lunes, 31 de diciembre de 2012

Un consejo de fin de año para novias

El año que viene tengo ya varias bodas muy, pero que muy cercanas.

A veces, cuando me piden consejo sobre la organización de la boda, les sugiero que miren blogs y revistas (tengo que morderme mucho la lengua para no decir: ¿sabes qué? hay un blog llamado "una boda convencional" en el que tienes artículos muy compactaditos sobre flores, decoración, reflexiones y demás, jeje, ya sabéis que mi blog es top secret). También les digo los típicos consejos: que sean ellas mismas, que no se transformen, que hagan la boda que quieran los novios, que si tienen que ceder ante algo con sus familias que sea desde el cariño y no desde la imposición, que pongan todo bonito, que no se pongan nerviosas, que lo hagan todo con antelación (no hay nada de malo en tener las alianzas de la boda o los detalles elegidos seis meses antes) etcétera, etcétera.

En fin, se pueden dar tantos pequeños consejos... Cada una de nosotras, a poco que pensemos, tendríamos muchos consejos y sugerencias para ayudar a una novia dudosa o estresada. Pero en el caso de que una persona nos dijera: por favor dame un consejo, sólo uno, el que tú consideres principal, el que sea mi brújula durante todo el proceso de organización de la boda, ¿que diríais? ¿Cuál sería ese "consejo estrella" de la organización de las bodas que nunca habría que perder de vista?



En mi caso, y tras haberlo pensado con detenimiento, creo que la respuesta sería esta:

Fíate de tus sentimientos, y de tus estados de ánimo. Si quieres saber si estás haciendo algo bien mira como te sientes: si te hace sentir bien, es que está bien. Si la organización de la boda o algo en concreto te confunde, te hace sentir mal, te agobia, te estresa... Entonces tienes un problema. Las bodas no son para angustiarse o pasarlo mal sino para vivirlas con ilusión y júbilo. Párate de nuevo y observa. ¿Hay algo que estás pasando por alto, te estás traicionando a ti misma, quieres hacer algo pero te da miedo decirlo? Peléate con quien te tengas que pelear. Cambia una cosa. O cámbialo todo. Quizás en realidad no te quieres casar. Quizás sí, pero de otra forma o en otro momento. Quizás sí pero con otros invitados. O quizás sí que te quieres casar pero... con otro novio :-(

Simplemente eso: fíate de tus emociones, que son las que te van a guiar en todo el proceso, si en tu interior todo está bien, y estás disfrutando del proceso, la boda va viento en popa. En serio, las bodas no son para estresarse ni mucho menos amargarse. Cambia cosas, simplifica, reflexiona, date un descanso, pero no te agobies.

Tan simple a la vez y tan complejo ¿no os parece?

Si sientes que te estás bloqueando, párate y piensas qué haces mal o qué te molesta en concreto. ¿Es el hecho de que sientes que no estás decidiendo lo que quieres? ¿Le estás dando demasiada importancia a detalles minúsculos? ¿Sientes que con tanto preparativo tu novio y tú no pasáis juntos el tiempo suficiente? ¿No sabes cómo decirle a tu madre que tu vestido favorito es ese que ella ha dicho "pfff, qué feo"? ¿Estás abrumada ante la cantidad de opciones que se te presentan ante un asunto particular, por ejemplo el vestido o los zapatos? (cuando algo te guste, NO BUSQUES MÁS, lee sobre "la paradoja de la elección").  Si te encuentras mal y sabes lo que te pasa, aparca un poco la boda y pon remedio a estos asuntos cuanto antes.

Otro punto a considerar es que estos desvelos varios oculten asuntos más complejos. Quizás tardas tanto en decidirte, o estás tan sobrepasada por los preparativos (dos problemas comunes a todas las novias ¿no os parece?) porque hay algo que no funciona. En ti o en el resto. Quizás ese ansia de perfeccionismo oculte una cierta inseguridad; quizás esa búsqueda del detalle disfrace cierta carencia afectiva; quizás esa preocupación oculte que no estás haciendo lo que realmente quieres y estás cediendo antes los demás; y quizás esa tremenda indecisión a la hora de elegir las cosas oculte un poquito de miedo al compromiso... miedo que es normal.

Así que si quieres tener no ya la boda de tus sueños (porque esta depende de muchísimos factores de última hora que no podrás controlar) sino la preparación de la boda de tus sueños (que se puede controlar mucho más y que en definitiva dura mucho más tiempo, seguramente varios meses), hazle caso a tus sentimientos, a tu guía interior, a tu intuición, como lo quieras llamar. Y eso te dará mucha más información sobre tu boda que el creer que tienes, o no, "el vestido perfecto", "el restaurante perfecto", o "la música perfecta" según tal o cual opinión.

Porque ¿qué es "lo perfecto"?

Lo perfecto no es algo que otra persona dice que es perfecto. Lo perfecto es lo que a ti te hace feliz.


via

Nuestra intuición, y nuestras emociones, son sabias. Escúchalas. Hazles caso. Si algo te pinta mal, cámbialo. Si algo te hace sentir tensa, pon remedio. (Recuerdo que la misma semana de mi boda, cuando fuimos al restaurante a ultimar los datos, hubo una cosa que no me dio muy buena espina, un trato sutil que no me gustó, y no dije nada, y la verdad es que luego me arrepentí de no haber sido más firme. Es mejor hacer caso de nuestras sensaciones e intuiciones y actuar a tiempo.)

Hay muchas formas de organizar una boda, mucho donde elegir. Estos meses son bonitos, son especiales, puedes aprender muchas cosas, cosas prácticas de la vida, de tu relación y de ti. Basta con salir de la vorágine de las "decisiones imprescindibles" (que luego ves que no son para tanto) y parar, y centrarte en ti. Y ser feliz. Y ser auténtica. Y ser coherente hasta las últimas consecuencias. Y querer mucho mucho a tu pareja.

Y disfrutar, sobre todo disfrutar...

¡¡Feliz año nuevo!!

sábado, 29 de diciembre de 2012

Novias estiradas


A veces me quedo un poco atónita con lo que encuentro en los blogs de bodas y estilo, quizás porque hace tiempo que he aprendido a ver con otros ojos. Podría decir que he aprendido a ver con una mirada más crítica e incontaminada. Ante la foto de una novia cualquiera, y antes de leer el pie de página y ver qué diseñador famosísimo ha hecho el vestido, o el peinado, o el ramo, o lo que sea, me detengo un momento en la imagen y trato de ver qué opino yo de la situación. Y en vez de perderme en los pliegues y los adornos del vestido (que a veces me gustan y a veces no, digan lo que digan los "entendidos del estilo") me concentro en la cara de la novia y la expresión de su cuerpo.

Y entonces a veces me quedo atónita no de lo que veo, sino de lo que leo junto al pie de las fotos o en los comentarios.

