiré con otras consideraciones.
¿Qué pensáis vosotr@s? ¿Habéis adoptado algún hábito desde principios de año hasta este momento? Escribir tarjetas con frases inspiradoras y dejarlas en varios puntos de la casa, hablar con uno mismo de forma positiva y en presente, elaborar una lista de premios y seguirla, la visualización positiva, la corrección de vuestros miedos y negatividad en el instante. ¿Habéis hecho algo de esto?
En este punto, creo que es importante incidir en que hay que actuar. No basta con leer mucho, informarnos, reflexionar, divagar. Hay que ACTUAR. Proponerse un objetivo pequeñito. Aunque sea llevar un diario y escribir cada día una frase. Visualizarse durante cinco días. Encontrar dos frases inspiradoras. Me doy cuenta por momentos, yo que siempre he sido una persona muy abstracta e intelectual, y poco práctica, de que hay que llevar las cosas al plano de lo real.
Pensar es abstracto, pero escribirlo es real. Queda ahí, es visible. Pensar en darse premios, o en celebrar los pequeños pasos, es invisible. Hacerlo, por lo menos durante una semana, es concreto y tangible.
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Actuad, queridas mías... Actuad... Hacedlo físico y real. Y NR, esto va mucho por ti ¿vale? ;-)
Gracias por dedicarme este post. Me has hecho llorar.
ResponderEliminarIntento todos y cada uno de los días actuar. Cambiar la predisposición que pueda tener a que cosas de mi forma de ser me perjudiquen. Cuando lo intentas un día tras otro con mil consejos, ayudas variadas y después de los esfuerzos ves q todo sigue igual, es cuando te preguntas si realmente esto lo podrás cambiar. Porque nadie tiene más ganas que tú de cambiarlo, porque nadie, por más consejos y ayuda q te presten, se esfuerza más q tú. Tú lo sufres y a ti te va.
un beso fuerte
NR
NR la cuestión aquí es el CÓMO. Cómo intentas cambiar, cómo intentas actuar. Sabes que yo soy mental y abstracta al 80%, pero ahora he descubierto que el resto, lo físico y lo tangible, ese 20%, marca la diferencia.
ResponderEliminarPuedes tener voluntad de cambiar, ganas, escuchar cosas, seguir consejos... pero además tienes que hacer ALGO. Algo durante un tiempo, que se pueda tocar: escribir frases inspiradoras por toda la casa, hacer diez respiraciones cada hora durante diez días, llevar un diario durante un mes, proponerte un plan CONCRETO Y PROPIO de un determinado tiempo. No vale hacer algo que tienes que hacer todos los días sin remedio, el secreto es que sea algo original, tuyo y que lo lleves a cabo. Como en mi caso, esta "operación autodisciplina".
Ánimoooooooooooo.