jueves, 17 de noviembre de 2011

Tartas, tartas, tartas (part one)

Ya que ayer rocé el tema del dulce, he pensado que hoy era oportuno seguir con la que ha sido mi idea casi desde el principio que empecé a organizar la boda... ¡¡la tarta!!

Me encantan los postres, pero no cualquier tipo de postres. No me gustan demasiado "bizcochados", ni tampoco demasiado dulces, ni con demasiada nata o demasiado chocolate. Un postre, sobre todo después de una comida taaaaaan copiosa como la de una boda, debería ser elegante, con el toque justo de dulce y visualmente atractivo.

Algo como esto, por ejemplo...

 

Pero un asunto aparte es la tarta nupcial. Adoro el momento tarta en las bodas, y en esas bodas modernas en las que no se saca la tarta de repente ni se parte con la típica musica romántica de fondo, confieso que siento que me falta algo a la hora del postre... En aquella ocasión (en la boda moderna me refiero) me quedé mirando para todos los lados cuando los camareros me trajeron el postre y pregunté tímidamente: ¿pero entonces, los novios no van a cortar la tarta? ¿no se van a apagar las luces ni nada...? ;-)



Me gusta el "momento tarta" porque implica un poco una ruptura con el desarrollo normal del banquete. Implica pararse un poco, y mirar a los novios, que son al fin y al cabo los que nos han convocado. Y es como el comienzo de un segundo banquete dentro del primero: el postre inaugura el momento del café, la copa de sidra o champagne, el chupito y las felicitaciones a los novios. Y aparte de esto... pues que me parece un momento íntimo y bonito, no sé. Vale que es un poco cursi cortar el pastel con el cuchillito y casi todas las luces apagadas (y una canción romántica de Mariah Carey o Luis Miguel de fondo), pero al fin y al cabo una va a una boda a ver cursilerías, amor y todo eso ¿no? ;)

Así que como tantas otras cosas en la boda, el momento tarta yo no lo descuidaría. Me gustan especialmente las tartas glaseadas, que ahora se llevan mucho y las hacen en cualquier pastelería (yo no sé si en todos los restaurantes). Si las tartas son grandes, generalmente ponen un par de pisos de bizcocho y el resto "de mentira" (es decir, por dentro va de corcho y solamente el glaseado de fuera es comestible). Obviamente son más caras cuanto mayores sean y cuantos más materiales "de verdad" hayan utilizado en su elaboración, pero creo que realmente no es un coste que sea inasumible en una boda, ni mucho menos.

Las opciones de tartas glaseadas son infinitas. Aquí pongo de muestra unas cuantas que he encontrado por la red, pero realmente el buscador de google o en cualquier blog de bodas encontraréis miles de ejemplos. O en el catálogo de cualquier pastelería.








Otras cuestiones:

No olvides de coronar el piso más alto con vuestra figura de novios.

1 comentario:

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