Porque donde yo veo a una novia estirada, rígida tal vez, la bloguera y los comentarios se deshacen en elogios sobre las mangas del vestido, la belleza de la novia, o la habilidad del fotógrafo de turno en captar esa imagen. Pero a mí los aspectos técnicos y estéticos dejan de importarme en una novia real (por supuesto, editoriales, desfiles y catálogos de moda quedan excluidos) cuando la veo sin ilusión en los ojos, con un gesto altivo o incluso un poco despectivo. Donde otras ven a una mujer bien conservada en la treintena, yo veo a una novia insegura ante el espejo, que quiere estar perfecta y que no parará hasta conseguirlo, aunque le cueste el sueldo de tres meses o la salud.

Recuerdo muy bien uno de los últimos reportajes de boda que vi hace poco. En mi opinión, la novia tenía cara de lechuga y un cuerpo demasiado delgado para que sea sano. Y cuando me paré a mirar los textos y los comentarios de las personas, sólo encontré palabras para lo estiloso del vestido, lo fabulosa que es tal o cual diseñadora, el buen gusto de la novia, su peinado perfecto, su tipazo, su elegancia natural e innata, lo maravillosa que es ella y su boda... Desde luego que no esperaba encontrar un comentario negativo por pura educación, pero me hice las siguientes preguntas: ¿no es, en cierto modo, mentir, el mostrar y recrearnos en lo fabulosa que es una novia/boda así, cuando en realidad no lo es...?

Desde que he aprendido a ver con otros ojos, este espectáculo me parece tan loco como fascinante, ¿¡dios mío, es que no os dais cuenta!? me dan ganas de comentar a mí seguidamente. ¿¡No os dais cuenta que nada de lo que hay aquí es envidiable!? (bueno, los objetos sí, tal vez). ¿¡No os dais cuenta que esta es una novia estirada, que no hay nada que seguir en ella!? ¿¡Que el mejor adorno para una novia no es un tocado carísimo, sino la dulzura!?

Porque evidentemente las apariencias pueden engañar: podemos ver una boda de ensueño y dos personas que están destrozadas por dentro por cualquier causa. Pero es que hay casos en que las caras y los gestos NO engañan, los que engañan son los textos que parecen obviar todo atisbo de sentimiento y dulzura y nos venden como "ideal" algo fatuo y vacío.

¿Cómo puede ser "ideal" ser una novia estirada? De ésas con el cuerpo rígido de aguantar las emociones y no expresarlas, con un guiño de ligero desprecio e insatisfacción permanente, que aspiran a una vida lo más convencional posible para que todo su entorno las admire e idolatre, y que no dudará en presumir de su felicidad ante todos sus allegados aunque en su interior no exista ni una pizquita de luz.


No estoy hablando aquí de esos matrimonios que pueden salir mal, como ya expresé en el post "De qué sirve una boda de ensueño si...". Porque una novia puede ser maja, y casarse ilusionadísima y a los dos meses caer de su nube de amor al vacío. Estoy hablando aquí de los propios novios, de las personas individuales, de esos novios sssssuper elegantes y sssssuper estilosos que son alabados por los cuatro puntos cardinales del país y cuyas caras reflejan que, efectivamente, es mejor centrarnos en sus vestidos y sus arreglos y olvidarnos de ellos. Porque esas caras, y esa postura corporal no mienten.

No hay un atuendo lo suficientemente especial que haga transpirar dulzura y serenidad a una mujer que no lo es. Los pendientes más puros no embellecen el corazón de una persona. Y las capas y recubrimiento de buen gusto no hacen a una persona mejorar su calidad humana ni un poquito. No disimulan el hastío. No.

Yo lo veo. Me equivocaré muchas veces, pero en otras acierto al completo. Veo cómo son las posturas y los gestos de las mujeres estiradas, ésas para las que la vida es una carrera de acumular objetos sin sentido, los problemas de los demás son incordios y cuyas únicas personas dignas de confianza siguen su mismo código externo. Esas mujeres y esos hombres se jactan de tener mucho estilo, y en el futuro tendrán hijos a los que adoctrinarán desde pequeños para que sigan sus pasos, y a los que comprarán todos los objetos en tendencia, creyendo que así están haciendo lo mejor de lo mejor por sus retoños.

Desde luego, creo que las novias estiradas, por muchos halagos que reciban y mucho que se las admire desde la distancia, tienen su propia cruz interior, y por ello no hago este post para criticarlas a ellas, porque como ya he dicho, llevan su propio "castigo" en sus actitudes. Para mí, de hecho, sería un enorme castigo cargar con la rigidez, la inexpresividad, la estrechez de miras y el deje de amargura que va unido a estas personas. Pero sí que este post supone cierta crítica para esos medios que ensalzan a estas novias, que nos dificultan la visión de lo que es obvio, y que parece que quieren cegar a las mujeres de verdad y ponerles de "ideal" lo que no lo es bajo ningún concepto.

Antes de zambullirte en ciertos textos sobre moda y estilo, mira las fotos. Míralas, míralas bien. Observa la cara, los gestos, el brillo de la mirada, las manos, la postura de los hombros, de las piernas, de la espalda. Observa sin hacer ningún juicio previo. Y advierte lo que ves. Si hay algún punto que te produce espanto, entonces no sigas leyendo, ni alimentes esa cascada de comentarios bienintencionados y alabanzas, pues no le estás haciendo ningún favor a otras novias como tú.


Busquemos la dulzura en las novias... o la alegría, la espontaneidad, el amor, la irreverencia, la pasión, la fuerza, la ternura, la flexibilidad, la jocosidad, el candor... lo que sea menos la rigidez y el desdén, por favor.

Di NO a las novias estiradas. Di SÍ a las novias reales. :-)

Imágenes via MnBride

jueves, 27 de diciembre de 2012

La magia de los camafeos

En una boda ideal, de ésas en el que el presupuesto no tiene límites, todos los lugares y todas las cosas son posibles y no hay ningún tipo de preocupación ni antes, ni después, ni durante la boda (por algo digo "boda ideal") jeje, tengo muy claros cuáles hubieran sido los motivos decorativos de mi boda. Como se dice ahora, el "tema" y los "colores a seguir".

Respecto a los colores, no tengo duda: habrían sido BLANCO Y DORADO. Me encanta esta mezcla de colores, y en mi caso estoy contenta de decir que al menos pudo ser el color de las invitaciones. El blanco y el dorado dan una atmósfera resplandeciente, pura y a la vez elegante y sofisticada que me encanta. En un ambiente así, una novia llevaría un vestido largo, ajustado, con una espalda escotadísima y una copa de champagne en la mano en vez de un ramo, ¿no? ;-)

Más sobre esta deco aquí
 
Respecto a mis motivos preferidos, hay tres, sin duda:

1) El encaje (las que seguís el blog ya sabéis que es uno de mis elementos preferidos. Por supuesto, mi vestido de novia fue de encaje)

2) Los arabescos. Me parecen un motivo perfecto para decorar invitaciones, meseros o tartas (NUNCA para el vestido de novia o cosas más grandes, sólo para la papelería)


3) Y.. ¡los camafeos! Me gusta ese aire vintage y antiguo que aporta un pequeño camafeo en cada punto donde se pone: en la cinta del ramo, en el detalle de las invitadas, en las horquillas para el pelo, en pequeños adornos.


