Desde luego es un tema delicado. El hogar es el sitio en el que, o bien pasamos la mayor parte de nuestro tiempo (si contamos dormir) o bien en el que nos sentimos más identificados. Todo el mundo necesita sentir que tiene un territorio suyo, que en algún lugar del mundo "se siente como en casa", que tras un viaje o un día de trabajo "regresa a su hogar". Ya sabéis el conocido refrán: como en casa en ningún sitio. Doy fe.
Una de las manifestaciones de lo importante que es para todos vivir en un hogar que sintamos como nuestro, es el esfuerzo económico e intelectual que se hace al decorar una casa (que muchas veces se lleva a la par que se organiza la boda). Nos pasamos horas pensando en cómo pintar las paredes, qué muebles elegir, qué cuadros, qué telas, qué texturas, qué tipo de iluminación. Los artículos y revistas sobre decoración, tendencias e incluso DIYs para el hogar abundan por todos lados. Los novios antes de la boda corren como locos de un sitio para otro buscando los artículos perfectos (yo lo hice después). Nuestro hogar es importante.
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Pero la realidad es que una casa bonita y con un diseño esmerado sólo va a resultar realmente acogedora bajo dos supuestos: 1) si ese estilo tan cuidado va con nosotros, refleja nuestra personalidad, nos ha resultado divertido al elegirlo y 2) si está limpia y ordenada.
La mejor casa del mundo, la más grande y con los objetos más valiosos, podríamos desecharla si está hecha una pocilga. Un piso pequeñito y mono, con pocas cosas, podría ser objeto de un enamoramiento si lo vemos ordenado y pulcro.
Limpiar es una de esas tareas que, nos guste o no (y a la mayoría no nos gusta, lo sé) forma parte de nuestra rutina diaria, como comer, asearnos, trabajar o dormir. No podemos vivir sin limpiar, sencillamente (a no ser que nos limpie otro, pero en este caso tendremos que pagarlo). Podemos estar un día, dos, y hasta una semana o más sin barrer el suelo, pero pásate un par de días sin fregar un plato o recoger la ropa de tu habitación que tu salud emocional peligrará seriamente.
Lo malo de limpiar, aparte de las molestias que supone si consideramos la tarea desagradable, es que es algo que exige un esfuerzo permanente. Cada vez que cocines, debes fregar y recogerlo todo. Si un día te matas a planchar, eso no quita que a la semana no tengas que volver a repetir esa memorable experiencia. Es así de duro (o no), y tenemos que admitirlo... Pero creo que puede haber ciertos consejos y trucos que pueden hacernos la experiencia de limpiar un poquito más grata. Y quisiera compartir los míos con vosotras, y si encontráis algo más que añadir, lo podéis compartir en los comentarios:
1. La primera cuestión es QUIEN limpia la casa. De ahí vienen la mayoría de los problemas. En general, los hombres son más proclives a verlo todo menos sucio y a escaquearse. Es importante hablar con nuestra pareja y plantearle dos cosas: en casa, nadie "ayuda a" o "colabora" (qué típico cuando he hablado con algunas amigas y conocidas escuchar: oh, mi marido es buenísimo, me ayuda mucho con la casa). Ehhh.... ¿¡perdona!? Los dos trabajáis (a veces, incluso ella trabaja más horas) ¿por qué te conformas con que te haga la compra y cuatro cositas más?
Considero que este punto debería estar clarísimo para las parejas del siglo XXI (¡novias, sacad el tema con vuestros futuros maridos!): si los dos trabajan, y aproximadamente las mismas horas, las tareas SE REPARTEN. Sin más. Nadie ayuda a o colabora con. En el caso de que los horarios de trabajo de uno sean más cortos o flexibles que los del otro, entonces se podría llegar a una negociación, y que uno de los dos asuma más el peso de la casa durante la semana.
Pero los fines de semana, festivos y vacaciones... se supone que los dos libran de sus respectivos trabajos, por tanto ¿quién tiene que ayudar a quien? No caigamos en la tremenda injusticia de las generaciones anteriores, cuando la mujer, ama de casa, trabajaba religiosamente los 365 días del año, mientras que el hombre que era el supuestamente "trabajador" tenía, al menos, un día a la semana libre y algunos días más al año. ¡¡No, no y no!! Monto en cólera interior cada vez que acudo a una cena familiar en Navidad y veo a los hombres disfrutando de las bebidas y los aperitivos, y a las mujeres preparando, cocinando y recogiéndolo todo después. ¿Acaso no es un día festivo para todos?
