domingo, 14 de abril de 2013

Hacia dónde hay que ir...

Nos dicen que la vida es una carrera hacia adelante (sí, una carrera, con pistoletazo de salida y prisas), o una ascensión como la de una montaña, llena de peligros.

Un paso más, y luego el siguiente, y el siguiente, y seguir subiendo, escalando, siempre hacia arriba...

Y yo me pregunto ¿Pero hacia dónde? ¿Qué hay al final de todo eso? (de esa carrera que se supone que es la vida, o de esa montaña)

Y sobre todo ¿hasta cuándo hay que seguir avanzando? ¿hay algún momento en que se nos permita parar?


La promesa resuena en mis oídos, esa promesa que hoy en tiempos de crisis ya no se ve tan clara, pero que antes sí lo era: tienes que aprovechar el tiempo, no desperdiciarlo, llegar lejos, ascender...

Aprovechar el tiempo... ¿qué es? ¿Gastarlo en estudiar lo que otros te dicen que estudies? ¿Que trabajes sin descanso para que otros ganen más dinero, otros que seguramente no saben muy bien cómo gastarlo? ¿Aprender dos idiomas más, una nueva actividad física, arte, música, todo para estar siempre "mejor formado" aun sin saber muy bien para qué?
Desperdiciar el tiempo... ¿qué es? ¿Tomarte un descanso de una hora en casa, y escribir, y pensar, y sentir que estás ahí -con tu cuerpo, me refiero-, eso es perder el tiempo? ¿Quedar con un amigo y no hablar más que de cosas intrascendentes? ¿Leer literatura porque te hace feliz y te permite ver otras formas de vida? ¿Todo lo que no sea productivo es desperdiciar el tiempo?

En cuanto a lo de llegar lejos y ascender... admito que esas palabras aún siguen teniendo un profundo efecto en mí, pero poco a poco voy desmontando algunos argumentos que las construyen. Y sobre todo, voy preguntándome el por qué, esa palabra maldita que parece que no se puede pronunciar. (Pregúntale a alguien para qué quiere más dinero si ya tiene bastante, para qué quiere ascender en su trabajo si está bien como está, o para qué quiere tener otro hijo si con dos ya es feliz; te encontrarás con su rigidez y su extrañeza)

http://i-cant-focus.tumblr.com/

Me parece bien querer llegar a algún sitio. Construir un objetivo e ir a por él. Por ejemplo, escribir una tesis, escribir un libro, ponerse en forma, montar un negocio con nuestra pasión, ganar x euros al mes, tener un trabajo cómodo y agradable, etc. etc. Pero ¿qué es lejos, qué es ascender?

¿Y por qué siempre más, más lejos, más arriba?

Bajo un foco optimista y dorado, se nos dice que el éxito no puede ser otra cosa que ir siempre hacia arriba, y crear y crecer cada vez más, y más y más... Lo contrario sería el estancamiento, ¡oh, la muerte, el fin! Y yo me pregunto ¿y qué sucede si apagamos el foco y vemos esta carrera ascendente desde una luz más neutral? Es decir, ¿qué sucedería si vemos además de las luces, las sombras, de ese éxito que consiste en ir siempre imparable y hacia arriba, cada vez más lejos?

No sé los demás pero yo veo inconformismo perpetuo... Buf, menuda cosa.... O sea que vas a vivir x años de tu vida y siempre vas a estar insatisfecho, qué gran promesa. También veo no saber pararse a disfrutar los éxitos... Porque si siempre vas hacia arriba sin descanso ¿cuándo te detienes a saborear lo que has conseguido, cuándo te detienes a admirar el paisaje? Si siempre vives pensando en el futuro ¿dónde queda el presente? Antes, para mí, era inspirador el hecho de que alguien dijera: "cuando llego a mi objetivo, sólo pienso en el siguiente". Veía voluntad, tenacidad, afán de superación en esta frase. Hoy sin embargo, pienso: "Pues menudo coñazo. Si tanto si consigues lo que quieres como si no, no te detienes a disfrutarlo, o a descansar, entonces dime qué sentido tiene lograr tus metas. ¿Sólo alcanzas un objetivo para darte permiso a ir al siguiente?"

"Nunca es suficiente" paradigma de nuestros días.

Ir más lejos, hacia arriba, progresar, mejorar, no conformarse, ambicionar cada vez más y más... son partes de un discurso que antes me seducía, pero ahora me cansa. Me cansa porque lo encuentro vacío. Porque en ninguna parte de este discurso se dice el para qué de tanto esfuerzo, el para qué de esta búsqueda irrefrenable.

Y yo quiero por qués y para qués. Es parte de mi naturaleza inquisitiva y profundizadora, que busca siempre llegar a los orígenes.

Y los por qués y para qués de este modelo de competitividad e instinto de superación perpetuo se me escapan, o creo que simplemente no existen. ¿De qué sirve ambicionar más y más, y cada vez más, y trabajar más y más, y cada vez más? Se supone que todo ello debería conducir a mejorar el bienestar de las personas, la madurez, la felicidad, ¿no? Cosas que todos perseguimos lo sepamos o no. Y particularmente, a mí me parece que esa voracidad desmedida no consigue ninguna de las tres cosas. Porque la voracidad crea insatisfacción (nada más lejos del bienestar), elimina tiempo que podríamos dedicar a interactuar socialmente con los demás (felicidad pura), y porque resulta lógico pensar que la madurez no pasa por llevar un ritmo de vida antinatural (siempre hacia arriba, sin pausas). En la naturaleza, los hechos son cíclicos. Y hay períodos de recuperación y descanso, de florecer y de hibernar.