En las joyas...
 


En estas preciosas invitaciones

En el libro de firmas
 
 
Un regalo genial para la novia: ¡ligas con camafeo! Si la llego a ver antes...

En el vestido
 
En unos preciosos pendientes
En un ramo sencillo y elegante como este


En unas tartas muy románticas
 
 
 


En otros detalles y detrás de las sillas de los novios

Pon un camafeo en tu boda, aunque sea sólo uno, y ya le darás un toque diferente.

Si a esto le sumas el encaje, zapatos de novia dorados con glitter, arabescos, blanco y dorado, entonces harás la boda de mis sueños: elegante, romántica y glamourosa. En ese caso, por favor,  envíame las fotos para que vea como hubiera sido hacerlo realidad ;-) ¡Saludos!

lunes, 24 de diciembre de 2012

Nuestras primeras navidades en pareja

 Hace algunos años, yo diría que era una enamorada de la Navidad.

Me encontraba en los últimos años de instituto y los primeros de la facultad. Desde que ponían las luces por las calles ya sentía una alegría especial. Las tardes de mediados de diciembre las dedicaba a buscar las felicitaciones navideñas más bonitas, a escribirlas y mandarlas. Si eran realmente muy bonitas, compraba un par: una para enviar y otra para mí. Porque no soy muy dada a coleccionar cosas, pero lo único que he coleccionado en mi vida han sido postales navideñas. Las que me enviaban y las que compraba yo para mí. Asimismo, también las que enviaban a mis padres o a cualquier otra persona que quería "donármelas". Tengo un cajón llena de ellas, de los más variados tipos y de todos los tamaños, pero hace años que no aumento la colección.

Greeting Card set of 8 - Cranberry Bird Branch - Peace, Joy, Hope
¡¡Si en mi juventud hubiera conocido Etsy...!! via

Así que aunque ahora me parezca increíble, mucho debía gustarme la Navidad para elegir este objeto como motivo de colección, y para sentirme ilusionada con sólo escuchar los villancicos, ver la decoración, elegir y comprar regalos, y ensimismarme escribiendo y leyendo tarjetas de felicitación.

Luego, poco a poco, fui dejando todo esto... Fui dejando de comprar felicitaciones "en masa" (os aseguro que en mis mejores años podía comprar unas veinte o treinta), de recoger las de los demás,  y por supuesto de enviarlas. Sólo a los más allegados o los compromisos. Este año ninguna, ni siquiera por Internet.

También fui dejando de decorar mi entorno con motivos navideños. Cuando vivía en casa de mis padres, poner en belén, el árbol o el espumillón hortera en las estanterías eran motivo de gozo. Incluso en mis primeros años de facultad, aunque iba a pasar las vacaciones a casa, era obligado decorar mi habitación unos días antes. Luego, poco a poco, casa tras casa, la decoración fue haciéndose más escasa, hasta llegar a ser inexistente.

Y luego fui perdiendo un poco la ilusión por las comidas, las cenas, las vacaciones, las reuniones familiares que nunca son tan maravillosas como las de las películas navideñas de sobremesa (de hecho, creo que para la mayoría de las personas son más conflictivas que armoniosas).

En fin, digamos que poco a poco la Navidad fue perdiendo absolutamente su encanto... volviéndose una época un poco vacía de significado y que quiero que pase cuanto antes.


Siempre es una inspiración leer un "Cuento de Navidad" cuando peligra nuestra ilusión navideña

Y así han sido estos últimos años. Soy consciente de que he recibido ciertas decepciones que han contribuido al declive de estas pretendidas fiestas de amor y paz. Pero también sé que yo he ido dejando de lado ciertas cosas que han acelerado este proceso: he dejado de comprar felicitaciones, de escuchar villancicos, de decorar mi entorno, de esperar con ilusión las fiestas. Y al final, las decepciones y la desidia pueden acabar con el espíritu navideño más poderoso.

Estas navidades auguraban ser igual que las pasadas, y sin embargo, hace una semana mi marido me propuso decorar el piso. Mi primer hogar de verdad. Así que en una tarde salimos juntos de compras y nos hicimos con un centro de mesa precioso, cintas de colores, espumillón, un belén chiquitito y una estrella amarilla muy grande. Y velas, por supuesto. Y ahora mi casa parece otra, ahora mi casa respira un poquito de Navidad.



Y yo siento que he quitado una capa de polvo a este espíritu navideño desgastado y olvidado que tenía, al que aún le queda mucho para estar limpio. Pero ha sido un comienzo.

Un comienzo de estas nuestras ¡primeras navidades de casados!  Tengo que decir que aunque los primeros meses de convivencia no fueron todo lo de "color de rosa" que yo había esperado (una persona hiper fantasiosa como yo lo había imaginado todo maravilloso desde el primer día, sin ningún mínimo conflicto o cansancio), veo que poco a poco se va estableciendo entre los dos un lazo mucho más intenso que antes. No sé si es sólo por vivir juntos, o también influye en algo el hecho de que nos hayamos casado. Pero sí, siento nuestra relación más madura, más crecida, y en algunos momentos incluso más romántica. Porque en esta semana ha habido ratitos en que me he sentido en la nube del enamoramiento, ¡como cuando empezábamos a salir y me dolía incluso separarme de él unas horas! Es un buen regalo para estas fechas saber que se pueden seguir sintiendo esas sensaciones tan intensas, si no de forma tan frecuente como antes, al menos de vez en cuando como recordatorio.

Esta Navidad nos ha sentado bien. Nos veo más "una pareja" que hace un año. Y eso me gusta. Y por supuesto, para mí es todo un lujo disponer de una casa en la que, al margen de los días que nos toca reunión con la familia o los amigos, podamos estar los dos solos todo el tiempo disponible. Este finde así lo hemos decidido: antes de que empiece la vorágine de los compromisos, queríamos estar los dos solos disfrutando de la ciudad en diciembre, nuestra casa calentita y nuestra compañía.

Este año me apetece más que nunca unas fiestas en familia. Y ahora mi familia empieza por su persona. Y luego van todos los demás...

Christmas Card Template: Seasons Greetings B - 5x7 Holiday Card Template for Photographers
via

Os deseo unas felices fiestas a todos. Y una revivificación de vuestro espíritu navideño. Nunca es tarde para empezar a quitarnos capas de dolor, cansancio y desidia y sentirnos un poco niños de nuevo. Sí, es cierto que estas fiestas pueden haber perdido su color por muchas razones (hemos crecido, hay personas queridas que se han ido, hemos tenido conflictos familiares serios, nos hemos alejado de nuestros amigos, estamos muy liados con el trabajo, el mundo moderno nos parece un sitio hostil...), pero de verdad, nunca es tarde para decidirse a vivir con un poco de ilusión de nuevo.