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2. Podemos establecer una relación simple que diga: a mayor casa, mayor limpieza. Todos soñamos con una casa enorme, amplia y espaciosa. Yo soñaba con esto. En pasado. Vivir con mi marido en un piso que para mi tiene un tamaño perfecto (dos dormitorios, un baño, y trastero en el sótano) me ha hecho veer que no siempre son mejores las casas grandes. Que de hecho, y para un núcleo familiar pequeño, las casas grandes son mucho peores. Ésas que tardas horas en limpiar, que necesitas muchos muebles para decorar, y que -sobre todo- gastas un montón de energía en invierno para calentar. Porque no hay cosa que resulte menos acogedora que una casa fría ¿verdad? Quizás para ahorrar energía, tiempo y esfuerzo, deberías mudarte a un lugar más pequeño y acogedor... o cerrar con llave las habitaciones que no uses.
3. A mayor cantidad de objetos, mayor esfuerzo en ordenarlos, limpiarlos y arreglarlos. Es una verdad universal, y sin embargo parece que las personas (las mujeres especialmente) siempre estamos ansiosas por adquirir más, y más y más. Yo por ejemplo tengo que ponerme un freno interior cada vez que voy a Zara Home, porque me llevaría la mitad de la tienda. Pero en realidad llego a casa y descubro que tengo de todo, varias cremas a medias, más vasos de los que necesito, recambio de toallas de sobra y ningún hueco para nuevos adornos. Todas necesitamos poner un poco de minimalismo en nuestras vidas. Y eso incluye moderar nuestras cosas y ordenar nuestras pertenencias.
Por mi parte, aquellos objetos que digamos "no necesito" pero que les tengo un cariño especial, los guardo todos dentro de una caja para poder recuperarlos de vez en cuando. Entre esos objetos, están todas mis cosas de la boda de las que en principio no he pensado desprenderme. No obstante, hay cosas que están ocupando nuestras casas y nuestras vidas y que entran perfectamente en la categoría de "trastos": son inútiles, trasnochados, inutilizados y no les tenemos ningún cariño. La solución para estos es fácil: tirar, regalar, donar o reciclar / reutilizar.
4. En realidad, la limpieza de la casa no requiere de la utilización de miles de productos, uno para cada cosa. En la mayor parte de los casos con agua, lavavajillas, limpiador jabonoso, y lejía como desinfectante, es más que suficiente. Los arsenales de productos de limpieza, además de ocupar mucho espacio, hacen que la labor de limpiar parezca propia de una persona especializada. Parecería que hay que hacer un máster para saber cómo y para qué emplear cada cosa. Dile a tu novio que incluso con una bayeta ecológica y un cubo de agua es posible limpiar los muebles de toda la casa, y verás cómo se anima antes... ;-)
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5. Es mejor un poco todos los días que un mucho pocos días. Esto es lo que siempre me repite mi marido, y yo me resisto a aplicar (la postergación, la falta de autodisciplina, ya sabéis). Es más saludable y mucho menos sacrificado tener la casa ordenada la mayor parte del tiempo. No obstante, llegar a este punto requiere organización. Dividirse las tareas por días, asignar un tiempo diario e inamovible a la limpieza, y sobre todo, no desistir.
Ya veis, la misma perseverancia y gestión del tiempo que puede aplicarse a todo en la vida. Desde este punto de vista, creo que convertir la limpieza de nuestra casa en un hábito, puede funcionar como "entrenamiento" para otras tareas que, por distintos motivos, nos resulta difícil acometer, ¿no creéis? (una tesis, ir al gimnasio, poner en marcha un proyecto, recuperarse de un problema físico o mental...) Empieza limpiando tu casa, y termina limpiando tu mente, y tu vida ^_^
6. Considero que comer sano es más importante que que nuestras casas brillen. Si algún día tuviera que elegir, por falta de tiempo, entre cocinar y limpiar, encuentro más saludable lo primero. Somos lo que comemos, es una verdad como un templo.
