lunes, 25 de marzo de 2013

Cosas imprevistas que traen las bodas.

Un año… Hace un año quedaba menos de un mes para mi boda (post como este, me ponen una sonrisa en la cara). Menos de un mes para ese gran día con el que había estado soñando unos meses atrás. Menos de un mes para un día en que mi vida daría un cambio evidente, tanto físico como emocional. Pasaba de estar soltera a casada. De vivir en varios pisos diferentes, y en casa de mis padres en los tiempos muertos, a vivir junto a mi marido. De tener una alta dosis de independencia, a tener una dosis media de independencia (pero un poquito tiene que quedar siempre).

Hace un año, además, empezaba un difícil período familiar por razones que no vienen al caso. Y también empezaba una incipiente búsqueda de identidad, mi verdadera identidad, por un lado porque en el período de los preparativos me había conocido más a mí misma que en meses anteriores (cosas inesperadas que traen los preparativos), y por otro porque mi futuro laboral empezó a ser incierto. Me quedé en paro un par de meses antes de la boda (cosa que, francamente, me vino de perlas), y empecé con un trabajo radicalmente diferente unos tres meses después. Los cambios siempre "remueven" cosas dentro de nosotros.

Así pues, este último año ha sido más convulso de lo que hubiera esperado en principio. Convulso y a veces doloroso. Cambiante e impredecible. Un año donde en muchas ocasiones me he preguntado ¿quién soy? ¿qué hago aquí? ¿es esto lo que anhelaba cuando era jovencita? ¿cuál es mi verdadera pasión? ¿cuál mi verdadero talento? Y la más importante de todas, que va surgiendo conforme una se acerca a cumplir treinta años: ¿qué es lo que quiero hacer con mi vida?

 
Hace un año estaba empezando a intuir que se avecinaban grandes cambios. Hoy, doy fé de eso. Pero creo que no me habría imaginado que este primer año de casada sería de esta forma. Tan "interior", tan "de puertas para adentro", tan centrado en la búsqueda de mí, tan lleno de miedos, de dolor y también de esperanza. Yo me casé esperando encontrar una agradable vida en común y seguir un poco con lo que había sido hasta entonces. Y resulta que me casé y una nueva vida empezó para mí, pero no tanto a nivel de pareja, como a nivel de mí misma.

¿Ha sido el hecho de haberme INDEPENDIZADO definitivamente, y haberlo hecho público a ojos de mis familiares? Porque es cierto que el trato hacia mi marido y hacia mí ha sido diferente desde ese día. No por medio de cambios drásticos, pero sí por medio de matices sutiles que son los que, al final, se acumulan y marcan la diferencia. Ya no tengo que justificar que me voy con él a casa. Claro, vengo a la que es MI casa también. Ahora solemos comer los dos juntos cuando vamos de visita al pueblo, sea con mis padres o con los suyos. No hay que especificarlo de antemano, tipo "mañana vendrá X a comer". Y parecerá una tontería, pero el hecho de hablar de "mi marido" ante personas desconocidas, me da cierta sensación de seguridad. Me gusta pensar que me he comprometido, que mi relación ha dado un paso más que ya le era muy necesario (en la mía y en todas, a veces o se dan pasos hacia adelante, o la relación se desmorona poco a poco), que hemos apostado por un proyecto de vida que confiamos en que salga bien. Y si sale mal, al menos lo hemos intentado. Así que el hecho de haber planificado una boda, habernos casado, estar viviendo juntos y apostar por un proyecto vital, me da cierta sensación de fuerza y seguridad. Lo hemos hecho. Pase lo que pase, nos decidimos a apostar el uno por el otro. Y puede parecer una tontería, pero una vez que tomas pequeñas-grandes decisiones como esta (casarse, vivir juntos...), te sientes un poquito más fuerte que al principio, y con mayor impulso para acometer estos proyectos.

Y sin embargo, a pesar de todos estos cambios positivos que ha traído el hecho de casarme y vivir en pareja, no ha sido solamente eso lo que me ha hecho cambiar y conocerme tanto este año.

Junto a todo esto, ha sido la exploración de mí misma y de mi pasado, unido a la descarga de mucho dolor (y también rabia), lo que ha propiciado que hoy sea una persona ligeramente distinta a hace un año.