Seguro, seguro, que cada año podemos hacer una cosita por nosotros. No se trata de hacerlo todo a la vez, y cambiar de golpe de fóbico a amante de la Navidad. Así, yo este año aún no he sentido deseos de comprar tarjetas navideñas y he rechazado algunos planes que no me apetecían demasiado. Del mismo modo, aún no he comprado los regalos para todos. Pero al menos he dado un pasito (poner mi casa bonita y comprar dulces navideños), y el año que viene otro, y el siguiente otro más, y al igual que poco a poco he dejado morir este espíritu blanco, poco a poco voy a revivirlo de nuevo.

Así pues, si yo pudiera enunciar un deseo para mis amigos en estos días, ese sería: "Que la Navidad y el año nuevo os traigan un desprendimiento de todo lo que no os sirve y un nacimiento de aquéllo que consideréis más valioso."

Al fin y al cabo, tanto el solsticio como el Nacimiento divino lo que nos proponen es un cambio, un morir y renacer, una vida nueva y mejor.

¡¡FELICES FIESTAS!!

lunes, 26 de noviembre de 2012

La boda de Jonas Peterson

No abrí mi blog pensando en publicar bodas reales de famosos o menos famosos, ni tampoco ideas "para boda en rosa y chocolate" o "boda en rojo" o "boda especial otoño". Creo que ya existen suficientes (me atrevería a decir MUCHO MÁS que suficientes) blogs a este respecto, y no quiero que el mío pase a engrosar esta lista.
 
Sin embargo, hace poco me enteré que este célebre fotógrafo de boda se había casado. Y tuve curiosidad por saber cómo había sido su boda, y especialmente las fotos.
 
Aquí lo tenéis

Pero antes de eso, debería decir que si me suena de algo el nombre de Jonas Peterson, no es porque yo sea una entendida en fotografía (que no lo soy, de verdad que no sé catalogar las fotos más allá de "me gusta" o "no me gusta") o más explícitamente en fotografía de bodas. Conozco la existencia de este fotógrafo por un manifiesto que escribió hará ya más de un año, y que yo traducí y publiqué en el blog en este post.

Es cierto que, a raíz del manifiesto, un par de veces buceé en su página web y pude ver que sus bodas predilectas eran aquellas sencillas y cargadas de significado. Me gustaron sus fotos (digamos que algunas demasiado minimalistas para mí, pero me gustaron). Pero tras esas incursiones para ver "qué tipo de fotos hacía la persona que escribió el manifiesto que estaba revolucionando los blogs nupciales", digamos que me olvidé de él.

Hasta hace un par de días, que me enteré de que se había casado. Entonces tuve muchísima curiosidad en saber cómo habría sido su boda (y quien se habría encargado de hacerle las fotos, porque una se pregunta ¿quién fotografía a un fotógrafo famoso? al igual que se puede preguntar ¿quién hace el vídeo a un videógrafo famoso? o ¿quién cocina en la boda de un chef?).

Al igual que la casa de una persona, o su coche, o la ropa que lleva, dice mucho de su personalidad, creo que las bodas también dicen mucho de la personalidad de la pareja (o deberían decir). Así que movida por la curiosidad de saber cómo era este señor fotógrafo y cómo serían sus fotos de boda, busqué un poquito por Internet y en seguida encontré la página web de los fotógrafos (aquí) donde aparecen no unas cuantas sino ¡decenas de fotos de esta boda! Vamos que viéndolas una a una puedes hacerte una imagen muy clara de ese día: la preparación de la boda, de los novios, toda la ceremonia, la sesión posterior, el banquete, el baile, la fiesta... Los fotógrafos cuentan la historia con todo lujo de detalles y una sensibilidad muy especial. Y he de decir que si hay algunas fotos que me han llegado al alma, esas son las del momento de la ceremonia en la iglesia. Son preciosas, sencillas, cargadas de sentimientos.

Os las presento aquí, a ver qué os parecen.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Celebrar los "aniver-meses"

Dentro de unos días haremos siete meses de casados. Mi primera sensación cuando lo pienso es: ¡¡¡uuuuoooooo!!! ¡¡Pero qué rápido se pasa el tiempo, no puede serrrr!! ¡¡Más de medio año ya!!

Y es que sí, es verdad, siempre tenemos la sensación de que el tiempo se pasa rápido, pero no sólo las recién casadas o las novias (que un día les quedan seis meses para su boda, y cuando se dan cuenta ya sólo restan unos días ¿no os ha pasado?), sino para todo el mundo en general. Hace ya casi siete meses que nos casamos, más de un año desde que comencé con esta etapa del blog y la preparación de la boda y me digo: ¿qué ha sido de todo este tiempo? ¿De verdad hace tanto? Y aunque este podría ser un post para reflexionar sobre el paso del tiempo, la necesidad de aprovechar los días, y la nostalgia de los días pasados, no va por ahí mi idea de hoy.

bride wearing lace head wrap

Lo que os quiero plantear a las casadas (y también a las que estáis a punto de hacerlo, porque ya os tocará) es... ¿¿celebráis los "aniver-meses"??

Supongo que nadie se plantea que el aniversario de la boda es una fecha importante y especial, como puede serlo el aniversario de novios. De hecho, los distintos aniversarios reciben distintos nombres (algunos ciertamente cursis, la verdad): bodas de papel, bodas de algodón, bolas de plata, bolas de oro, etcétera etcétera. Al margen de que algunas personas piensen que celebrar en fechas concretas es frívolo y tópico, que se puede celebrar cada día de la vida (planteamiento al que no le falta parte de razón), yo me digo que realmente las personas necesitamos rituales, fechas concretas, puntos significativos del calendario. Por eso nos casamos, necesitamos un ceremonial público y compartido antes de comenzar lo que prevemos que será una nueva vida. Nos gusta aderezar los tránsitos cotidianos (un noviazgo, una boda, una graduación, un cambio de trabajo, el nacimiento de un hijo) con un ritual bonito, profundo, que nos guste, que podamos recordar. Y que asociemos a un día específico del calendario: el veintitantos de abril de 2.012 por ejemplo.

Y al igual que ocurre con nuestro cumpleaños (día especial por excelencia, celebramos ni más ni menos que hemos nacido y comenzado nuestra andadura por la vida), nos gusta saber que hay un día en el calendario que nos recordará nuestro compromiso: el aniversario de boda.



La verdad que lo que "mola" de haber celebrado una boda, entre otras muchas cosas, es saber que tienes un día más dentro de los especiales del año que antes no existía. Un día que será significativo para ti y para tu pareja. Un día compartido. El cumpleaños es individual, pero un aniversario de boda... es precisamente un recordatorio de la unión de dos personas. Además, una unión que no sólo es emotiva (como un aniversario de novios, o "la primera vez que hablamos" o "la primera vez que nos besamos") ¡sino que está registrada legalmente! Y por supuesto, está inscrita en las alianzas de boda, en los regalitos del día B y en varios sitios más.