7. Traspasar nuestros umbrales de "aceptación de suciedad y desorden" puede ser peligroso. Con esto me refiero a que hasta la persona desordenada tiene un límite, y pasar del mismo puede dañar nuestra salud mental (si no me crees, mira esta imagen y dime qué te provoca)
Una casa demasiado sucia, o una habitación demasiado desordenada, provoca sensación de caos y de falta de control terribles. Si bien es cierto que todos hemos tenido alguna "época loca" o algún "día loco" en nuestra vida, en que la vida era tan hermosa y estimulante y había tantas cosas que hacer que no podíamos pasar el tiempo en casa marujeando, creo que estos episodios deberían ser anecdótidos.
Si tu casa es la de arriba pon remedio inmediatamente (coge una bayeta YAA). Sé de lo que hablo porque cuando yo vivía sola, el "traspasar mi umbral de aceptación de la suciedad" era un estado que se repetía con frecuencia: bah, puedo tolerar este desorden; bah puedo tolerar esos platos en el fregadero 24 horas; bah puedo tolerar este polvo que se está acumulando en los muebles... Hasta que un día llegas a casa un poco sensible y te dan ganas de gritar de deseperación al ver la casa patas arriba. Incluso para ti, lo que has estado haciendo es "demasiado". ¿Solución? Noooop dejar que esto pase. Si toleras una pila de ropa si planchar, ok, pero que junto a esto no se encuentre un piso sin barrer, un baño sucio o un escritorio desordenado...
8. Si eres propensa a dejar todo para el día siguiente (¡yo, presente!), mira qué hay detrás de esa actitud. ¿Puede ser un miedo paralizante que no sepas de dónde viene? ¿Puede que haya asuntos externos que te quiten la energía (por ejemplo, actuar por inercia, ser quien no eres, un trabajo que detestas o una pareja a la que tienes que cuidar como si de un niño se tratara)? ¿Quizás no te gusta tu casa y por eso te cuesta tanto limpiarla?
Razones hay muchas... Y últimamente yo me he decidido a explorarlas poco a poco. Aunque aún estoy en este camino de autoevaluación y análisis, opino que no hay nada más desvitalizante que estar lejos de tus motivaciones, tener relación con personas tóxicas o tener asuntos pasados sin resolver. Todos estos motivos son ladrones de energía... ¿cómo la vas a tener para limpiar tu casa, escribir un libro, viajar o cualquier otra cosa que implique esfuerzo y movimiento, si las estás perdiendo en estas "cargas" que te estás echando encima sin darte cuenta? La fatiga física, la pereza por hacer pequeñas cosas y esa sensación de parálisis que produce que incluso moverte sea un acto heroico, es un aviso de que hay algo que se está llevando tu energía y tus ganas de vivir. No digo más, lo dejo aquí...
9. Puede que consideres que eres una persona demasiado intelectual para pasarte el día limpiando cual vil maruja, o simplemente tienes la idea de que tu tiempo es demasiado precioso para "desperdiciarlo" con un trapo en la mano. Bueno, si tienes una casa enorme, si inútilmente pones la lavadora cada día, o si eres una auténtica maniática del orden que no soporta la mínima mota de polvo, probablemente sí estés desperdiciando demasiado tiempo en una tarea que deberías llevar con cierta ligereza. Equiparo esto con las personas que tardan dos horas en arreglarse cada día, porque su pelo y aspecto tienen que estar absolutamente perfectos. En este caso sí... estás desperdiciando un tiempo precioso en asuntos mundanos, y la vida es corta. Pero por lo demás, si simplificas tus hábitos o si encuentras la forma más eficaz para ti de mantener todo en orden (que puede ser deshacerte de muebles, limpiar cada día, desarrollar rutinas de limpieza eficaces, planchar menos ropa, pagar a alguien para que te ayude), te diré que mantener una casa limpia es imprescindible para mantener la salud mental. El bienestar de la pareja. Tu bienestar.
via simplyshannonn (tumblr.com) |
Si la gente que más me conoce leyera este post, posiblemente se atragantarían de la sorpresa. Sí, yo, que siempre he visto las tareas domésticas como asuntos difíciles y en parte inútiles (limpias un día, y al siguiente tienes que volver a repetir la labor), que he sido un tanto desordenada (corrijo: bastante desordenada) en mi espacio privado, y que consideraba el empezar a limpiar como un esfuerzo tremendo (aunque una vez que empezaba, me daba perfecta cuenta de que no era para tanto), ahora escribo un post sobre la importancia de mantener nuestro espacio limpio y en armonía.