Yo creo, en realidad, que lo que temen aquéllos que pregonan las bondades de este sistema de productividad, es descubrir que realmente no tienen razón. Tienen miedo de las personas que se salen de la rueda, que hacen lo que les da la gana, y que viven, podríamos decir, a lo bohemio, libres y seguros de sí mismo. Las personas para las que un determinado punto SÍ es suficiente (ya tengo suficiente dinero, ya soy lo suficientemente atractivo, ya he conseguido el trabajo que quería, la familia que quería, la casa que quería). Y como tienen miedo de ellos, los desprecian, los injurian.

http://whenalive.tumblr.com/

Para que una persona llegue a cuestionarse un cierto sistema, necesita parar y necesita tiempo. Cuando uno se detiene, entonces empieza a verlo todo más claro, cada sistema con sus luces y sus sombras. Empieza a ver que esas ideas que tenía en la cúspide, no son tan interesantes y tan beneficiosas, mientras que otras ideas que parecían a estar abandonadas, empiezan a brillar de un modo diferente.

Mientras se está en esa espiral de prisas, e innumerables cosas que hacer y que conseguir, es muy difícil extraer alguna enseñanza de provecho. Pero cuando uno se detiene, de forma voluntaria o a la fuerza, todo cobra un color absolutamente diferente...

Deteneos... cuestionad... Si es preciso, salid de la espiral de autodestrucción que supone el que nos manipulen para ir "cada vez más lejos, cada vez más rápido, cada vez más arriba", pero sin especificar nunca qué puñetero sitio es este que se supone nos dará la felicidad o la autorrealización.

Es el discurso tradicional de las escuelas, de las universidades: queridos alumnos, tenéis que ir siempre hacia adelante, trabajar sin descanso (que tendréis vuestra recompensa). Tenéis que enfocar todas vuestras energías en labraros un porvenir... ¿¡pero qué porvenir es ese!?

En lugar de eso, yo cambiaría el discurso por algo como esto: queridos alumnos, tenéis una edad hermosa y llena de fuerza, aprovechadla. Estudiad y aprended porque ambas cosas son disfrute y parten de la naturaleza humana, y porque en un futuro participaréis en la vida de la sociedad mediante vuestro trabajo. Pero también disfrutad de vuestro cuerpo, la comida, el sol, la primavera, los amigos, el cine, los libros, las charlas a medianoche, el agua, el amor, todo lo que la vida os brinde diariamente.

Y no es que quiera con este discurso ser una profesora guay. :-) Sino encender un poquito de luz en una sociedad que a veces, pienso, ha perdido el norte. Y con tanto adelanto, y con tanto hacia arriba, y con tanta productividad y éxito personal, nos hemos olvidado de lo que significa vivir sin miedo y con intensidad.

Menudo domingo filosófico-trascendental que he pasado hoy... ;-)

3 comentarios:

  1. "Y yo me pregunto ¿Pero hacia dónde? ¿Qué hay al final de todo eso? (de esa carrera que se supone que es la vida, o de esa montaña)"
    El final es uno solo y para todos igual, sin excepciones. Así que más vale tomarse la vida con alegría porque la cosa tiene mal arreglo y un solo final posible: cascar.
    Yo creo que es imposible establecer qué es lo que nos hace felices, porque cada uno de nosotros encuentra la felicidad en cosas muy distintas.
    Pero para mí ponerse metas o tener objetivos es esencial, aunque cada uno puede tener metas muy distintas y no por fuerza relacionadas con el trabajo o "la ascensión".
    Aún así también estoy de acuerdo contigo que hoy en día muchas personas parecen haber entrado en ese ciclo de inconformismo vicioso que les lleva a querer siempre más y más...No sé hasta qué punto eso es malo o bueno...Porque tampoco me gusta la idea de alguien que no tiene ninguna ilusión en la vida, ningún sueño...
    Para mí, como dijo Buda, la solución está en el camino del medio, todos los extremos son malos. Lo importante es encontrar ese punto de equilibrio (tener metas pero saber también disfrutar los logros).

    Un beso, muy buen post!

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  2. Lo has definido muy bien en tu primera frase: el final es igual para todos y no es precisamente "cool". Ése es el verdadero final.

    Por eso a veces me pregunto qué diferencia hay entre morir y haber publicado diez libros, por ejemplo, o morir y haber publicado 100. Si en el primer caso lo has hecho con alegría y en el segundo no, no sé de que supuesto éxito estaríamos hablando al haber publicado ese centenar de volúmenes...

    Por supuesto, no soy yo de ésas que piensan que en inmovilismo o el conformismo es la clave. Habrá que encontrar un punto medio entre la insatisfacción voraz y el más puro estancamiento, pero seguro que lo hay.

    En muchas ocasiones a mí me parece que tras esta carrera incansable, tras este afán de superación, hay mucho de huida... huida de uno mismo, si no paras es imposible reflexionar y pensar. Pero eso da para otro post.

    Gracias por comentar, un besazo!

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  3. Pues sí, es muy importante parar de vez en cuando para poder tomar distancia y ver las cosas con más claridad! ;)

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