Es decir, creo que tener un día significativo más en el calendario, un día que de hecho no es sólo para uno sino de la pareja, es algo guay :) Es tener una nueva excusa de hacer una fiesta, una actividad romántica o simplemente levantarte ese día y decir: "pues hace x años, este día me casé, qué cosas..."

poppy field bridal session

Pero como nosotros aún no hemos cumplido nuestro primer aniversario, algunos de estos meses de recién casados hemos decidido darnos un pequeño homenaje especial. Nada del otro mundo: salir a comer fuera (menús de 10 euros que cualquier trabajador puede permitirse), comprar una botellita de vino, o simplemente pasar la noche juntitos y a gusto. Cuando lo cuento, mis amigas me dicen que eso ya es "demasiado", que celebrar los aniver-meses roza un poco la cursilería. También me dicen que cuando voy a dejar de decir que soy "recién casada", que no podré pasar la vida en ese estado :)

Y yo respondo muy razonadamente que hasta que no llegue el año, mi primer aniversario, voy a hacer las dos cosas:
     a) decir que soy recién casada (joer, ¡si parece que fue ayer!) y
     b) celebrar todos los meses el día de mi boda. Porque quiero, me apetece, y porque siento que un recordatorio o un motivo de celebración no hace daño. Al contrario, creo que a las personas nos vienen bien esos recordatorios, esas oportunidades no para hacer algo forzosamente (si algún mes no se puede, no se puede) pero sí al menos para plantearnos hacerlo.

bride laughing


Y más si es en una fecha que es secretamente especial para la pareja. Me explico: si sales a cenar con tu pareja el día de San Valentín, incluso si no lo haces por celebrar ese día sino porque te apetece, todo el mundo achacará que queréis celebrar "vuestro amor". Si yo me voy con mi marido a cenar o a comer el día de nuestro aniversario, o le compro un regalito, o nos vamos de fin de semana, digamos que nadie tiene por qué saber lo que celebramos. Es un secreto entre nosotros dos. Y ese punto cómplice e íntimo me encanta.

Nadie me va a felicitar cuando llegue al trabajo el día de mi aniversario, las personas conque me cruzo no tienen por qué saber o recordar que ese día es importante para mí. Pero sé que cuando llegue a casa, habrá una persona que me mirará y estará pensando lo mismo que yo y que me dirá: felicidades, hoy es nuestro día. Creo que a veces simplemente basta eso, un simple "felicidades" o "enhorabuena" o "¿te acuerdas...?". Una complicidad compartida. Un motivo de celebración que no es de uno más que de otro, sino de los dos por igual. Y luego, si hay algún regalito, alguna cenita o algún plan romántico, mejor que mejor. :-)

Así que desde aquí os animo a celebrar o al menos recordar los aniver-meses. Hasta que se cumpla un año de la boda y se pueda celebrar cada aniversario, ¿no son una buena alternativa? ¡Besos y feliz semana!


bride wearing floral wreath

Todas las imágenes de esta novia preciosa (y con un puntito nostálgico) via Green Wedding shoes

jueves, 1 de noviembre de 2012

De qué sirve una boda de ensueño si...

a los pocos meses, o al año, o a los dos años, o cuando sea, los marido-mujer que iban a ser eternos, ponen un punto y final a su relación.

Veréis, creo que desde que me casé vivo con este miedo, y supongo que a muchas de las recién casadas os pasará lo mismo. Cuando una ve las estadísticas de divorcio que hay en nuestro país (y ojo, quiero aclarar antes de nada que estoy mucho más de acuerdo con una separación que con atraparse en una relación muerta y tediosa) aparte de desanimarse un poco, se pregunta: ¿estoy segura de querer celebrar una boda? ¿estoy segura de querer prometerme amor eterno con decenas o cientos de personas presentes, con vestido blanco y banquete, con música y flores? Creo que si tienes un blog público, la presión aún es mayor: ¿estoy segura de querer compartir los preparativos de mi boda, mes a mes, y mi fantástico día B, y mi luna de miel, y mis preciosas reflexiones de recién casados, para luego dar la fría noticia meses después de que todo ha acabado?

Como os decía, las estadísticas para las parejas recién casadas no son nada halagüeñas (creo que las separaciones tras el matrimonio andan en un 70%), y seguro que todos hemos conocido relaciones que parecían maravillosas y duraderas y que no han terminado bien (que si quien se queda con el piso, que si has causado dolor a mí y a mi familia, que qué pasa con los niños, que no puedo creer que con lo que hemos luchado esto se acabe, etc. etc). De hecho, y que levante la mano la primera a la que no le ha pasado, mucha gente cuando le cuentas que te casas reacciona con un cínico: "¿sííii? ¿estáis seguros? Pero si hoy en día todo el mundo se divorcia... ¿para qué queréis montar ese circo?" Es una respuesta cínica, sí, pero tristemente real. Y tiene parte de razón: ¿no es acaso exagerado todo lo que "se monta" con la boda, para que luego el matrimonio no dure ni siquiera un año?


viernes, 26 de octubre de 2012

Hablemos de Grey... y sus 50 sombras

Ya sé que este no es un blog de literatura (ni de lejos, vamos), pero aunque una al principio abre un blog específico para hablar solamente de un tema (bodas), poco a poco empieza a incorporar temas personales, después alguna pequeña anotación sobre la actualidad más actual, y al final acaba amoldando el blog un poco a sus gustos y se permite escribir "de lo que le apetece".

Hoy me gustaría hablar un poquito de un libro que ha sacudido las redes sociales, los blogs y las mujeres en general (al menos eso se dice), pero más que eso, de cómo llegó el libro a mis manos, y así contaros un poquito de mi día a día, de mis gustos y de mí. O sea, ego-post a más no poder :-)

domingo, 21 de octubre de 2012

Beauty session

Ummm... qué a gustito estoy... ;-)

Los domingos son días perezosos. Y creo que esta es una de sus mayores virtudes: nos consentimos a nosotros mismos períodos de relajación y "no hacer nada" que nos escandalizarían otro día cualquiera de la semana. Sí, quizás hagamos alguna que otra tarea doméstica que no nos ha dado tiempo a acabar durante la semana. Probablemente cojamos ese asunto pendiente para finalizarlo (por ejemplo, acabar ese album digital de fotos con el que llevamos siglos, colgar esos cuadros que llevan semanas apilados, coserle los botones a esa camisa que lleva días sin ellos). Pero en general, los domingos nos damos licencias extra. Nos levantamos tarde. Vagueamos por casa. Nos vamos de cañas. Vemos la peli de por la tarde. Comemos un dulce prohibitivo. Y... ¿por qué no? Aprovechando que hay que empezar con buena cara la semana nos damos una beauty session casera.

lunes, 1 de octubre de 2012

Zapatos de encaje increíbles

Estos días he vuelto a la que fue una de las tiendas on-line de inspiración para mi boda, etsy, por un lado para echar un vistacito (en fin, para entretenerme, ya sabéis que los escaparates virtuales son una maravillosa forma de perder el tiempo) y por otro porque iba buscando algunas botas con un aire un poco bohemio y diferente... No las he encontrado, porque la mayoría no son de mi número ni de lejos (estas americanas que deben calzar más de un 39-40 todas).