Pues sí. He cambiado. Estoy cambiando. Y aún me queda un trecho del camino... Pero precisamente por eso, porque he experimentado el antes y el después, os puedo decir los beneficios que esta nueva forma de pensar y actuar me está reportando. Os puedo hablar de la paz que siento mientras escribo este post en mi salón recién limpio (menuda mañanita nos hemos pegado mi maridito y yo). Os puedo decir que la forma que abordamos las cosas simples de la vida, como la higiene diaria, limpiar o cocinar, es un indicativo de la forma en que abordamos asuntos mucho más intelectuales y profundos. Y por esto mismo, estas cosas simples pueden ser un indicador, y asimismo catalizadores para un cambio más significativo ¡Aprovechémoslo!
Me ha quedado un post larguísimo, del que podrían haber salido dos, así que si se os hace demasiado para una vez, leedlo en dos tandas. :-D
totalmente de acuerdo!
ResponderEliminarhablo yo, que soy desordenada y vaga. Mi novio todo lo contrario, pulcro y meticuloso. Solo lo hemos contrastado al irnos de vacaciones, cuando vivamos juntos será la guerra jajaja
También llevas razón en la falta de energía. Yo, por desagracia, sufro de tener cerca laboralmente a una persona tóxica y llego a mi casa a diario echa polvo.....así, se me amontonan los vestidos, zapatos y papeles.....
me voy a aplicar tus propçositos!
un beso guapa!
Pita
Efectivamente, todo es un reflejo. Muy buen post, sobre todo eso de que nadie "ayuda" a nadie, sino que cada uno tiene su parte de responsabilidad. Un beso, guapa
ResponderEliminarqué grande tu evolución!... creo que la mía ha sido al revés :/ En realidad, yo creo que cuando uno de los dos es más desordenado que el otro, al principio hay como una lucha constante en la que ganará uno de los dos, aunque no sea al 100%. Es decir, el que era más descuidado se esfuerza en serlo menos y mantiene un poco la limpieza y el orden de la casa o bien, el que era más ordenado, se cansa de recoger además de sus propios trastos los del otro también y acaba habiendo trastos de los dos, ya que al otro le da más igual que estén por medio. Al final, si el otro no quita sus trastos y los vas a ver por medio, para qué vas a quitar los tuyos??
ResponderEliminarNR
Es cierto, no me lo había planteado!! Podría haber sido una evolución hacia el lado contrario (mi marido que se vuelve más pasota y dejado, influido por mi comportamiento), en este caso habría sido una in-volución. :O
EliminarVaya, vaya... Cuánto me alegro de que no haya sido así. Chicas, las que leáis esto, y si sois como yo (Pita, date por aludida ;-P ), cuidadín con "traspasar" nuestros hábitos nocivos a nuestras parejas, pues está claro que somos nosotras las que nos estamos equivocando.
Os dejo, que tengo que barrer el piso X-D
Me ha encantado el post! No puedo estar más de acuerdo! Aunque la verdad es que es un trabajo duro lo de "enseñar"...
ResponderEliminarUn beso!
http://tuplanbodas.blogspot.com.es/
Hola amiga, me acabo de cargar todo el extenso comentario que te había hecho a tu genial post que escribiste hace casi dos años. Muchas gracias porque lo escribiste para que yo lo leyera y me hiciera feliz. Voy a intentar reproducirlo. Dos años después de escribir tu brillante discurso sobre la importancia de "mantener limpia la casa, para mantener limpia la mente" voy yo y te descubro, a la vez que descubro "la magia del orden" o "las 5 s japonesas". En fin que nada es casual. Y a lo mejor igual ya ni lees mi comentario (pero tampoco me importa mucho). Lo que me importa es saber que me he vuelto a redescubrir (me hacia falta) la última vez fue hace algunos añitos y me tocaba de nuevo. Antes detestaba mi casa, no era feliz y ahora tras una exhausta limpieza (que aun estoy en ello, esto no ha hecho más que comenzar) me encanta y puedo decir que me encanta mi hogar. Disfruto sentada escribiendo estas palabras en un sofá que nunca senti ni mío, ni cómodo. Por todo ello y por contribuir con tu granito de arena, muchas gracias y mucha suerte¡ saludos
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