El sufrimiento es algo que todos rechazamos sistemáticamente. Lo tememos, lo evitamos, en el peor de los casos cerramos los ojos y decimos que no sentimos nada. Nos insensibilizamos contra él, y nos parecen histriónicas las personas que expresan su dolor abiertamente, porque en realidad nos molestan. Estas personas nos hacen ver que el sufrimiento y el vacío existen, aunque no queramos darnos cuenta de ello. Huimos del sufrimiento y sin embargo, la mayoría de las personas sabemos que se aprende mucho más de los malos momentos que de esos momentos de comodidad, en los que nada especial (ni bueno ni malo) turba nuestro sopor cotidiano. Anhelamos vidas cómodas, predecibles, fáciles, soporíferas, sin saber el precio tan alto que debemos de pagar por ello: la no evolución, la mínima profundización en nuestro ser, la imposibilidad de cambiar.

En mi caso particular, en este último año momentos de dolor, y de los buenos, he tenido, y más de uno. No todo el tiempo ha sido así, naturalmente, de hecho he vivido veladas muy agradables con mi pareja y con mis amigos, además de días de cierta ilusión. Pero sí que un cierto sentimiento de vacío, de pérdida, de desvalimiento, de sentir que no llevaba las riendas de mi vida, se iba infiltrando intermitentementes en mis días, y provocaba que muy frecuentemente tuviera que parar y poner orden en mis emociones. Y esto me llevaba, poco a poco, a preguntarme el por qué de las cosas.
Porque resulta que todas las emociones y actitudes tienen un porqué, una causa muy antigua en algunos casos.

La tristeza, el vacío, el enfado, el dolor, el sentirse una niña atrapada en un cuerpo de adulta, el sentir que la vida no es "lo que habíamos planeado", todos los sentimientos obedecen a ciertas causas que nos dá miedo enfrentar, así que podemos ignorar estas causas y seguir con nuestra vida como si no pasase nada. En otras ocasiones, yo he actuado así. Con indiferencia hacia mis sentimientos, tratando de ocultarlos, tratando de seguir con mi vida porque no había oportunidad de parar. Este año no he querido ni he podido hacerlo. He parado, he hecho balance. No ha sido fácil indagar en este pasado a veces muy remoto, y he necesitado ayuda, pero no me arrepiento en absoluto de haberlo hecho. También sé que el camino no ha concluido, y que llegarán nuevos bajones, pero me siento fuerte y decidida para afrontarlo.

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Así pues, durante los últimos once meses, además de empezar un nuevo trabajo, vivir con mi amorcito, cambiarme de ciudad, y proponerme ser más disciplinada en casa (cosa en lo que he mejorado MUCHÍSIMO), "me ha tocado" la dura pero gratificante tarea de descubrirme a mí misma. Y profundizar en mis carencias y en mis miedos. Os aseguro que no ha sido indoloro… Y que en muchas ocasiones he envidiado a esas personas hiper-eficientes que no descansan un segundo, que hacen mil cosas, y que por ello no tienen tiempo ni deseos para pensar.

Pero en una tarde como hoy, de un día tranquilo, soleado, me siento tan satisfecha de que todo esto haya ocurrido… Hace un año no tenía muy claro qué quería hacer con mi vida, a nivel laboral. Hoy tengo varios proyectos en mente a los que me gustaría dar salida, pero tengo que ir poco a poco. Hace un año aún estaba demasiado atada a la opinión de mis padres y otras personas cercanas a mí, respecto a qué caminos seguir, y me sentía incómoda de contradecirlos. Hoy más que nunca creo que mi vida es mía, y tanto si me equivoco como si no, nadie tiene más derecho que yo a decidir qué hacer con ella. Hace un año temía al futuro. Pensaba que había "caminos buenos" que te llevaban al éxito, y "caminos malos" que te alejaban irremediablemente de él. Pensaba que coger un camino inadecuado tenía consecuencias catastróficas en la vida, y vivía con ansiedad. Y hoy por hoy, veo cómo aquellos que hicieron todo bien, todo lo que se debía, lo que les decían sus padres y profesores, están peor encaminados que aquellos que se dejaron llevar por su instinto, y hoy están sobreviviendo. Hoy entiendo que no hay caminos que lleven irremisiblemente al fracaso, que siempre se puede corregir, cambiar el rumbo. Que vivir no es tan complicado. Que la felicidad no requiere de tantísimos factores como nos habían dicho, y que todos ellos estén en el nivel perfecto. Hoy creo que el vivir debería ser una cosa más centrada en el día a día, y en la satisfacción interior, lejos de esos flashes vacíos que nos venden los programas y los anuncios de televisión.  