Mientras miraba estas botas mezcla de estilos country-bohemio-folk, me tropecé con esto (que no sé que tendrán que ver estos botines con lo que yo estaba buscando, pero etsy me lo puso en la ventana de búsquedas, ¿sabrá que soy una ex-novia apasionada por los zapatos de novia?):



en Etsy via kaartist

martes, 25 de septiembre de 2012

Lo esencial es invisible a los ojos

Con esta frase del Principito empiezo una nueva entrada, robándole algo de tiempo a tantas obligaciones que tengo últimamente (ya comenté en el último post que ando "liada, liada, liada" y no precisamente viendo vestidos de novia y artículos bodiles como hace un año).

La verdad que esta frase ha sido pura inspiración. Esta mañana, mientras miraba algún que otro blog de moda y decoración que sigo últimamente (y es que mientras me tomo el café mañanero me gusta darme el caprichillo de bloguear un poco) la frase me vino a la cabeza, súbitamente: lo esencial no se ve. He estado rumiando la idea todo el día y ahora que saco un ratito me gustaría plasmarla por escrito. Pienso que la apariencia y la belleza exterior obviamente ayudan, y son positivas. Pero no pueden hacer nada si no hay un buen fondo.

 

sábado, 8 de septiembre de 2012

Liada, liada, liada

Bueno, pues ¡ya estamos en septiembre! Aunque durante el mes de agosto he seguido trabajando, porque las vacaciones las tuve allá por julio (tan lejos me parece ahora que ni me acuerdo), estas semanas de atrás, con los calores, los planes varios y eso de que casi todo el mundo está de vacaciones, me he tomado el trabajo relativamente relajado...

Ahora empiezo a ponerme las pilas, pero lejos de entristecerme, creo que me motiva. Primero, porque ya no soy la única que estoy trabajando el mes de agosto (¡ja!, lo sé, soy mala, pero mal de muchos...). Segundo, porque ya no hace tanto calorrrrr, que está muy bien para las noches de juerga y los días de piscina, pero para trabajar sin aire acondicionado sólo con un mísero ventilador, pues no. Y tercero, porque creo que la mayoría de nosotros seguimos interiorizando el calendario escolar, y septiembre nos recuerda a estrenar cosas (reconozco que me gustaba la vuelta al cole porque ¡nos compraban tantas cosas bonitas!) a cambios deseables, a nuevos retos...

Septiembre me entristece y me motiva a la vez; este año como lo estaba deseando pues más lo segundo que lo primero. Además, es mi primer septiembre en compañía de mi maridorrrr, lo cual lo hace mucho mucho más apetecible. Si os digo un secreto, estaba deseando que llegaran los primeros fríos por la noche para poder acurrucarme junto a él, porque en verano con todo el calor, no me lo permite.

Para las casadas, o las no-novias, septiembre es un mes de proyectos fundamentalmente laborales, y seguro que también en el hogar (ya sabéis, cambio de armarios, limpieza profunda, planteamiento de reformas en casa) pero para las novias... ¡septiembre es todo un comienzo!



jueves, 30 de agosto de 2012

Ilusión (2ª parte)

Tras haber escrito un post titulado "ilusión" hace algunos días, y muy en parte gracias a vuestros comentarios y experiencias personales, he decidido retomar este tema, que creo que tiene mucha miga para las novias (y para las que estéis en pleno proceso, así descansáis un poquito de ver vestidos, velos, zapatos, ramos de flores y mil detallitos más).

¿Qué es la ilusión? ¿Por qué nos gusta? La ilusión es esa mezcla de esperanza, emoción, excitación, sueños, dulzura, amor... Es una sensación que nos hace levantarnos por las mañanas con una sonrisa, hacer planes y proyectos, sentirnos frescas y entusiasmadas. Para una novia, la ilusión es sentirse guapísima, vital y enamorada. Recuerdo que, por un lado, esperaba ilusionada el día de mi boda, quería que llegase YA para vivir cuanto antes lo que tanto había pensado. Pero por otro lado, me daba pena perder ese estado de ilusión, dejar de buscar cosas por Internet, abandonar la que había sido mi afición favorita durante meses.

Porque organizar una boda al principio nos parece complicadísimo y un auténtico rollo (con la mano en el corazón, ¿quién no ha pensado alguna vez: "me voy un día a las Vegas y me caso, y adiós complicaciones"? Pero luego, una vez que tú y tu pareja os metéis en los preparativos, y las cosas van saliendo poco a poco, todo el proceso te llena de una satisfacción enorme.

Flores, regalos, lista de invitados... ¿me dejo algo?

lunes, 27 de agosto de 2012

Los últimos días de agosto

Los últimos días de calor sofocante.
Los últimos días de vacaciones, para muchos.


via

Para los papás, los últimos días con sus niños en casa.
Los últimos días en que abriremos el armario sin pensar en el otoño que viene.
Los últimos días de noches encendidas en las terrazas de verano.
Los últimos días en que los helados no son un capricho, sino una necesidad.


via

Los últimos días de rebajas.
Los últimos días de piscina.
Los últimos días en que el menú empieza por gazpacho y acaba por sandía.
Los últimos días de agosto.


By deviantonis

A pesar de que el fin de estas cosas me supone un poquito de sentimiento de pérdida, este año estoy deseando que llegue septiembre. Quizás porque mi verano ha pasado sin pena ni gloria. O porque las vacaciones fueron cortitas (las verdaderas vacaciones fueron después de la boda, allá por mayo). O porque me apetece de verdad vivir nuestra nueva casa (y no se vive más en una casa que en pleno invierno y con lluvia afuera).

Quizás también porque septiembre es una época de reencuentros con amigos y conocidos, que han pasado el verano cada uno en una parte. O porque es un mes lleno de proyectos nuevos, de ganas de hacer cosas, de definición de nuevos objetivos.

Sea como sea, intentaré aprovechar al máximo todas esas cosas que se acaban junto con el mes de agosto, aunque no me quito de la cabeza la sensación de que ha sido un verano raro, un verano indeterminado, un verano que no he acabado de encajar.

¿Y para vosotras? ¿El fin de agosto supone un cambio deseado o la vuelta a la rutina os trae por el camino de la amargura?

martes, 21 de agosto de 2012

Ilusión

Hace un año, yo era una novia ilusionada que organizaba su boda y empezó a escribir un blog.

Sabía que empecé el blog a finales de agosto del año pasado, pero lo que no recordaba bien es que antes de esto, yo había escrito mis primeras anotaciones y sueños en mi agenda de bodas, un cuadernito precioso que compré el mes de abril de ese mismo año, cuando nos prometimos.

Ahí empecé a registrar mis primeras preferencias, en cuanto a alianzas, restaurantes, vestidos, decoracción y otros accesorios. Y comencé lo que llamé "el diario de boda" para que yo y mi novio escribiéramos nuestras impresiones conforme se acercaba la fecha (la verdad que yo escribí mucho más que él, pero también tengo parte de sus pensamientos). Esas primeras palabras, ese deseo de boda que empezaba a nacer en mí, esas ganas de hacer una boda todo lo diferente posible dentro de lo convencional resumen el espíritu conque comencé este blog.