Y hoy por hoy ya sé que no tengo que basar mi vida en esa absurda creencia impuesta del "todo o nada". O haces esto, o haces aquello, pero las dos cosas no (yo me digo ¿por qué no?). O te dedicas a investigar, o a escribir; o trabajas en esto para toda la vida o no trabajas ni un mes. Yo me rebelo y me digo: si dos cosas pueden compaginarse, ¿por qué no hacer las dos cosas a la vez? Algunas personas contestarían a esto: centrándose sólo en una cosa, es más posible llegar "a lo más alto". Y yo les respondería ¿Y qué más da si no llego? ¿Por qué esa absurda creencia de ser los mejores en todo, de hacer algo perfecto o no hacerlo, de la competitividad sin medida? Quizás yo no aspiro a ganar el premio Nobel, o a ser la persona más rica de mi barrio, o a la fama, o a la admiración desmedida. Quizás sólo aspiro a hacer lo que me gusta, hacerlo bien y lo mejor posible, ganar dinero para vivir cómodamente, y entretanto disfrutar de la vida a mí manera. Sé que mientras sea fiel a mí misma, todo estará bien. Me puedo equivocar, y no será tan grave. Puedo tener una filosofía de vida ahora y cambiarla posteriormente. Puedo expresar mis ideas y no sentirme mortalmente herida por las posibles miradas condescendientes y risas de desdén de mis interlocutores.

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En estos momentos de mi vida, en que estoy a menos de un mes de celebrar mi primer aniversario de casados, y a unos pocos meses más de ingresar en la treintena, lo que más me apetece es convertirme interiormente en la ADULTA que siempre quise ser. Dejar atrás los temores e inseguridades de la juventud, la irresponsabilidad de la adolescencia, el desvalimiento de la niñez. Desligarme de los lazos familiares, tanto los buenos como los malos, de las ideas que profesores y otros adultos pusieron sobre mí, de las expectativas de la sociedad, y del miedo a defraudar a mis amigos. Quiero ser libre, y a la vez comprometerme con mi marido y con mi vida, con responsabilidad.

Y lo pongo por escrito aquí, en este blog que nació con un objetivo muuuy distinto. Pero que es, a fin de cuentas, mi espacio. (Querida NR, he escrito este post porque me pediste "algo profundo" y creo que ¡hay poco más profundo y personal que lo que acabo de escribir.!) Mi espacio en estos momentos como mujer casada, que sigue recordando con una sonrisa sus preparativos y que disfruta de su nueva vida.

Que vivan los novios. Y vivan las bodas. Y vivan, sobre todo, los cambios esperados o no que vienen tras las bodas.
:)

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7 comentarios:

  1. Es por este tipo de posts que estoy totalmente enganchada a tu blog! Porque hay poca gente que se abra tanto como lo haces tu y muy pocos que consigan trasmitir tanto. Me encanta como escribes porque no tienes miedo a decir las cosas tal y como son, sin florituras, sin medias verdades...sin tabús. Yo no hubiera podido escribir algo así, aunque en realidad me identifico con muchas de las cosas que dices, pero es muy difícil dejar salir este tipo de sentimientos, admitirlos y aún es más difícil dejarlo por escrito y compartirlo con los demás.
    Por eso te doy las gracias, porque realmente tu blog es terapéutico y me ha ayudado a abrir los ojos en muchas ocasiones...!
    Estoy totalmente de acuerdo contigo, yo creo totalmente en mi instinto y intento dejarme llevar siempre por él, aunque a veces no sea la opción más fácil, o más segura, pero será siempre mi opción...! ¿no se trata de eso? de vivir NUESTRA vida, de luchar por nuestros sueños, por lo que realmente queremos, de hacer lo posible para que se realicen y de aceptar también las derrotas cuando sea necesario.
    Para mi esa es la esencia de la vida, nuestro pequeño viaje a Ítaca...yo prefiero una vida llena, aunque sea también de temores e incertidumbre, a una vida monótona, predecible y, bajo mi punto de vista, vacía.
    Y si tus sueños o pasiones son más de una como dices (cosa totalmente normal!! TODOS tenemos diferentes pasiones!), ¡pues adelante con todos ellos! ¿porque abandonar alguno de ellos?
    Pero sobretodo, NO DEJES DE ESCRIBIR! :)
    Un beso

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    Respuestas
    1. Sandra, qué comentario tan bonito, GRACIAS :)

      En realidad, pienso que el exponerme de esta manera no es tan valiente, pues realmente nunca he hecho un blog público, ni he subido las fotos de mi boda donde se nos ve a mi pareja y a mí. Pero bueno, prefiero seguir con esta intimidad y exponer todo lo que siento, sobre todo esas pequeñas cosas de mi peregrinación particular (mi viaje a Ítaca... qué bonita metáfora!).