Pero antes que ese deseo se materializase, pasé tooodo el verano buceando por la red en busca de inspiración, ¡horas y horas! Para mí no cabía actividad más urgente ni más importante. De hecho, he tenido que postergar hasta ahora (hasta después de la boda) algún proyecto personal de cierta envergadura, porque aunque mi intención era empezar entonces, me vi arrollada por esta avalancha maravillosa de sentimientos y ganas de hacer cosas para construir mi boda perfecta. Y todo lo demás pasó a un segundo plano.

domingo, 19 de agosto de 2012

Realities de novias en TV

Este verano estoy enganchada a los realities, sobre todo los del canal Divinity: "Me cambio de familia", "tu estilo a juicio" y ¡los de novias!

¿Acaso alguna no sabía que hay realities de novias? Pueesss... ¡sí! ¡Y más de uno! Novias en Atlanta y novias de Bevely Hills, que yo sepa.

Yo los he descubierto este verano, ya después de casarme, y he de decir que me gustaría haberlo hecho antes, cuando estaba en esa nube rosa que supuso la boda, porque así habría alimentado (aún más) mis fantasías sobre el vestido, sobre lo que significa estar vestida de novia...



Tanto el realitiy dedicado a las novias de Atlanta (arriba, el equipo de la tienda) como el dedicado al de las novias en Beverly Hills tienen el mismo argumento: describen el camino que sigue una chica que llega a una de estas tiendas hasta que elige su vestido de novia. La chica en cuestión va a acompañada de su familiares, de sus amigas y alguna incluso ¡hasta de su prometido! (hecho que no les gusta nada a las propietarias de las tiendas). Como os podéis imaginar, el ratito que pasa la chica hasta que encuentra "su vestido" no está exento de dificultades: en algunos casos, la madre es una entrometida que quiere que su hija lleve lo que a ella le gusta y no a la hija; en otros casos, las amigas no dejan de criticar todos y cada uno de los modelitos; y en casi todos los momentos las novias pasan ratitos de duda, de indecisión y al final, si todo ha ido bien... una tremenda alegría.

Casi siempre, al acabar el programa hay un final feliz, lo que se traduce en una novia radiante, emocionada hasta las lágrimas por llevar el que será "el vestido de su boda". Las madres, amigas, compañeras, también acaban llorando. El momento parece tan precioso, tan perfecto, que alimenta esa fantasía de toda mujer de que está viviendo una de las experiencias más maravillosas de su vida.

En algunos casos, son las novias mismas las que lo dicen de este modo: "llevo toda la vida deseando vivir este momento; venir a la tienda a comprarme ni vestido de novia, y después imaginarme la cara que pondrá mi prometido cuando me vea con él".

El equipo de novias en Beverly Hills.

En fin,  son situaciones, palabras y deseos que comparten o han compartido el 90% de las lectoras de este blog. Alimentar estas fantasías o estos deseos no es en sí, malo. A mí me parece entrañable ver las caras de esas chicas que están profundamente emocionadas, que lo viven con tanta intensidad. Para mí, el momento de elegir mi vestido de novia, también fue muy excitante, a pesar de que no lloré ni lo considero (ni de lejos) el más importante de mi vida.

Pero lo que me produce cierto incomodo, cierto sentimiento de ligera repulsa, es la parte perversa que puede haber detrás de todo esto. Las novias acuden a la cita de su vestido como si se estuvieran enfrentando a una de las pruebas más difíciles y decisivas de toda su vida. Y no es así, o no debería. Elegir una carrera profesional, un lugar de vivir, o más aún tu pareja, sí son decisiones trascendentales, que tendrán profundos efectos sobre nuestra vida posterior y por ello es preciso dedicarles tiempo.

Elegir el vestido de la boda es importante, claro que sí; pero si lo pensamos con un poco de raciocinio, ¡no es ni de lejos tan trascendental! Es el atuendo que nos acompañará el día que vamos a ser más fotografiadas. Pero no es cuestión de vida o muerte. Y buscar el vestido "perfecto" es una tarea demasiado complicada, entre otras cosas porque no tendremos medios ni posibilidad de contrastar todos los vestidos del mundo para saber cuál es, efectivamente, el perfecto. Posiblemente nuestro vestido perfecto aún no esté de moda, o se encuentre en la otra punta del globo. Puede ser que debido a nuestro peso el vestido perfecto no nos quede como debería. O puede ser que tenga un presupuesto astronómico. En fin, que el vestido perfecto para nuestra boda, no será técnicamente el más perfecto de todos los que existen, sino el primero que nos haga sentir especiales, el primero con el que nos veamos "como unas novias".


"Vestidito, vestidito, ¿quién es la novia más bella?"

Como truco rápido de novia que ya ha pasado por esta etapa, os diré que sabréis cuál es vuestro vestido cuando una sonrisa radiante se os plante en la cara, y no os la podáis quitar. No siempre se escucha una vocecita interior, como dice la tradición popular, que dice: "ese es tu vestido". No siempre suenan campanas, o nos ponemos a llorar. Pero siempre, sonreímos cuando nos vemos con nuestro vestido de novia y los complementos.

Siguiendo con el tema de por qué considero en parte perverso estos programas, diré que ensalzan una idea que puede resultar muy peligrosa, sobre todo para novias sensibles e influenciables. Y es el hecho de dar demasiada importancia, una importancia vital, al hecho de elegir el vestido de boda o a la boda en sí. Es decir, según estos programas, te pasas toda tu juventud soñando con vivir ese momento. Ese día, eres la protagonista absoluta, tienes derecho a ser mimada, a ser envidiada, a ser adorada. Y cuando pasa ese día... te conviertes en una novia más que como mucho, tendrá derecho a acompañar a otra para que ésta viva "su momento". Y entonces ella será la importante, y no tú. Y así para siempre, por los siglos de los siglos.

A mí este planteamiento me parece algo monstruoso. Es algo así como: sí, tendrás un día en que serás la princesa, la reina, todo el mundo estará por debajo de ti y tú serás la protagonista. Elegirás un traje fabuloso, reiremos contigo, lloraremos contigo. Ese día rozarás las nubes. Puedes prepararte para él durante años. Pero cuando pase ese día... entonces verás lo que es bueno: caerás de ese pedestal sin aviso previo, habrá terminado tu momento de gloria y en el futuro tendrás que conformarte con mirar, con nostalgia, a todas esas mujeres que están pasando por esa experiencia increíble. Pero no desesperes, porque para ellas, la magia durará sólo un día, a lo sumo unas semanas; después tendrá que pasarse a lado de las que viven la experiencia desde la barrera. Su momento dorado también pasará, y puedes regodearte con ello con una insana alegría.





En muchos casos, los mismos trabajadores del programa, critican a una mujer ya casada que acompaña a la novia, porque dá opiniones demasiado negativas (quizás fruto de la amargura que siente) diciéndole "no tiene derecho a aguarle la cita a la novia, ella ya tuvo su momento, ahora es el momento de la novia". Y si esto bien es cierto, repito que ese planteamiento me eriza el vello de los antebrazos. Entonces... ¿sólo tenemos "nuestro momento" una vez en la vida? ¿Debemos soñar con esto antes de que ocurra, y sufrir de nostalgia una vez que haya pasado?

Por este motivo, no me extraña que muchas novias sufran, una vez que ha pasado la boda, lo que se denomina depresión post-boda (en inglés, post-wedding blue). La verdad que hace mucho que tengo ganas de escribir un post sobre esto, porque veo en los foros y en los blogs que es un problema mucho más común de lo que nos parece, pero lo dejaré para una próxima ocasión, que hoy ya llevo un buen rato escribiendo y my darling me ha llamado para cenar.

Y para acabar, una fantasía alocada... Imaginando un mundo muy distinto, creo que estaría mucho mejor montado si en las bodas, o en los preparativos (como lo es elegir tu vestido de novia), los que disfrutaran realmente fueran los invitados. En ese caso, tú sólo tendrías que pasar un ratito un poquito menos agradable el día de tu boda, pero a cambio, pasarías muchos momentos felices en las bodas de los demás, que a fin de cuentas, una acude a muchísimas más bodas que las que celebra. ¿No creéis que estaría mejor así? ;-)

domingo, 22 de julio de 2012

Bodas ajenas

Empieza la temporada de verano y empieza en casi todos los pueblos españoles la temporada de bodas (tengo la sensación de que en las ciudades las bodas se reparten más, pero es sólo una opinión personal).

Nos compramos un vestido bonito, unos zapatos preciosos que luego nos harán un daño tremendo (las mujeres nunca aprendemos), vamos a la pelu, nos juntamos en casa de los futuros novios, les acompañamos a la ceremonia, al restaurante, nos encontramos con las familias o los amigos, damos besos y más besos, hacemos sorpresas, deseamos lo mejor a los novios... Y todo ese ritual que llevan las bodas resulta un tanto peculiar verlo desde fuera, cuando hace poco lo has estado viviendo desde dentro... Desde lo más dentro. Desde el papel de novio o novia.



Vamos, que las primeras bodas a las que acudes después de casada evocan unos sentimientos singulares.

No sé si a las demás os habrá pasado, pero a mí sí. Recuerdo las últimas bodas a las que acudí como mujer prometida. Entonces estaba como loca preparando mi boda y buscando inspiración, y en ciertos momentos de la ceremonia y la celebración, se me despertaba en el estómago un gusanito de emoción, y me decía: "ay madre, ¡que dentro de nada soy yo la que estará viviendo todas estas sensaciones!". Había veces que me emocionaba hasta tal punto que luego, en casa, me era muy difícil conciliar el sueño, hasta tal punto que en una ocasión acabé llorando (esto es verídico 100%). Las últimas bodas a las que acudes como prometida son algo muy bonito y emocionante.

Y ahora... bueno, ahora todo es distinto. Tremendamente distinto. Porque mi "gran día", mi "día B", ya ha pasado y no va a volver. Y eso hace que te encuentres en la boda de los demás con una lluvia incontrolable de sentimientos: por un lado un poquito de nostalgia, porque tu día ya pasó; por otro un torrente de recuerdos, que te hace comparar cada momento de la boda a la que estás asistiendo con la tuya propia; por otro un entendimiento de las situaciones que está pasando la novia. Y al final, cuando se acaba todo y los invitados se van a sus casas, recuerdas que para los novios es el principio de ese especial viaje de novios que quisieras repetir, ¡qué envidia!



El cariño de los tuyos ese día. Difícilmente olvidable.

























En fin... ir a bodas ajenas cuando la tuya ha sido hace poco es menos agradable que ir a otras bodas cuando la tuya está por llegar. Y remueve ciertas emociones que quizás preferirías tener encerradas: como la incómoda sensación de que en tu boda no disfrutaste lo suficiente, o el deseo imposible de que ojalá pudiera repetirse la boda para cambiar las cosas que no te gustaron (tu look nupcial, la ceremonia, los invitados, el sitio de celebración, la música, las sorpresas...).

Todo el mundo sabe que esos pensamientos no llevan a ningún sitio (por mucho que pienses en el pasado, no podrás cambiarlo ni permitir que vuelva). Pero creo que lo sano no es reprimir estas emociones, sino liberarlas. Creo que es sano admitir que sentimos un poquito de nostalgia en bodas ajenas, que todavía tenemos una espinita clavada por las cosas que no salieron del todo bien en nuestro día, que nos dá pena que la ocasión de llevar un precioso vestido blanco y estar hermosísimas ante los ojos de todos nuestros seres queridos se haya esfumado para siempre... Y esto lo digo yo, que de niña no era una especial enamorada de las bodas. Puedo imaginar estos sentimientos amplificados para aquellas que siempre soñaron con este momento.



Entonces ¿qué, qué hacemos? ¿Estamos condenadas a sentir esta melancolía del "día que ya pasó" el resto de nuestras vidas? Yo pienso que estos sentimientos se pasarán, con el tiempo. Que será como esa sensación agridulce de cuando recordamos nuestros años de instituto o de universidad: por un lado sentiremos el ligero dolor del tiempo pasado, pero por otro la felicidad de que hayan existido.

Aunque en mi opinión, lo más importante de todo, es no centrarnos en estos tiempos pasados felices y pensar en el futuro. Confiar en que el futuro nos traerá momentos muchísimos más maravillosos. Confiar en que lo mejor está por llegar (¿verdad, D.? ;-) ).

Ya comenté una vez en uno de esos "post guerreros" que hago de vez en cuando (aquí), que soñar conque nuestra boda será el día más feliz de nuestras vidas, es un pasaporte directo a una depresión existencial. Porque cuando consideremos que el día más feliz de nuestras vidas haya pasado ¿qué motivación tendremos para que pase el resto? Es como aquellos que dicen que la juventud es el momento más feliz de nuestras vidas; cuando se pasa y llegamos a los treinta, por ejemplo ¿entonces qué nos queda, qué alegría de vivir?

Hay que pensar que las mayores sorpresas aún estar por venir, que los días mejores siempre nos aguardan, y que irán siendo superados por otros días aún mejores. Pero si algún día estamos un poquito más sensibles y nos invade esa nostalgia de la que he hablado, como puede ser en la boda de otra persona después de la nuestra... bueno, pues tampoco pasa nada. Admitamos nuestros sentimientos y vayámonos a dormir con una sonrisilla sensible en los labios. Eso sí, esta vez al lado de nuestro maridito, y eso es algo que nadie nos puede quitar.





¿¿Y vosotras, mujeres casadas?? ¿Qué tipo de sentimiento habéis experimentado cuando habéis acudido a la boda de otra personan cuando han pasado pocos meses desde la vuestra? Siempre me interesa vuestra opinión, pero en este punto, muy especialmente... ¡Feliz semana!

Imágenes: Whimsical Colorado Wedding, via ruffledblog.

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