      En mi caso particular, escribir siempre ha sido mi terapia, y mi pasión, pero lo he hecho a escondidas, y de forma muy intermitente. Creo que ha llegado la hora de que este aspecto de mí cobre más importancia en mi vida.

      Gracias por leerme, y por comentar!!
      Un abrazo!

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  2. Qué gran post y qué falta me hacía!!!!!
    Tengo que decirte también que he visto la luz en muchas cosas que tengo que escribir para mis deberes (ya sabes)...
    Estoy de acuerdo con Sandra, no dejes de escribir!!!
    un beso
    NR

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    1. Aisss... si es que este post lo hice pensando en mí, pero también pensando en ti!!

      Está siendo duro, pero cuántas cosas estamos descubriendo últimamente ¿verdad? Pensándolo desde otro punto de vista, esto es super excitante :D

      Besos!

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  3. Sigue diciendo las cosas tal cual las ves, sigue desligando las marañas de muchos corazones, volarás por encima de todos y harás que muchos empecemos a aprender a volar.

    Ibis.

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  4. Alucinando...eso que cuentas del cambio emocional...es que me dejas boquiabierta, porque siento que has puesto letras a mis pensamientos y emociones, cuando ni yo misma era capaz de explicarlo y me sentía bicho raro, o que era una "rayada". Me caso dentro de dos meses y tengo el coctel emocional a tope.
    Yo he sido una persona que por problemillas escolares en la infancia, reprimia mis sentimientos, por verguenza a los demas, a ser rechazada...hasta tal punto que cuando dije que me casaba, a la gente le sorprendió, porque pensaban que a mi eso no me hacía ilusión, porque nunca he hablado de ello...La verdad es que ni yo misma sabía lo que de verdad deseaba sentirme querida y dar este paso hasta que hace unos días decicí leer mi diario de pequeña, desde los 11 hasta los 16...y descubrir que en cada día hablaba de algo relacionado con los sentimientos,o con un chico que me gustaba, o con la ilusión de tener novio.Al no verme nunca correspondida, empecé a tapar todo eso y no dejarlo salir, a crearme una coraza de dura, cuando en realidad, tengo una capacidad de empatía infinita y me afecta muchisimo en sentimiento a mi alrededor. Le estoy dando vueltas a consultar con un especialista que simplemente me ayude a reforzar para canalizar todo esto, se que me vendría bien...pero como dice una compañera, tu blog es terapeutico...desde hoy, te sigo porque te veo muy muy afín a mi.Y hoy ya no me da tiempo, pero lo de la autodisciplina, será lo siguiente que lea.
    Solo te puedo decir...GRACIAS POR EL BIEN QUE HACES!

    RD

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  5. Querida RD,

    Por como te expresas en tu comentario tienes las cosas muy, pero que muy claras, y te felicito por eso (el 90% de la gente no lo expresaría tan claro como tú).

    Sí, reprimiste tus sentimientos en el pasado, eso parece lógico por lo que escribes. Pero ¿sabes? No los reprimiste tanto como para no darte cuenta de lo que te pasa. Si acudiste al diario de tu infancia, es porque en el fondo todo eso no estaba tan oculto, tú sabías donde encontrar respuestas. Y si de los 11 a los 16 años expresabas sin temor tus sentimientos en un diario, es porque no te avergonzabas de ellos ni te parecían extraños.

    Así que enhorabuena, y sigue tirando del hilo, porque vas en buen camino. Pero te diré... tira del hilo una vez te cases, porque en los últimos meses hay demasiadas tensiones acumuladas como para centrarse en asuntos del pasado. Los meses pre-boda no es el momento más idóneo para bucear, ni tampoco la luna de miel.

    Una vez que las aguas se hayan calmado un poco... será tu mente misma la que te pedirá que hagas lo que tengas que hacer (o sea, que sigas buceando, inspeccionando, y sí, pide ayuda a un especialista, no tienes por qué hacerlo sola).

    Te deseo toda la suerte del mundo, que disuelvas esas corazas que tienes, pero sobre todo que te sientas muy orgullosa de ti en estos momentos por haber tenido el valor de ver más allá.

    Un besazo muy fuerte. ¡¡Y enhorabuena por tu gran día!! ¡¡2 meses, se pasa prontísimo, disfrútalo!!

    P.D. Vuelve por aquí, estaré encantada de leerte de nuevo.

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